Madre de un teniente del Ejército es deportada a Tijuana

'Me siento engañado... decepcionado', dice y agrega que se la llevaron hasta sin dinero

El teniente Gibran Cruz (d) junto a su madre y hermana (i).

El teniente Gibran Cruz (d) junto a su madre y hermana (i). Crédito: Manuel Ocaño | La Opinión

El teniente Gibran Cruz dijo sentirse “engañado y decepcionado” por la manera en que la oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) deportó a su madre a Tijuana este jueves tras 31 años de vivir en San Diego.

“Me engañaron. No me dejaron siquiera despedirme de ella. Yo, por mi trabajo, no puedo cruzar la frontera, y es muy peligroso que ella esté sola allá. No conoce a nadie”, dijo el teniente segundo de inteligencia del ejército estadounidense.

Dijo que su decepción fue mayor porque él mismo había acompañado a su madre a entregarse al ICE, con la esperanza de que Rocío Rebollar Gómez, de 50 años de edad, conseguiría una extensión a la orden de deportación de una corte en San Diego.

Intentos para frenar la salida

Amigos de la señora Rebollar habían convocado a una conferencia antes de que la mujer se entregara. Querían dejan claro que, aunque la madre de familia y abuela de tres menores se encontraba indocumentada, carecía de antecedentes penales y era una mujer trabajadora que sacó adelante a su familia.

Enseguida fue en compañía del teniente Cruz y su abogada, Tessa Cabrera, a entregarse ante el ICE para deportación.

Mientras tanto la oficina de la senadora Kamala Harris intentaba interceder a favor de una extensión a consideración de que se trataba de la madre de un militar de rango.

La comunidad se reunió fuera del edificio federal en apoyo de Rocío Rebollar Gómez. Manuel Ocaño / Especial para La Opinión

Sin embargo, Karla McKissick, hija de Rebollar y hermana del teniente, narró la forma en que su madre fue sorpresivamente deportada:

“La llevamos al edificio. Le dijeron a la abogada que la iban a retener hasta que ella hablara con los agentes de inmigración aquí (en el Edificio Federal). Y en el momento en que mi mamá entró en el centro de detención, la llevaron debajo del edificio, la pusieron en un vehículo y la llevaron a deportar”, explicó la hija.

Continuó sin poder controlar el llanto que “en el momento en que nosotros estuvimos en este edificio y salimos, ella ya cruzaba la línea (internacional hacia Tijuana). Se la llevaron por debajo de nosotros, no me dejaron tan siquiera abrazarla. Esto es muy triste”, decía y trataba de contener las lágrimas.

Alguien pidió que Karla llamara por teléfono a su madre y que dejara abierto el altavoz para grabar la conversación. La mujer no tardó en responder. Se notaba preocupada.

“En dónde estás mamá”, preguntó la hija.

“No sé dónde estoy, aquí le dicen El Chaparral”, respondió la madre sin entender que se encontraba al lado mexicano del paso peatonal PedWest.

Su celular fue la única pertenencia que la señora Rebollar se llevó de regreso a México tras 31 años de radicar como indocumentada en el condado de San Diego.

“Voy a ir más tarde. Te voy a llevar ropa, algunas cosas. Te fuiste hasta sin nada de dinero”, dijo la hija.

Por favor no te tardes, respondió la mamá. Dijo que le parecía tener en Tijuana una media hermana, pero tendría que localizarla.

Karla McKissick llamó a su mamá para saber sobre su paradero./ foto: Manuel Ocaño.

¿Por qué se giró una orden de deportación?

La corte de migración en San Diego ordenó la deportación de la madre de familia porque fue hallada nuevamente en el país después de ser deportada dos ocasiones.

En las décadas de los años ochenta y noventa fue encontrada mientras trabajaba, la segunda vez en una redada en un hotel donde era encargada de limpieza, ambas veces fue enviada a México, y las dos veces regresó.

Cuando en la conferencia el teniente Cruz fue cuestionado acerca de la reincidencia de su mamá, cuestionó que “qué más podía hacer una mamá que es separada de sus hijos pequeños, sino regresar a buscarlos”.

El teniente tiene ahora 30 años, su hermana es menor que él. Ambos eran menores de edad cuando su mamá fue expulsada del país las ocasiones anteriores. En la primera vez, el teniente era apenas un niño.

La corte había ordenado la deportación de la señora Rebollar para diciembre pasado, pero concedió una prórroga de 30 días al considerar que había vivido en el condado más de tres décadas, era propietaria de un negocio propio y abuela y madre de familia.

La hija Karla explicó que esta vez su madre confiaba en que conseguiría otra extensión y por eso no había hecho maletas.

La abogada Cabrera dijo que la extensión habría dependido de criterio de los oficiales de migración, pero la rechazaron.

En Tijuana la señora, en conferencia improvisada, dijo sentirse “muy triste, por la forma en que me echaron, porque engañaron a mi abogada y a mi hijo; les dijeron que iban a esperar a que ellos regresaran y en cuanto salieron, a mí me bajaron por unas escaleras, me subieron a un carro y me trajeron para acá” a la frontera.

La casa de la señora en San Diego había sido vandalizada en la noche del miércoles al jueves.

“Nosotros lo que queríamos no era que me dieran residencia legal ni nada de eso, sino tiempo para que revisaran mi caso y vieran que si me deportaban posiblemente me iban a poner en riesgo, especialmente por lo que pasó anoche en mi casa”, dijo Rebollar.

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