Contra la supresión del voto

Debemos movilizar a nuestras comunidades y pedirle al Senado que pase leyes para salvaguardar nuestro derecho al voto

La jueza argumental que la cancelación de la cita electoral "priva" a neoyorquinos de su derecho al voto.

Crédito: Stephen Maturen | EFE

El año pasado, cuando legisladores demócratas en Texas fueron forzados a huir del estado para prevenir que los republicanos aprobaran un proyecto de ley para oprimir el voto, su presencia hizo el argumento más poderoso en favor del derecho al voto. Era un grupo diverso e inclusivo, y viendo las imágenes de estos legisladores y escuchando sus nombres cuando se presentaban en juntas con miembros del congreso federal en Washington, y en eventos virtuales, era difícil no pensar si los legisladores afroamericanos y latinos estarían presentes si la Ley del Derecho al Voto de 1965 nunca hubiese sido aprobada. 

Esta semana, el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris hacen su mejor argumento para que el Congreso federal apruebe dos propuestas de ley que buscan proteger y expandir el derecho a votar. Ahora bien, los republicanos siguen su lucha por defender el legado de la supremacía blanca al restringir el derecho al voto. Ante esta situación, podemos hacernos dos preguntas: ¿Cómo se verán las cámaras legislativas en 50 años si las leyes de supresión continúan restringiendo el derecho al voto? Y, ¿qué pueden hacer las comunidades afroamericanas y latinas para proteger nuestro derecho constitucional a votar? Al final, somos quienes perderemos más derechos bajo estas leyes.

La supresión del voto se ha reflejado de diferentes formas en las comunidades afroamericanas y latinas y ha impedido nuestro crecimiento en la arena política.

A través de la intimidación y violencia, las leyes racistas de Jim Crow en el sur de los Estados Unidos prohibían que la comunidad afroamericana tuviera acceso al voto, y leyes similares conocidas como “Juan Crow” en Texas y otros estados del suroeste también mantuvieron a los mexicanoamericanos fuera de las urnas electorales. Ambas comunidades fueron marginadas del proceso de elegir a sus funcionarios. Tener voz y voto en las leyes que tenían un impactó en sus vidas o postularse para puestos públicos, era prácticamente imposible. Sin embargo, una vez aprobada la Ley del Derecho al Voto de 1965 y su extensión en 1975, los votantes afroamericanos y latinos pudieron crear su propio camino para aumentar nuestro poder político y remover las barreras que silenciaron las voces de nuestros votantes por mucho tiempo.

En un devastador golpe al progreso, los derechos otorgados por Ley del Derecho al Voto fueron entorpecidos por la decisión de la Corte Suprema en 2013. Con la decisión del Supremo, muchos estados incrementaron los ataques para limitar el derecho al voto. Los legisladores republicanos optaron por utilizar el poder otorgado por sus cargos para desmantelar los derechos civiles y el progreso de justicia social logrado durante las últimas seis décadas. 

Al atacar el derecho al voto, los republicanos también han decidido dañar el poder político que tanto esfuerzo nos ha costado a las comunidades de color. Si los estados continúan aprobando leyes para suprimir el voto, veremos a las siguientes generaciones de afroamericanos y latinos enfrentarse a un gobierno que no cuenta con nuestra representación y nuestras voces.

Las comunidades afroamericanas y latinas tienen recursos y voz. Comandan un bloque electoral de 62 millones de votantes, una presencia creciente en puestos públicos y un movimiento que adquiere cada vez más poder político. Si hubo un momento para hacer un parteaguas y poner fin a la supresión del voto y expandir nuestros derechos, es ahora. 

Si bien nuestras historias son distintas, las comunidades afroamericanas y latinas pueden encontrar puntos en común con los que podemos seguir luchando por la igualdad y justicia. Ambas han sufrido y continúan sufriendo bajo la opresión sistémica, como la violencia, las desigualdades en el acceso al cuidado de salud, discriminación inmobiliaria y la angustia económica.

Podemos utilizar nuestras experiencias similares y unirnos para colaborar y movilizar a nuestras comunidades para que voten por candidatos que apoyen los derechos civiles y de los votantes. La mayoría de los votantes afroamericanos y latinos apoyan a los demócratas, lo que refleja los temas y políticas que tenemos en común. Tenemos el poder de movilizar a un bloque formidable para elegir a más demócratas que puedan luchar por los derechos para votar en legislaturas estatales, pero más importante, en la Cámara de Representantes y el Senado, los cuales están en juego en las elecciones del 2022. 

Aunque aparentemente la responsabilidad de proteger su derecho al voto cae sobre los votantes, ellos enfrentan leyes diseñadas para impedir su acceso a las urnas. Ni organizando a los votantes o legisladores rompiendo el quórum nos protegerá de las amenazas de las leyes de supresión de votantes. Nuestras comunidades merecen las mismas protecciones otorgadas por la Ley del Derecho al Voto de 1965. Debemos movilizar a nuestras comunidades y pedirle al Senado que pase leyes para salvaguardar nuestro derecho al voto. Para que esto suceda, el Senado debe eliminar el ‘filibuster’, un viejo mecanismo del Senado, e impedir que los republicanos sigan obstruyendo medidas para proteger el derecho al voto. Sin medidas por parte del gobierno federal, continuaremos en un camino peligroso y se multiplicarán las inequidades y un sistema opresor.

En 50 años, queremos que nuestras generaciones futuras vean en su pasado las batallas que lucharon la delegación de Texas, Stacey Abrams, Alex Padilla y muchos otros, y que se enorgullezcan de cómo se detuvo la supresión de los votantes frenada una vez más por la voluntad y el poder de la gente. 

Nathalie Rayes es la presidenta de Latino Victory y Stephanie Brown James es la cofundadora y asesora de Collective PAC

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