El fervor Guadalupano no se pierde en Los Ángeles, mucho menos en la pandemia
Padres heredan la fe y la tradición de vestir a sus hijos como San Juan Diego para honrar a la Morenita del Tepeyac en su día

Ernestina y Gustavo Rosales junto a su hija y nieto. Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia
LOS ÁNGELES – La devoción por San Juan Diego y la Virgen de Guadalupe fue heredada por los esposos Ernestina y Gustavo Rosales a su hija Brenda, y ella a su bebé Jeremiah, de apenas 10 meses de edad a quien vistió como el “indito” al que se le apareció la Morenita del Tepeyac, el 12 de diciembre de 1531.
“Soy Guadalupano desde que tengo uso de razón”, dijo Gustavo, de 62 años de edad, originario de Puebla, México y residente de Norwalk.
“Mis padres me inculcaron la fe y yo quiero que en mi familia sigamos amando siempre a la virgencita y a san Juan Diego; por eso mi nieto fue vestido con su trajecito de manta”.
La tradición de vestir a niños y niñas con la indumentaria de San Juan Diego y presentarlos ante la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre es una práctica de hace varios siglos en México, y que ha traspasado fronteras hasta llegar a Estados Unidos.
“Somos creyentes de la Virgen de Guadalupe. Yo le pedí a que me ayudara para que mi hijo naciera bien y también le pedí su amor de madre para que yo sea una buena mamá para mi hijo”, comentó Brenda Rosales, de 22 años y madre de Jeremiah.
La familia acudió este viernes a visitar la bella imagen de la Patrona de México que se encuentra en una pared del mercadito del Este de Los Ángeles, a donde acudieron numerosos devotos, pero sin crear aglomeraciones que pusieran en peligro su salud por la pandemia del COVID-19.
“Desde hace 20 años venimos a este lugar. Es triste que ahora no haya mañanitas ni mariachi, pero siempre es importante agradecer a la virgen los favores que nos ha hecho”, expresó Ernestina Rosales.
“Venimos ahora que no hay tanta gente, porque tengo miedo de contagiarme de coronavirus, y más porque yo sufro de asma y de diabetes”.
Según los planes de la familia Rosales, el pequeño Jeremiah sería presentado posteriormente ante la Virgen de Guadalupe, en la parroquia San Juan de Dios, en la ciudad de Norwalk.
Desde Tujunga, en el Valle de San Fernando, la señora Yolanda Solórzano, su esposo Javier y su hija Priscilla visitaron el mercadito para comprar un vestido típico para ella que le costó $50 y un par huaraches importados de Sahuayo, Michoacán para él.
“Quiero ir a la iglesia con un vestido bien bonito como el de la Virgen, para darle gracias a ella y a Dios porque aún estamos vivitos en medio de la pandemia”, comentó la señora Solórzano, nacida en Armería, Colima.
“Con mis oraciones a ella, que es mi madre y mis oraciones como mamá, mis cinco hijos han podido seguir un camino ejemplar en la vida. Doy gracias porque uno de mis hijos que estuvo en los Marines regresó a casa con vida después de tener un accidente cuando practicaba karate”.

Por su parte, la señora Ana Maldonado, originaria de San Juan de Limas, Michoacán, buscó en varios puestos el traje de San Juan Diego y de la virgen que llevaría de regalo a sus hijas para que vistieran a sus niños el 12 de diciembre.
“Yo aprendí que después de la aparición de la Virgen de Guadalupe, muchos niños fueron bautizados en la fe que profesaron sus padres, y yo quiero mis nietos sean devotos de la virgencita”, comentó.
“Yo siempre le pido a ella y a Dios que nos cuide a todos en el mundo, que nos abrace con su amor de madre y que nos ayude para aumentar nuestra fe”.
Justamente con fe, el duranguense Genaro Núñez, de 50 años de edad, hizo ayer su petición postrado a los pies de la imagen de la virgen, a pesar del dolor que tenía en sus piernas.
“Tengo diabetes y me iban a cortar los dedos del pie derecho, pero la virgencita me ha ayudado a que ya no me duelan tanto las rodillas”.
“También, me cuido y solo me arrodillo unos cinco minutos nada más; hoy [ayer] le pedí por el esposo de mi hermana que vive en Las Vegas y está enfermo de bronconeumonía, tiene agua en los pulmones, pero gracias a Dios no es COVID-19”.

Pocas ventas decembrinas
Cada año, es común observar que los puestos de trajes típicos alusivos al 12 de diciembre y la temporada de invierno y venta de sarapes atraiga a miles de personas, pero esta vez no fue así.
“Desde el 1 de diciembre solamente vendí 10 trajecitos de la virgen y Juan Diego”, expresó Yesenia Hernández, dependiente de un puesto en el mercadito del Este de Los Ángeles.
“La gente no tiene dinero y también tiene miedo salir a comprar por la pandemia”.
Enrique Silva, administrador de RC Sports declaró que este año sus padres, Rigoberto Arce y María Silva hicieron “poco pedido” de huaraches a sus proveedores de Sahuayo, Michoacán.
“Mire, el negocio está vacío; nuestras ventas han caído en un 75%”, dijo.

También, Noemí López, una vendedora de artesanías mexicanas, aseguró a La Opinión que tiene meses sin poder recuperar la inversión que hizo en su negocio.
“El año pasado hubo pocas ventas y ahora está peor, por la pandemia”, añadió.
“A lo mejor, la gente estáguardando el dinero y preparándose por si le llega a faltar el trabajo, pero en cuanto a mí, el negocio va en una decadencia completa”.