Primero el cierre obligatorio, ahora las altas temperaturas intentan afectar negocios

Gabriel Cruz, dueño de El Rincón Oaxaqueño. (Suministrada)

Gabriel Cruz, dueño de El Rincón Oaxaqueño. (Suministrada) Crédito: Impremedia

A finales del mes de mayo el alcalde de Los Ángeles Eric Garcetti lanzó la primera fase del programa L.A. Al Fresco, que permite a ciertos restaurantes afectados por la crisis del COVID-19 ofrecer servicio a comensales al aire libre.

Tras obtener un permiso, estos establecimientos pueden sacar algunas de sus mesas y sillas a la banqueta o estacionamientos para la venta de comida. No obstante, es importante mantener una distancia segura entre las mesas para evitar la propagación del coronavirus.

Gabriel Cruz, quien es dueño del restaurante El Rincón Oaxaqueño en la ciudad de Hollywood, dijo que él no se vio en la necesidad de solicitar el programa ya que su restaurante cuenta con un servicio de patio para unas 20 personas.

Sin embargo, ahora se ha tenido que enfrentar a nuevos retos inesperados, que incluye las altas temperaturas de los últimos días que se vuelven insoportables para los clientes que desean disfrutar sus alimentos al aire libre.

Este fin de semana se esperaba que las temperaturas sobre pasen los 95 grados en Los Ángeles. En áreas como los valles de Santa Clarita, San Fernando y San Gabriel las altas temperaturas alcanzaron los 98 grados, según el Servicio Meteorológico Nacional. Y el mercurio se iba a mantener sobre los 90 grados hasta la próxima semana.

Cruz dijo que desde la semana pasada comenzó a sentir las altas temperaturas en su negocio. Pese a tener sombrillas, comenta que tuvo que reforzarlas con una carpa pero que aún así es difícil mantenerse fresco durante el día.

“El calor es sofocante entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde”, indicó.

Cuando la temperatura comienza a bajar después de las 6:00 p.m., llegan más clientes. Esto ha causado que Cruz cambie sus horarios.

Antes cerraba a las 10:00 p.m., ahora se ha visto con la necesidad de cerrar hasta la medianoche o a veces a la 1:00 a.m.

“Estamos haciendo todo, con tal de mantener el restaurante abierto. Corto horas de los empleados en las mañanas y los muevo en la tarde”, aseveró.

Gabriel Cruz, dueño de El Rincón Oaxaqueño. (Suministrada)

Ajustándose a los cambios

Cruz, oriundo de Oaxaca, México, dijo que al igual que a miles de empresarios en todo California le tomó por sorpresa el inesperado cierre de negocios de la noche a la mañana.

“De seis empleados que tenía tuve que descansar a cuatro y las ventas bajaron como en un 70%”, dijo contó este hombre, cuyo negocio tiene más de 15 años sirviendo a la comunidad angelina.

“El otro 30% [con que se mantenía] eran órdenes para llevar”.

Cuando el alcalde Garcetti mencionó la oportunidad de que podían servir al aire libre fue un alivio para Cruz ya que inmediatamente pudo abrir el patio de su restaurante para permitir la entrada a sus comensales.

Con lo que no contaba es que el calor llegaría a tratar de arruinar sus planes de mantenerse a flote y ahora lucha con no solo con el verano sino también con las olas de calor.

En los 15 años que ha llevado como dueño de negocio, Cruz dijo que el 2020 ha sido el golpe más duro.

Después de haber aprendido a sostener el negocio y tener un horario más calmado, indicó que hace poco tuvo que volver a trabajar mano a mano con sus empleados para sacar su negocio adelante.

“Ahora el que no se ajuste a los cambios va a tener que cerrar… Hay que estar preparado para lo que ni siquiera uno sabe que va a venir”.

El empresario aseguró que cuando abrió su restaurante nuevamente para que su clientela llegara a degustar sus platillos, no comenzó desde cero, comenzó en números negativos ya que se le habían acumulado las deudas.

“Sabemos que con esta pandemia hay muchos restaurantes que ya no van a volver a abrir”, dijo el oaxaqueño. “Lo hemos estado viendo desde los noventas cuando las pequeñas empresas empezaron a morir y las grandes corporaciones siguen creciendo”.

Cruz dijo que él solicitó la ayuda federal para pequeños negocios pero no calificó. Aunque piensa que es injusto, sabe que la prioridad la tienen las corporaciones con cientos de empleados.

“Al gobierno le conviene ayudar al que tiene más empleados porque si no todos ellos son los que se van a ir a pedir desempleo”.

No obstante, se mantiene positivo e intenta innovar para que su negocio prospere siempre y cuando el clima no siga causando estragos.

“Esperamos que no nos sorprendan las lluvias o los vientos”, indicó.

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