Estilistas exigen las dejen abrir salones o ayuda del gobierno por coronavirus

Dicen que tienen muchas llamadas para llevar el servicio a las casas, y eso es más peligroso para familias y comunidad

Estilistas endeudas y desesperados. (aurelia Ventura/La Opinión)

Estilistas endeudas y desesperados. (aurelia Ventura/La Opinión) Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

LOS ÁNGELES – Desesperadas por la falta de ingresos debido a la epidemia del coronavirus, estilistas del sur de California urgieron al gobernador Gavin Newsom que les permita abrir los salones, tomando estrictas medidas de precaución como guantes y mascarillas para evitar una posible propagación de la enfermedad; o de plano, si no las dejan trabajar, pidieron ser incluidas en un paquete de ayuda económica.

“No podemos sobrevivir una semana más sin ingresos. Somos nuestros propios patrones. Lo más grave es que los clientes nos están pidiendo que vayamos a sus casas. Hacer eso, es más riesgoso para las familias y la comunidad porque en los hogares es más difícil cumplir con las reglas de desinfección“, dijo María Teresa Villarreal, fundadora de la Asociación de Empleadores de Barbería y Cosmetología del Sur de California.

El 19 de marzo, el gobernador de California emitió una orden para que todos los californianos permanecieran en sus casas y prevenir el avance del coronavirus. El mandato incluyó el cierre de negocios considerados no esenciales como barberías y salones de bellezas y uñas.

La propuesta es que les permita trabajar con citas; y no tener a más de cinco personas en los salones de belleza y barbería, todos con mascarillas y guantes.

Dueños de salones y estilistas quieren ayuda. /Aurelia Ventura/La Opinión

“Es muy importante que las autoridades y la gente sepan que para que un estilista o un barbero, obtenga una licencia del estado para trabajar, deben pasar un examen de cuatro horas sobre salubridad. No nos evalúan para ver que tan bien cortamos el pelo sino sobre las prácticas para desinfectar y bacteriología”.

Además, señaló que los desinfectantes que usan son aprobados por la Agencia de Protección Ambiental del Medio Ambiente (EPA).

La también maestra de belleza,  dijo que quienes están yendo a las casas, lo están haciendo por necesidad, y porque están respetando las reglas de las autoridades para no abrir los negocios, pero insistió en que es hora de que el gobierno salga y las apoye.

El estilista David Acuña se ha quedado sin trabajo. /Aurelia Ventura/La Opinión

Mayores riesgos

Adriana Pérez, una peluquera que es dueña de dos salones de belleza, uno en Sun Valley; y otro en Baldwin Park, dijo que aunque hay clientes que ofrecen pagarles hasta el doble por ir a sus casas, es más complicado porque en el hogar no pueden aplicar las reglas que les pide el estado, y hay más posibilidad de un contagio.

Dio a conocer que algunos salones cuyos estilistas trabajan a escondidas, están siendo multados. “Es mejor que nos permitan abrir mediante citas. El estado debe recordar que somos trabajadores independientes y autoempleados. Esto va para largo, y yo soy un madre de tres hijos y sin ingresos, nuestra situación está llegando a su límite. Tenemos que pagar renta, comida y muchos otros gastos”.

Elena Gómez, dueña de una estética y maestra de belleza por más de 30 años, dijo que la mayor preocupación es el factor económico. “Los salones se cierran, pero los gastos y los impuestos siguen corriendo. Qué vamos a hacer. Nuestro trabajo es esencial. No entendemos cómo si dejan operar a los negocios de venta de cerveza y marihuana. Todo el gremio está muy preocupado”.

Mayra Cortez lleva dos semanas sin trabajar. /Foto suministrada

Miedo y ansiedad

Mayra Cortez, estilista en el condado de Ventura desde hace 15 años, dijo que cuando el dueño del salón les informó que el gobernador Newsom había ordenado el cierre de salones por no ofrecer servicios esenciales, se apoderaron de ella, una mezcla de sentimientos de miedo, estrés y shock.

Más aún porque su esposo también se dedica a la industria de la belleza ya que trabaja como barbero. “Los dos nos quedamos sin empleo, y con una hipoteca por pagar”.

Mayra no niega que ha disfrutado mucho las dos semanas sin trabajo al lado de sus hijas de once y tres años sobre todo porque sus jornadas en el salón son de entre diez y doce horas, pero al mismo tiempo, por momentos, la ansiedad y la preocupación la agobian . “No están entrando ingresos a la casa, y no calificamos para el desempleo”.

Observó que dependiendo del tiempo que se prolongue el cierre de negocios, el impacto será mayor. “Sería una buena idea que nos dejaran trabajar con citas y tomando precauciones. Hay clientas que me han pedido hacerles cortes y pintura de pelo en sus casas, pero tengo que pensar si vale la pena exponerme. Necesito el dinero, pero tampoco quiero enfermar a mis niñas”, dijo.

También extraña su trabajo. ”Nuestra vida es muy social. Somos estilistas, pero también una especie de terapistas para nuestras clientas”.

Y muchos, comentó, no consideren como esenciales los servicios de arreglo del pelo, pero cuando uno pasa por un mal momento como esta epidemia, arreglarse y verse bien, ayuda mucho para levantar el ánimo.

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