Organización trabaja para frenar la migración a EE.UU.

Integrantes apelan a la comunidad salvadoreña en Los Ángeles para reunir fondos y seguir creando líderes que permanezcan en Centroamérica

Los jóvenes tienen acceso a becas  educativas que los ayudan a alcanzar un nivel profesional../ fotos: suministradas.

Los jóvenes tienen acceso a becas educativas que los ayudan a alcanzar un nivel profesional../ fotos: suministradas.  Crédito: Cortesía

En el cantón Guarjila, ubicado en el departamento de Chalatenango en El Salvador, la Fundación Tamarindo trabaja desde hace 27 años en brindar herramientas necesarias para que los miembros de su comunidad se preparen de forma integral.

El objetivo no es solo evitar que niños y jóvenes caigan en el abismo de la delincuencia, sino también erradicar la migración a Estados Unidos.

La Opinión habló hasta El Salvador con el fundador, John Guiliano, y con cinco mujeres que han sido beneficiadas por los programas de esta organización que necesita sumar donaciones para continuar con una labor que impacta a cientos de personas en el país centroamericano.

Guiliano, originario de Nueva York pero que ha hecho vida en El Salvador desde mediados de los años 80, es el pionero de este movimiento que intenta —desde la posguerra— desarrollar la educación y la formación personal de los habitantes a través de programas educativos, deportivos, sociales y laborales.

La finalidad es que esta zona rural, una de más afectadas durante los 12 años del conflicto armado, pueda luchar contra la pobreza, la violencia de género y la deserción escolar.

“Nosotros trabajamos en la zona exconflictiva del nororiente de Chalatenango, son 42 comunidades y estamos hablando de más de 15,000 personas, entonces nuestro programa tiene un alcance más regional que comunitario”, explicó Guiliano, que también es el director ejecutivo de la fundación.

La organización se enfoca en la educación para que El Salvador empiece a romper la dependencia de las remesas que se reciben desde Estados Unidos y se frene la separación de familias causada por la migración al ‘norte’.

“Las remesas han resuelto un montón de cosas, toda la construcción que hay aquí viene de los salvadoreños que trabajan súper duro [en EE.UU.] y mandan el dinero para acá, pero el problema es que hay muchos jóvenes que no hacen nada… Hay muchos jóvenes con buenos teléfonos, buena ropa, pero no tienen padres, entonces ellos tienen dinero, pero no tienen dirección”, explica Guiliano.

“Uno de los obstáculos que tenemos en El Salvador es la desintegración familiar y de ahí viene el resto de los problemas, porque ya no hay familias”.

Desde 1992 decenas de salvadoreños se han beneficiado del programa educativo de la organización. Uno de ellos fue Jaime Rodil, quien en 2012 se graduó como cardiólogo en la Escuela Latinoamérica de Medicina de Cuba gracias a una beca obtenida a través de la Fundación Tamarindo.

“Al principio nuestras escuelas no eran adecuadas, entonces decidimos que los jóvenes necesitaban otro nivel de educación, empezamos a dar becas y a mandar estudiantes de Chalatenango a estudiar a San Salvador [la capital] y luego decidimos mandar gente a estudiar a Cuba”, explica el directivo, que además se complace en compartir que el título de Rodil es solo uno de muchos que han logrado los jóvenes de la región.

John Guiliano es fundador de la organización Tamarindo.

Mujeres de éxito

Fanny Orellana, Delmy Chavarría, Saira Carabantes, Marilú Chavarría y Nohemí Alfaro son un grupo de mujeres líderes y profesionales formadas gracias a las becas Jon Cortina otorgadas por la Fundación Tamarindo desde 2011.

Guiliano cuenta que el primer taller que impartieron fue de ciclismo, una bicicleta hizo que muchos se acercaran a conocer el proyecto.

“Yo recuerdo que los viejitos decían: ‘¿Para qué andan las niñas en bicicletas, si ellas tienen que estar haciendo oficio?’… Así comenzó todo”, relató.

Esa misma bicicleta fue la que hizo que Marilú se acercará a la fundación, sin imaginarse que años después iba a conseguir una beca para obtener su título como ingeniera en sistemas y que además le iba a permitir estudiar dos años en Jacksonville, Florida.

“Cuando yo entré lo hice motivada por las bicis. [En el lugar] también había una bolsa de box y unas pesas, pero yo más que todo entré porque veía que hacían cosas que no se estaban haciendo en la comunidad”, cuenta Marilú.

“Desde que está la fundación se han formado varios jóvenes. Al principio no se tenía el programa de becas Jon Cortina, pero siempre se ha basado en la educación, yo he estado dentro del grupo desde los 13 años y desde entonces el impacto en mí ha sido grande”, agrega la chalateca de 32 años.

Como Marilú, Fanny, Delmy y Saira lograron graduarse como licenciadas en trabajo social, mientras que Nohemí está cursando estudios de técnico en inglés. Todas fueron beneficiarias de la beca Jon Cortina y trabajan dentro de la fundación para seguir una cadena de ayuda a las nuevas generaciones.

“El impacto de la fundación en mi vida es bastante significativo. Yo empecé a venir para ser parte del programa de becas, gracias a eso me he desarrollado en el área social y comunitaria y he pasado a ser líder de otros espacios dentro y fuera de la comunidad en otras asociaciones”, comparte Fanny de 24 años.

Este grupo de jóvenes sigue la línea y se enfoca en inculcarle a la comunidad salvadoreña la importancia de estudiar para tener más oportunidades y evitar salir del país en busca de ellas.

“Tener las oportunidades con el grupo Tamarindo, de ayudarnos económicamente para el estudio, fue lo que me motivó a seguir con el sueño de tener una carrera universitaria… Ahora que trabajo en la fundación, me hace confiar que acá [en El Salvador] tenemos oportunidades y me motiva a ayudar a las personas a ver que acá también necesitamos de la fuerza laboral que se va a Estados Unidos”, asegura Saira.

La Fundación Tamarindo se ha vuelto un referente en la región por cómo ha marcado la vida de los habitantes de la zona.

“Gracias al grupo Tamarindo encontré la forma de seguirme preparando y ahora veo que las oportunidades están acá, solo tenemos que buscarlas”, afirma Delmy.

La educación es solo la base de lo que se hace en la organización, ya que cuentan con diversos programas para el desarrollo de la comunidad, desde actividades deportivas hasta talleres motivacionales y de emprendimiento para ayudar al desarrollo económico en Guarjila.

“Algo que ha hecho resaltar al grupo Tamarindo en la comunidad, son esos programas que nunca se han visto por acá, cosas como tener una pista de patinaje, que ha dado oportunidad a muchos jóvenes que han querido aprender a patinar, hemos impartido clases de natación, de voleibol, de béisbol y de rugby”, cuenta Nohemí y reconoce que es posible que sean ellos los únicos con una pista de patinaje y equipo para jugar jockey sobre rueda en El Salvador.

“Las cosas que los jóvenes aprenden en Tamarindo es salir de aquí pero hacerlo en otra parte, el Tamarindo está entregando líderes al país”, dijo Guiliano.

La fundación intenta realizar actividades didácticas para el desarrollo e integración de los niños.

Urge apoyo

Las necesidades en Fundación Tamarindo son infinitas, sobre todo en tiempos del COVID-19, cuando la falta de computadoras y recursos para educación virtual son indispensables para evitar la deserción escolar.

Es por eso que la organización pide el apoyo de la comunidad latina para continuar trabajando en el desarrollo de la niñez y la juventud en El Salvador.

“Necesitamos dinero para educar a los niños, especialmente con las escuelas cerradas hasta 2021, y quién sabe cuántos niños volverán a la escuela. Necesitamos los fondos para brindar tutoría a estos niños, porque sabemos que si estos niños pierden la oportunidad de ir a la escuela van a terminar siendo forzados a emigrar a Estados Unidos para cuidar a sus familias”, dijo a La Opinión el presidente de la Fundación Tamarindo, Steve Nasman.

La organización está trabajando arduamente para que los niños puedan continuar estudiando y reciban todos los recursos necesarios.

“Sabemos que muchas organizaciones están sufriendo económicamente, pero nosotros necesitamos los recursos para comprar computadoras y todo lo que se necesita hoy en día para estudiar y para nuestra infraestructura”, agregó Nasman, quien es residente de California.

El llamado de ayuda es para todos pero en especial para los salvadoreños que viven en Los Ángeles, ya que una gran parte de la comunidad inmigrante, se asienta en esta ciudad.

Líderes de la fundación esperan que dicho grupo, que aún guarda una conexión con su país, logre empatizar con la causa de mantener a las familias unidas en Centroamérica.

¿Cómo donar?
Para apoyar el trabajo de la Fundación Tamarindo visita: tamarindofoundation.org/donate

Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain