Cómo ayudar a las personas de bajos ingresos a comprar automóviles

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Las mañanas eran un caos cuando Donna, que entonces tenía 32 años y era madre de niños pequeños, no tenía auto. Tenía que despertar a sus hijos a las 5 de la mañana para llevarlos a la escuela en transporte público.  

“Les decía: ‘Niños, agarren la barra de cereal’”, le contó a un investigador en una entrevista para un artículo publicado el año pasado en el Journal of Planning Education and Research. “Vámonos”. 

Esto cambió después de que Donna, identificada por su nombre de pila en el artículo, se conectó con la organización sin fines de lucro Vehicles for Change (VFC), que se describe a sí misma como el programa asequible de adquisición de automóviles más grande del país. Desde 1999, VFC ha proporcionado más de 7,000 automóviles, camiones y minivans a familias sin autos de bajos ingresos en Maryland, Virginia y Washington DC.

Para la mayoría de las personas en los Estados Unidos, tener un automóvil es una necesidad, no un lujo. Pero comprarlo también es un tanto difícil para muchas personas o representa una carga financiera tal que obtener un préstamo se convierte en un riesgo. Las personas que enfrentan las mayores dificultades son también a las que les suelen tocar las tasas de interés más altas. El VFC y programas como este ayudan a otorgar préstamos con intereses bajos a consumidores de bajos ingresos, ayudándoles a reconstruir su crédito y salir de la pobreza.

Los solicitantes de VFC necesitan la derivación de una agencia de servicios sociales y deben cumplir con ciertos requisitos de ingresos y laborales, entre ellos tener alrededor de $500 en ahorros para cubrir los gastos de seguro y registro. Una vez aceptados, el VFC gestiona préstamos de bajo costo a 12 meses para los solicitantes, con un pago mensual típico de entre $80 y $90. Haber presentado una quiebra o un embargo anteriormente no afecta la posibilidad de aprobación del solicitante, afirma Simone Baptiste, directora de comunicaciones de VFC.

La mayoría de los automóviles en el programa de VFC, muchos de ellos donados, tienen menos de 15 años, fueron sometidos a inspecciones por seguridad y el odómetro no registra más de 150,000 millas, afirma Baptiste. También tienen garantía en la transmisión de 6,000 millas y 6 meses.

Nicholas Klein, profesor de planificación urbana y regional en Cornell que escribió el artículo de la revista y entrevistó a 30 solicitantes de VFC en su investigación, descubrió que el programa mejoró enormemente las vidas de las personas que resultaron admitidas. 

Por ejemplo, Donna le dijo que tener un automóvil significaba que podía llegar a casa 2 horas antes todas las noches para “preparar la cena, ayudar a mis hijos con la tarea, bañar al bebé”. Otros pudieron encontrar trabajos mejor pagados. 

“Tener acceso a un automóvil brinda ventajas en la accesibilidad”, comenta Klein. “Puedes conseguir más cosas”.

Si bien no se dispone de datos detallados sobre los resultados de los participantes del VFC, las observaciones anecdóticas de Klein se relacionan con otros estudios que vinculan estrechamente tener un automóvil con mayores ingresos y una mejor calidad de vida

Por un lado, acceder a un automóvil, especialmente en muchos lugares de los Estados Unidos que carecen de transporte público o donde es poco confiable, facilita llegar al trabajo a tiempo y, por lo tanto, conservar un trabajo o encontrar nuevas oportunidades laborales mejor pagadas. La movilidad también tiene un impacto positivo en los estilos de vida. “Cuando hablamos con los beneficiarios, muchos de ellos están muy entusiasmados por llevar a sus hijos a una aventura”, señala Baptiste.

¿Un programa nacional?

A algunos críticos de los programas de adquisición de automóviles subsidiados les preocupa que pueda contribuir negativamente a problemas como la contaminación y la expansión suburbana, sostiene el artículo de Klein. A algunos también les preocupa que la carga financiera de tener un automóvil sea demasiado exigente para las personas de bajos ingresos.

Pero Klein manifiesta que los críticos “no contemplan lo que sucede ante la ausencia de estos programas”. 

Por ejemplo, los prestatarios de automóviles de bajos ingresos suelen tener que lidiar con el mercado de autos usados, en donde pueden terminar obteniendo financiamiento a altas tasas porcentuales anuales por automóviles poco confiables y que finalmente se averían. Muchas de las personas que entrevistó Klein habrían comprado un automóvil si no fuera por el VFC, señala, “pero no creo que los resultados hubieran sido tan buenos”. 

Cuando tienes bajos ingresos, “las opciones para comprar un auto son realmente muy malas”, explica. “El mercado de autos usados es traicionero, pero la magnitud que alcanzó fue realmente impactante. La gente estaba siendo estafada, estaban comprando chatarra”. En el transcurso de más de una década, una entrevistada dijo que compró 7 autos que no eran confiables o que terminaron descompuestos.

Las observaciones de Klein complementan los resultados de una investigación de Consumer Reports sobre préstamos para automóviles. Descubrimos que los consumidores con crédito más bajo pueden pagar tasas de interés que exceden el 25%. 

“Esto realmente resalta el grado en el que las familias con bajos ingresos se enfrentan a una adquisición precaria de automóviles”, exclama Klein.

Dónde obtener ayuda

Si vives en Virginia o Maryland, visita el sitio web de Vehicles for Change para obtener información sobre los requisitos de elegibilidad y cómo postularse al programa

También hay más de 120 programas similares en todo el país, según Working Cars for Working Families, una iniciativa del Centro Nacional de Derechos del Consumidor, una organización sin fines de lucro. 

Esos programas brindan préstamos a bajo interés para la compra de automóviles y pueden igualar los ahorros para el pago inicial y las compras, afirma el sitio web del grupo. 

El estudio de Klein también señala la existencia de programas de colaboración del gobierno local para ayudar a los consumidores de bajos ingresos a reparar automóviles, como la iniciativa Tune In & Tune Up en el Valle de San Joaquín de California, que ayuda a subsidiar las reparaciones de los vehículos que no pasan las pruebas de contaminación. 

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