Otra vez la vacunación en las escuelas

Gente de Los Ángeles: urge la vacunación de nuestros niños

La escuela fue reconstruida y es ahora una de las más nuevas en el LAUSD.

Escuela secundaria Garfield, en el este de Los Ángeles.  Crédito: Ciro Cesar | La Opinión

El azote de la variante Omicron del COVID-19 es un peligro real para nuestros niños, por ser tan transmisible y de fácil contagio. 

Su principal foco de infección es la escuela. Por ello, éstas cerraron por largos meses, y por ello, varios de los más de mil distritos escolares de California han hecho obligatoria la vacunación para acceder a clases, más allá de las regulaciones estatales. Además imponen el uso de mascarillas, distanciamiento social, educación a distancia y otras medidas de prevención. 

El gobernador ha declarado que los distritos escolares tienen la autoridad para imponer requerimientos de vacunación de sus alumnos y cuerpo docente como requisito para ingresar a la escuela. 

Pero la mayoría de los distritos escolares han estado en compás de ansiosa espera por temor a complicaciones legales y logísticas de la medida.

Ahora, el juez de la Corte Superior del condado de San Diego, John S. Meyer, ha justificado sus temores.

Meyer, designado en 1992 por el entonces gobernador, el republicano Pete Wilson, decretó que el distrito escolar Unificado de San Diego carece de autoridad para imponer vacunaciones, al igual que todos los sistemas escolares de California. Es algo que solo el estado puede hacer. 

Es la primera vez que un mandato de vacuna COVID-19 en la nación se anula en un fallo final.

Ahora, el distrito Unificado de Los Ángeles (LAUSD) está revisando sus opciones. La puesta en marcha de su propia decisión de imponer vacunas había sido postergada para enero. 

Y entre 28,000 y 34,000 de sus alumnos no están vacunados. Ya no hay tiempo para que lo estén el 10 de enero como pide el distrito. 

Pero por ahora siguen ingresando a clase. 

En San Diego, la demanda fue interpuesta el 12 de octubre por una organización de padres, con el absurdo nombre de Let Them Breathe. Denominaron su campaña escolar Let Them Choose. Déjenlos respirar y déjenlos elegir. La parte de respirar corresponde a la falsa afirmación de que el uso de máscara previene, o dificulta, la respiración. 

El grupo dice representar a 30,000 familias. 

No se limitan a obstaculizar la vacunación sino también el requerimiento de mascarillas. Utilizan medios como irrupción violenta de reuniones de distrito y agresiones a docentes y cuerpo directivo. 

La declaración de su portavoz al dictamen de Meyer fue que “la unión de los padres en un movimiento de base para defender los derechos de nuestros niños es poderosa y eficaz”. Es insoportable que hablen de los derechos de sus hijos (¿a qué), que los conviertan en soldados de la primera fila de sus propios prejuicios.

Tienen un concepto tortuoso, retorcido, de la realidad en la que vivimos. Luchan por una supuesta libertad que excluye la libertad real de otros, lo cual no les molesta en lo más mínimo. 

No existe el derecho a contagiar a otros de una enfermedad gravísima. 

Pero sí existe el derecho a la vida, a la salud, a estudiar. Los niños vacunados tienen derecho a ser protegidos del contagio que algunos de sus compañeritos no vacunados causarían. 

No menos subleva la demanda interpuesta contra LAUSD por el grupo Children Health Defense, liderado por Robert Kennedy, el hijo del senador asesinado del mismo nombre. Este activista ha declarado hace años que las vacunas causan autismo, sin evidencias médicas. 

Recordemos que al día de hoy existen en el país dos millones de niños entre 5 y 11 años con COVID-19.  De ellos 8,300 seguían hospitalizados recientemente y más de 100 habían fallecido del mal. Eso sin contar complicaciones y efectos secundarios. 

El llamado movimiento de vacilación (hesitancy) respecto a la vacuna, antes incluía a serios segmentos de nuestra comunidad, especialmente hombres jóvenes. La desinformación, el temor y el poco tiempo disponible para irse a vacunar conducía a la baja tasa de vacunación. Los esfuerzos educativos de organizaciones comunitarias, medios de comunicación, iglesias, gobiernos, escuelas, etc., han resuelto el problema en gran parte. 

Los militantes que ahora dirigen esta ofensiva contra las escuelas son parte de un grupo que está ahora compuesto mayormente de blancos, de republicanos, de fanáticos de Trump. 

Es deplorable que hayamos llegado a criticar a los padres de niños cuando tienen temores serios aunque infundados, porque recogen información malintencionada y presión social para no vacunarse. Pero no hay alternativa. Los niños en edad escolar deben estar vacunados a la brevedad, y hasta que no lo estén tienen que estudiar de otras maneras.  

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