Padres obtienen residencia gracias a hijo reservista del ejército de EE UU

Desconocían que la participación del primogénito en las fuerzas armadas les ayudaría a salir de las sombras

María Isabel Aquino Reyes y Alfredo Pérez logran la residencia gracias a su hijo Luis Alfredo, quien es parte de la reserva del ejército de EE UU. (Cortesía Familia Pérez)

María Isabel Aquino Reyes y Alfredo Pérez logran la residencia gracias a su hijo Luis Alfredo, quien es parte de la reserva del ejército de EE UU. (Cortesía Familia Pérez) Crédito: Cortesía

A María Isabel Aquino Reyes y a su esposo Alfredo Pérez no les gustó para nada cuando su hijo les anunció que quería unirse al ejército al terminar la secundaria.

Logramos convencerlo de que no fuera. Teníamos miedo de que le pasara algo, pero cuando cumplió los 21 años, ya no nos pidió permiso. ‘¡Papi, mami: me voy al ejército!’. No nos quedó otra más que darle la bendición”.  

Estos padres estaban lejos de imaginar que el trabajo militar de su hijo, les abriría las puertas para obtener la residencia permanente en Estados Unidos, después de 33 años de vivir en la oscuridad migratoria.

“Emigré en 1998. Yo era soltera y vine con la idea de ayudar a mi mamá, quien se convirtió en madre soltera cuando mi papá la dejó con cinco hijos. Al ver la gran necesidad que había en mi casa y a mi mamá trabajar tanto, dejé la ciudad de México y vine a Los Ángeles”.

María Isabel Aquino Reyes muestra su tarjeta de residencia. (Cortesía Paulina Herrera)

Durante sus primeros años como inmigrante, cuidó niños y limpió casas y cuartos de hotel. En Los Ángeles conoció a Alfredo Pérez. Se casaron y tuvieron tres hijos, cuyas edades en la actualidad son de 28, 25 y 23 años. Luis Alfredo, el mayor, es quien se unió al ejército.

“En nuestro afán por arreglar nuestro estatus migratorio, vimos al menos a dos abogados que solo nos sacaron dinero y no hicieron nada”.

Fue un amigo de su hijo quien también fue al ejército, quien les comentó que había arreglado la residencia a sus padres indocumentados por medio de su trabajo militar y con el apoyo del abogado en migración Sergio Siderman.

María Isabel cuenta que su esposo no quería oír hablar de ver a otro abogado. ‘Ya nos han robado mucho’, me decía. Pero lo animé y le dije que solo íbamos a preguntar y no había nada que perder”.

Él tenía sus dudas porque incluso en algunas organizaciones no lucrativas que vieron antes de acudir con el abogado Siderman, les dijeron que no se podía arreglar a través de los hijos nacidos en el país ni aunque estuvieran en el ejército.

“Cuando fuimos a ver al abogado Siderman, mi hijo ya había dejado el ejército y era reservista. En la actualidad es asistente médico, está casado y es padre de un niño”.

El experto en migración les dijo que sí se podía solicitar la residencia por medio de su hijo en la reserva de la milicia.

“Metimos los papeles con la petición. A mi esposo le llegó la residencia el año pasado; y a mí, en marzo de este año”.

María Isabel Aquino Reyes con su hijo Alfredo, reservista del ejército de EE UU. (Cortesía María Isabel Aquino Reyes)
María Isabel Aquino Reyes con toda su familia. (Cortesía María Isabel Aquino Reyes)

Esta madre dice que se emocionó mucho cuando recibió el permiso de trabajo y su tarjeta de residente. “Uno se siente más libre y más segura, como que ya anda sin temor al manejar”.

Por desgracia, comenta que no le hace mucha ilusión ir a México porque sus padres ya fallecieron, aunque a su esposo aún le vive su madre.

“A la deportación era a lo que más temíamos durante los años que estuvimos indocumentados, porque uno ya hizo su familia aquí. Los padres y los tíos se van muriendo en México. Nos quedan primos, pero ya no es lo mismo. Nos daba miedo regresar, sin tener dónde llegar y a empezar de nuevo, sin ser ya jóvenes. Es un camino difícil”.

Pero también dice que vivieron momentos de mucha angustia, cuando se dispersaban rumores o escuchaban noticias de que ‘La Migra’ andaba en la tienda. “Uno ya no quería salir ni hacer nada”.

María Isabel afirma que celebraron la residencia con un viaje a Texas donde vive su hijo reservista, su nuera y su nieto de tres años.

“Él tomó la decisión de ir al ejército porque era algo que siempre quiso y le gustaba. Prestó servicio militar por cuatro, cinco años. Nosotros no sabíamos que al ir al ejército, íbamos a tener un beneficio. Y por eso estamos agradecidos con Dios, con mi hijo y el gobierno de este país”.

Y confía que su hijo está feliz de verlos convertidos en residentes de EE UU.

“Ahora sí, papi y mami pueden estar más tranquilos. Ahora me van a poder venir a visitar a Texas, dijo mi hijo cuando se enteró que ya teníamos la residencia”.

María Isabel Aquino Reyes conversa con su abogado Sergio Siderman. (Cortesía Paulina Herrera)

Parole in place

El abogado Siderman explicó que la petición de ajuste de estatus para un familiar directo (padres, hijos o esposos) es un beneficio migratorio de los ciudadanos estadounidenses que están en las fuerzas armadas. “En el caso de María Isabel, pudimos aplicar el beneficio de PIP (forma I-131 / Military Parole in Place) gracias a que su hijo es reservista del US Army”.

Sostuvo que muchas personas desconocen que aún cuando no estén activos, el beneficio sigue en pie. “El consejo para todos es buscar ayuda profesional y especializada en leyes migratorias”.

¿Pueden hacerse residentes, si el familiar muere en combate?

“Pueden solicitar los beneficios como reservistas. También puede hacerlo si el familiar murió. Cada caso es distinto. Sin embargo, para los familiares sin documentos de miembros de las fuerzas armadas, hay muy buenas oportunidades para obtener su residencia permanente con vías a la ciudadanía como lo logró María Isabel y su esposo”.

 

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