Refugiado: ‘Yo sí pensé que nos iban a matar’

Hombres armados incursionan en un albergue en Tijuana; amenazan a algunos migrantes en la calle

Ernesto  y Joaquín afuera del refugio.

Ernesto y Joaquín afuera del refugio. Crédito: Manuel Ocaño | Impremedia

Joaquín, un adolescente que huyó del estado de Michoacán cuando miembros de un cartel de las drogas quería reclutarlo por la fuerza, platicó a La Opinión que un grupo de hombres armados con fusiles lo interceptaron a él y a su primo cuando habían salido de un albergue en Tijuana para comprar sodas en una tienda.

“Nos encañonaron y nos preguntaron que cuáles eran nuestros apodos, pero nosotros no tenemos apodos”, dijo Joaquín, “todo pasó muy rápido, llegaron en dos camionetas (SUV), y se bajaron rápido a apuntarnos con sus armas”.

Mientras unos los interrogaban sin dejar de apuntarles, otros les quitaron a ambos sus celulares y comenzaron a revisarlos.

Ernesto, su primo más joven, dijo que sintió mucho miedo cuando escuchó que uno de ellos cortaba cartucho.

El pastor Rivera habla en una conferencia de prensa.

“Yo sí pensé que nos iban a matar”, dijo.

El incidente ocurrió hace dos semanas, cuando a plena luz del día –ambos dicen que eran las 3 de la tarde—los jóvenes apenas habrían salido unos 50 pasos fuera del albergue migrante Ágape, en la periferia de Tijuana.

Pero este jueves fue diferente, cuatro hombres armados entraron al albergue.

“En ese momento yo no estaba en Ágape”, dijo el pastor Albert Rivera, el director, “pero había dejado a una persona encargada”.

El encargado accedió a narrar a la prensa lo que sucedió, pero a condición de que le permitieran cubrirse con mascarilla, lentes obscuros, una gorra, y, aún así, pidió a medios audiovisuales que por favor distorsionaran el timbre de su voz.

“Se metieron cuatro hombres a un pasillo que lleva al área central del albergue. Apenas habían entrado y caminaban hacia adentro cuando me di cuenta de que estaban armados –todos llevaban armas cortas a la cintura–, salí a su encuentro y les pregunté qué se les ofrecía”, dijo el encargado.

Cuando el grupo armado entró, los migrantes se escondieron en cuartos y se apartaron de la vista.

“Me dijeron que buscaban a dos personas a las que se refirieron por apodos”, siguió el encargado, “yo les dije que ahí no había nadie con esos apodos”.

Los hombres todavía estuvieron un momento dentro del albergue y luego se marcharon sin amenazar a nadie.

El encargado llamó por teléfono de inmediato al pastor para avisarle.

Luego de amenazas a migrantes que huyeron de la guerra entre cárteles, principalmente de Michoacán, la Secretaría de Gobernación entregó al pastor Rivera un “botón de pánico”, un dispositivo que las autoridades dan a periodistas y defensores de derechos humanos cuando son amenazados.

Se supone que al apretar el botón de pánico que el pastor lleva a la vista colgado del cuello, respondería de emergencia la Guardia Nacional, con el envío urgente de un grupo de efectivos armados para defender al pastor o a los migrantes.

“La Guardia Nacional sí respondió, pero cuatro días después”, dijo el pastor a La Opinión, “solo se presentaron, pero no investigaron”.

“Esto es muy peligroso”, dijo, “porque nosotros estábamos confiados en que ante cualquier emergencia nos iban a auxiliar con rapidez, pero más bien nos dejaron ver que nos pueden dejar por nuestra cuenta, desprotegidos”.

En el albergue hay más de 300 personas, por lo menos 131 son niños. De acuerdo con cálculos del pastor Rivera. El 85 por ciento de los migrantes en Ágape son mexicanos, principalmente de Michoacán y en menor número de Guerrero.

Todas esas personas son desplazadas por la guerra entre los carteles de las drogas que han llegado a Tijuana en busca de asilo en Estados Unidos, bajo amenaza de que serían perseguidos hasta la frontera.

El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), uno de los que está en conflicto armado en Michoacán y otros estados con desplazados, también tiene presencia en Tijuana, donde disputa la “plaza” con el cartel de Sinaloa, de acuerdo con datos de la Administración Federal contra las Drogas (DEA).

Luego de ambos incidentes armados en las inmediaciones del albergue y de reiteradas amenazas desde Michoacán, porque la fiscalía estatal en Tijuana informa a su similar en Michoacán cada vez que se presenta una denuncia, el pastor y docenas de migrantes decidieron quejarse.

Formaron un contingente que fue a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en Tijuana para exigir protección ante posibles agresiones.

Varias de las amenazas desde Michoacán y Guerrero a migrantes en Tijuana son de muerte.

La semana pasada la administración del presidente Joe Biden canceló definitivamente el proceso con el que cruzaba diariamente a solicitar asilo una cuota de 55 casos a lo largo de la frontera.

La oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) informó que tramita las solicitudes que le fueron entregadas hasta el jueves de la semana pasada, pero esas serán todas.

Mientras tanto la administración Biden ha advertido que inició deportaciones de familias hasta el sur de México, para dificultar que regresen a la frontera, y que llevará a juicio a los varones reincidentes en cruzar la frontera sin permiso, aun si es para entregarse a oficiales para pedir asilo.

El pastor Rivera dijo temer que al encontrarse los migrantes varados en Tijuana, amenazados, con represalias a sus familiares en sus lugares de origen si denuncian ante la fiscalía estatal, y sin poder cruzar a pedir asilo, pronto puedan presentarse desgracias entre la comunidad.

“Claro que nos queda orar, pedir a Dios que no nos desampare”, dijo el pastor, “sin embargo creemos que las autoridades pueden hacer su trabajo y proteger a todas estas familias indefensas que ya perdieron todo lo material al tener que huir para salvar sus vidas”.

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