Por qué el asalto al Capitolio no llega a ser un golpe de estado pero acerca a EE.UU. a las democracias frágiles

Sólo una característica impide considerar los hechos del 6 de enero como un intento golpista. Y, sin embargo, abren la puerta a una dinámica peligrosa para EE.UU.

Partidarios de Donald Trump tomaron el Capitolio por la fuerza el 6 de enero de 2021.

Partidarios de Donald Trump tomaron el Capitolio por la fuerza el 6 de enero de 2021. Crédito: Getty Images

¿Hubo un intento de golpe de Estado en Estados Unidos?

Los partidarios del presidente Donald Trump irrumpieron en el edificio del Capitolio el 6 de enero, alentados por él mismo e interrumpiendo la certificación de la victoria electoral de Joe Biden.

Agitando banderas de Trump, cientos de personas rompieron barreras y ventanas para entrar al edificio donde el Congreso se reúne. Varios alborotadores murieron y algunos policías tuvieron que ser hospitalizados en el enfrentamiento. El Congreso fue clausurado.

Violento e impactante, pero lo que sucedió no fue un golpe de Estado.

Esta insurrección del trumpismo fue una violencia electoral, muy parecida a la que afecta a muchas democracias frágiles.

Qué es un golpe de Estado

Aunque los golpes no tienen una definición única, los investigadores que los estudian -como nosotros- están de acuerdo en los atributos clave que tienen que poseer para que se cumpla lo que los académicos llaman un “acontecimiento golpista”.

Los expertos en golpes de Estado Jonathan Powell y Clayton Thyne lo definen como “un intento manifiesto de los militares u otras élites dentro del aparato estatal de derrocar al jefe de Estado en funciones utilizando medios inconstitucionales”.

Esencialmente, se usan tres parámetros para juzgar si una insurrección es un golpe de Estado:

  1. ¿Son los autores actores del Estado, como autoridades militares o funcionarios gubernamentales?
  2. ¿Es el objetivo de la insurrección el jefe del Gobierno?
  3. ¿Utilizan los conspiradores métodos ilegales e inconstitucionales para tomar el poder ejecutivo?

Golpes e intentos de golpe

El 3 de julio de 2013 se produjo un golpe de Estado exitoso en Egipto, cuando el jefe del ejército Abdel Fattah al-Sisi destituyó por la fuerza al impopular presidente del país, Mohamed Morsi.

Morsi, el primer líder elegido democráticamente en Egipto, había impulsado recientemente la redacción de una nueva Constitución. Al-Sisi también la suspendió.

Esto se califica como un golpe porque al-Sisi tomó el poder ilegalmente e introdujo su propio Estado de derecho sobre las cenizas de un gobierno electo.

Los golpes, pues, no siempre logran derrocar al gobierno.

En 2016, miembros del ejército turco intentaron sacar del poder al poderoso presidente de Turquía, Reçep Erdogan.

Los soldados se apoderaron de zonas clave de Ankara (la capital) y Estambul, incluyendo el puente del Bósforo y dos aeropuertos.

Pero el golpe carecía de coordinación y de un apoyo generalizado, y fracasó rápidamente después de que el presidente Erdogan llamara a sus partidarios a enfrentarse a los conspiradores.

Erdogan sigue en el poder hoy en día.

Capitolio

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Los partidarios de Trump apuntaron a una rama de la autoridad ejecutiva con su acto: el Congreso. Otro requisito para un golpe de Estado.

¿Qué pasó en el Capitolio?

La sublevación en el Capitolio no cumple con los tres criterios para que sea un golpe de Estado.

Los partidarios de Trump apuntaron a una rama de la autoridad ejecutiva -el Congreso- y lo hicieron ilegalmente, a través de la invasión y la destrucción de la propiedad.

Estos hechos cumplen con lo estipulado en los puntos 2 y 3.

Pero, en cuanto al primer punto, los alborotadores parecían ser civiles operando por su propia voluntad, no actores estatales.

El presidente Trump incitó a sus seguidores a marchar sobre el edificio del Capitolio menos de una hora antes de que la multitud invadiera el terreno, insistiendo en que la elección le había sido robada y afirmando: “No lo toleraremos más”.

Los hechos sucedieron después de meses de difundir mentiras y conspiraciones electorales infundadas que crearon una percepción de fraude en la mente de muchos partidarios de Trump.

Sin embargo, no está claro si la motivación del presidente para inflamar la ira de sus partidarios era asaltar el Congreso y, tibiamente, les pidió que se fueran a casa mientras la violencia se intensificaba.

Por el momento, parece que los disturbios en Washington D.C. fueron ejecutados sin la aprobación, ayuda o liderazgo activo de los actores del gobierno como el ejército, la policía o funcionarios simpatizantes del Partido Republicano.

Disturbios

Getty Images
No está claro que la motivación del presidente Trump fuese que los manifestantes irrumpieran en el Congreso.

Élites no inocentes

Las élites políticas estadounidenses no son inocentes, no obstante.

Al difundir teorías de la conspiración sobre fraude electoral, numerosos senadores republicanos, incluidos Josh Hawley y Ted Cruz, crearon las condiciones para que estallase la violencia política en Estados Unidos y, específicamente, la violencia electoral.

Los académicos han documentado que la retórica política beligerante alimenta el riesgo de violencia relacionada con las elecciones.

Las elecciones son momentos delicados porque suponen una transferencia del poder político.

Cuando los representantes gubernamentales degradan y desacreditan las instituciones democráticas en mitad de un conflicto político latente, unas elecciones disputadas pueden desencadenar violencia política y el llamado gobierno de la turba.

Alborotador en el Congreso de EEUU

Getty Images
Cuando los representantes degradan las instituciones en momentos electorales, puede dispararse el llamado “gobierno de la turba”.

¿Hacia un futuro turbulento?

Los impactantes eventos del 6 de enero reflejan una violencia política del tipo que con demasiada frecuencia arruina las elecciones en las democracias jóvenes o inestables.

Los comicios de Bangladesh sufren de una perenne violencia provocada por las turbas y las insurrecciones políticas debido a años de violencia del gobierno y la ira de la oposición.

Sus elecciones de 2015 y 2018 se parecieron más a zonas de guerra que a transiciones democráticas.

En Camerún, los disidentes armados perpetraron actos de violencia en las elecciones de 2020, dirigidos tanto contra edificios gubernamentales como contra figuras de la oposición y transeúntes inocentes.

Su objetivo era deslegitimar el voto, en respuesta a la violencia sectaria y los abusos gubernamentales.

La violencia electoral de Estados Unidos difiere en las causas y el contexto de la observada en Bangladesh y Camerún, pero la actuación fue similar.

No se dio un golpe de Estado en EEUU, pero es probable que esta insurrección fomentada por Trump dirija al país por un camino política y socialmente turbulento.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Lee el artículo original aquí.

Clayton Besaw y Matthew Frank son investigadores de la Universidad Central de Florida y de Denver, respectivamente.


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