Medio siglo embelleciendo los jardines del museo Huntington

Ramiro Ramírez Pinedo comenzó a trabajar en la renombrada institución cuando tenía 30 años; ahora, a sus 80, no tiene planes de retirarse

El veterano jardinero dice que va a dejar de trabajar 'hasta que no pueda'. Foto: Victoria Infante

El veterano jardinero dice que va a dejar de trabajar 'hasta que no pueda'. Foto: Victoria Infante Crédito: Impremedia

Ramiro Ramírez Pinedo no sabe cuál es el secreto de su longevidad. Lo que sí sabe es que la cercanía con las plantas y las flores lo inspiran para mantenerse activo y sin ganas de jubilarse, a pesar de sus 80 años de edad.

“Hay alguna razón por la cual sigue uno trabajando”, dijo don Ramiro, quien luce con mucho orgullo su camisa de cuadros rojos tipo vaquero. “Puede ser el ambiente; el físico necesita del aroma de las plantas”.

Sea cual sea la razón, este hombre de hablar pausado y de manos grandes está celebrando medio siglo como empleado de jardinería del Huntington Library, Art Museum and Botanical Gardens, un paradisíaco lugar ubicado en San Marino, California, una de las ciudades más adineradas del país, localizada a diez millas al noreste de Los Angeles.

Este museo, que alguna vez fue la inmensa mansión de Henry y Arabella Huntington, quienes en 1919 la transformaron en una institución pública para que su enorme colección de libros y plantas estuvieran disponibles “para promover el bienestar público”, cumplió el año pasado un siglo de vida.

Es quizá la perfección del jardín japonés, el aroma de las camelias o los coloridos rosales lo que ha mantenido a don Ramiro tanto tiempo en este lugar. Aquí fue donde aprendió el oficio de la jardinería luego de haber realizado otras tareas para subsistir, como conducir tractores, pizcar y trabajar como albañil y como obrero.

Llegó al museo Huntington luego de que un primo que trabajaba ahí lo recomendara. Esto pasó en 1969, cuando don Ramiro cruzó la frontera ilegalmente por tercera vez y dejó para siempre su natal Santa María de Los Ángeles, un pequeño pueblo de Jalisco, en México.

“Mis padres eran muy pobrecitos, no tenían ni una casa dónde vivir; donde les prestaban ahí vivían”, dijo. “Mi hermano y yo empezamos a trabajar a muy temprana edad […] Yo decidí venirme para acá, de mojado, de alambre, con coyote, como usted quiera llamarle”.

Actualmente está a cargo de podar los pinos y los juníperos del jardín japonés, técnica que ha aprendido de los mejores en su ramo, incluido en fallecido maestro del bonsai, Ben Oki.

Y aunque la jardinería es su pasión, don Ramiro siempre impulsó a sus cinco hijos a estudiar carreras universitarias; ahora todos ellos son exitosos profesionales.

“Yo no llegué ni a segundo de primaria”, dijo. “Y nunca he podido aprender inglés; me entiendo con señas o alguien me ayuda”.

De retirarse ni pensarlo, dijo. A pesar de que ya sobrepasó la edad en la que puede jubilarse y descansar por el resto de su vida, don Ramiro dijo que seguirá en el museo “hasta que no pueda”.

Ramiro Ramírez Pinedo está a cargo de podar el jardín japonés del museo. Foto: Victoria Infante

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