Mujeres migrantes aprenden nuevos oficios mientras esperan una cita para el asilo

Organización en Tijuana busca prepararlas durante estos meses de espera

Inmigrantes en una clase de peinado. / fotos: Manuel Ocaño.

Inmigrantes en una clase de peinado. / fotos: Manuel Ocaño. Crédito: Impremedia

Mientras le hace trencitas diminutas a una modelo, una maestra de peinados platica con La Opinión sobre su participación en un proyecto orientado a mujeres migrantes que aguardan en Tijuana, México, a que las cortes de migración en San Diego, California, reanuden operaciones y tomen sus solicitudes de asilo.

“Me llamo Mailene Jiménez Lobaina y soy cubana”, dice la maestra con un dejo de orgullo. “He estado con mi esposo en Tijuana durante 15 meses… Estamos esperando que en Estados Unidos tomen nuestro caso”.

En marzo, las cortes suspendieron actividades debido a la contingencia de salud y ahora los Departamentos de Seguridad y de Justicia han advertido que los tribunales que deciden los asilos solo reabrirán cuando la pandemia haya bajado a niveles manejables —tanto en los estados que colindan con México como en los estados mexicanos en la frontera.

Eso podría tomar un tiempo prolongado e indefinido.

La espera se ha tornado “desesperante”, dice Mailene Jiménez. Su trámite comenzó cuando al entregarse a los agentes fronterizos en Texas para solicitar asilo, como es debido, “nos mandaron tres meses y tres días a la hielera [a la celda de un centro de detención]”. Luego de ello, les dieron cita en San Diego.

Lo último que las autoridades les informaron es que “tentativamente a partir del 21 de septiembre” podrían solicitar renovación de cita para una audiencia en la corte.

“Cinco meses hemos ido cada mes a preguntar y nos dicen lo mismo, que el próximo mes algo se sabrá”, dice Meilene.

Mailene Jiménez Lobaina enseña a otras migrantes a hacer trenzas.

Sumar habilidades en las mujeres migrantes

Mientras el día que espera con ansias llega, se integró a un programa de la organización Families Belong Together en México.

El plan es una serie de talleres en los que mujeres migrantes enseñan a otras mujeres migrantes oficios con los que pueden ganarse la vida.

Mailene explica orgullosa que, tan sólo en un par de semanas, ya una de sus alumnas “supera a la maestra”.

“Cada quien tiene su estilo… Cuando aprenden usan la técnica que yo les enseño pero lo hacen con un estilo que les gusta”, explica.

El resultado es que tanto la maestra como algunas alumnas, ya podrían conseguir algunos recursos económicos, como resultado de los peinados en Tijuana.

No obstante, por ahora solo lo hacen en el taller de la organización.

Los talleres son de peinados, bisutería y bordados.

Susy, de Honduras —que radicó en Guatemala antes acudiar a buscar asilo— les enseña a hacer pulseras y adornos con pequeñas cuentas de colores.

“Es algo de lo que viví un tiempo en Guatemala y puede servir para que las migrantes también vivan en Tijuana mientras esperan su cita en la corte”, explica.

En los talleres también se imparten clases de bordado.
Susy (izquierda) es quien enseña a hacer pulseras y adornos.

Ventas por Internet

Lía Castillo, encargada de proyectos productivos de Families Belong Together, dijo que en estos talleres “lo que queremos es resaltar las habilidades y capacidades de las mujeres migrantes y que tengan un desarrollo en su economía”.

La mayoría de las mujeres que participan son madres con hijos pequeños, “por lo que les es doblemente difícil conseguir un trabajo, especialmente como se encuentra ahora la situación de la pandemia”, explicó.

Mientras las migrantes aprenden, sus hijos pueden quedarse en un espacio aparte en el mismo sitio donde se imparten los talleres, llamado Espacio 32.

Mientras aguardan, los niños emplean un cuaderno en el que —gradualmente y con apoyo de psicólogos— hacen una especie de libro en el que cuentan sus historias como migrantes.

La idea, de acuerdo con Lía Castillo, es que en los talleres las migrantes encuentren herramientas con las que puedan trabajar desde sus casas, donde al mismo tiempo pueden cuidar a sus hijos.

Los bordados y bisutería se venden por Internet, a través de la página de Facebook “Frontera de Esperanza”.

De cada venta, las autoras reciben el 90 por ciento y el restante, 10 por ciento, se emplea en adquirir materiales para continuar las clases.

Lía Castillo es encargada de proyectos productivos de Families Belong Together.
El objetivo es que puedan mantenerse con un trabajo desde casa por un tiempo.

En algunos casos, los talleres también comienzan a abrir una nueva perspectiva para las participantes.

Mailene Jiménez, de raza negra, dice que en Tijuana en un año y tres meses ha encontrado muestras de apoyo y de amistad, pero lamentablemente también de racismo. “Piensan que una es analfabeta por el color de su piel”, comenta.

Aun así, La Opinión preguntó si de demorarse mucho la reapertura de cortes, pensaría en quedarse a radicar en México y respondió que “eso no lo he pensado mucho, pero quizás sí”.

Mientras lo decía, al taller llegaban unas jóvenes tijuanenses interesadas en que las peinara con sus diminutas trencitas.

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