Una granja urbana con un sentido de inclusión para todos en Compton

Alma Backyard Farms ayuda a las personas a readaptarse a la sociedad, al mismo tiempo que ofrece alimentos orgánicos a precios accesibles

Erika Cuellar (i) junto a miembros previamente encarcelados y voluntarios. (Jacqueline García/La Opinión)

Erika Cuellar (i) junto a miembros previamente encarcelados y voluntarios. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: (Jacqueline Garcia/La Opinión) | Impremedia

Como cada otro domingo del mes, la granja urbana Alma Backyard Farms en Compton abrió sus puertas ayer para que el público comprara frutas y verduras orgánicas cultivadas localmente, así como panes, productos básicos de despensa y artículos para el hogar hechos de madera sostenible. Todo a un precio muy asequible.

Las compras iban acompañadas de muy buena música en vivo, así como un ambiente de unidad e inclusión para chicos y grandes de diferentes etnias.

Entre los visitantes estaba la señora Gregoria Rivas, quien llegó desde Echo Park para hacer sus compras y disfrutar de la naturaleza del jardín.

“Yo me he curado con la comida de aquí porque todas las enfermedades que nos da en veces son por la comida”, dijo Rivas. “Me gusta venir también a comprar el té y jabón orgánicos”.

Otra visitante fue Bethany Hernández, quien se enteró hace un tiempo del jardín por las redes sociales y llegó a hacer sus compras desde la ciudad de Bellflower.

“Me gusta que la comida es orgánica y cultivada localmente. Hoy llevamos naranjas, remolacha, chicharos, apio y flores”, dijo Hernández quien iba acompañada de su hija.

La granja urbana  de tres cuartos de acre fue establecida en el 2013 en el lote de una escuela. Cuenta con 64 camas elevadas de madera, 36 filas en el suelo, 12 árboles de frutas, 8,000 pies cuadrados de jardines polinizadores y un jardín de aprendizaje para los niños.

Gregoria Rivas llegó a hacer sus compras. (Jacqueline Garcia/La Opinión) Crédito: (Jacqueline Garcia/La Opinión) | Impremedia

El jardín no solo vende y comparte los productos orgánicos, pero uno de sus objetivos principales es ayudar a las personas previamente encarceladas a retribuir a las comunidades a las que alguna vez afectaron o de las que fueron removidos.

Erika Cuellar, co-fundadora del jardín, dijo que inicialmente tomó interés en crear este espacio cuando comenzó a trabajar para la organización Homeboy Industries que trabaja con personas que han salido de la cárcel. Ahí entendió que las personas estaban dispuestas a devolver de forma positiva a la comunidad siempre y cuando hubiera oportunidades.

“Descubrimos que la agricultura urbana podría ser el vehículo que permita esas oportunidades como se ve hoy. Aquí no hay un área dividida como si las personas que fueron a prisión están aquí y las personas que no lo fueron están acá”, explicó Cuellar. “Todo es integración y, por lo tanto, cultivar alimentos y nutrir nuestros cuerpos nos permite unirnos”.

Disfrutando el trabajo voluntario

Armando Padrón, de 45 años de edad, se enteró del jardín mientras participaba en un programa de reintegración a la sociedad con la Coalición Contra la Reincidencia (ARC) después de salir de la cárcel hace poco más de tres años.

“Vengo aquí porque me gusta ver el espíritu de la comunidad, mientras aprendo acerca del cultivo y tengo mucha energía que puedo compartir con el mundo”, dijo Padrón, originario de Pacoima y de padres mexicanos.

Padrón, cuyo trabajo regular es la construcción, ya es experto en la jardinería y en todo lo que ahí se cultiva. Explicó que previo al jardín, su experiencia era muy limitada solo con lo que veía que plantaba su mamá.

“También lo que veía con mi papá porque él trabajó en los campos y traía la comida y nada más. Pero creo que todos tenemos esa pasión dentro”, dijo Padrón quien disfruta pasar su tiempo libre en el jardín.

Otro participante es Isabel Ríos de 47 años. Él ha participado en el programa por tres años y, al igual que Padrón, fue referido por ARC.

Alma Backyard Farms se encuentra en la ciudad de Compton. (Jacqueline García/La Opinión) Crédito: (Jacqueline Garcia/La Opinión) | Impremedia

Ríos dijo que comenzó construyendo las camas de madera, mientras aprendía acerca de la agricultura de frutas, vegetales, así como sus cuidados para que crezcan.

“Se convirtió como en una pasión para nosotros porque fue una forma positiva de regresar algo a la comunidad”, informó Ríos. “En mi caso también era como encontrar un propósito en la vida en un momento especifico y lo encontré aquí”.

Ríos, de raíces mexicanas, dijo que le agrada el sentimiento de una familia extendida y sobre todo que haya un lugar tan agradable y diferente en el barrio.

“Se siente la serenidad y te permite estar en contacto con la naturaleza, escuchar los pájaros, ver las mariposas y los colibrís, algo que usualmente no se ve aquí y tendrías que ir a otros lugares para disfrutarlo”, explicó Ríos.

El trabajo continua

Cuellar, quien creció en el área vecina de Compton, Watts, dijo que de pequeña vio todos los problemas que ahora abordan en la misión de la granja urbana; el encarcelamiento y las pandillas, la falta de buena comida y la falta de espacios verdes.

“A través de Alma creamos oportunidades para los que estuvieron encerrados, cultivamos buenos alimentos y los distribuimos en la comunidad a muy buenos precios; además, creamos espacios verdes y seguros para los niños”.

Cuellar detalló que actualmente cuentan con tres jardines comunitarios y planean expandirse. Uno es literalmente un patio trasero en el este de Los Ángeles, una granja urbana en San Pedro, que actualmente está en pausa, y la granja urbana en Compton.

Subrayó que buscan principalmente lugares que estén en comunidades donde hay inseguridad alimentaria, lo que limita la comida disponible y asequible. Cuellar agregó que este esfuerzo ayuda a la causa también porque las personas que salen de prisión usualmente están en estas comunidades en busca de apoyo.

“El jardín se convierte en ese espacio que crea esas oportunidades, no solo para la educación y el empleo, sino también para la buena comida” subraya.

Richard García, co-fundador del jardín, dijo que en todo este tiempo él ha visto lo que la agricultura urbana causa en la gente.

“Existe una relación entre este espacio que habitamos y aunque decimos: ‘Hey, voy a cultivar el espacio’, creo que el espacio nos cultiva a nosotros y he sido testigo de eso con el tipo de transformación que ha causado en la vida de las personas”, explicó García. “Hemos brindado a las personas un sentido de propósito y ayudarlos a cumplir su pasión de alimentar y nutrir a otros”.

Actualmente el jardín cuenta con alrededor de 20 voluntarios previamente encarcelados que donan su tiempo durante el año.

García indicó que la idea eventualmente es reabrir la granja urbana de San Pedro, que fue pausada debido a la pandemia del Covid-19, y abrir una granja más en Riverside.

Su próximo evento en Compton será el 29 de mayo. Para más información puede visitar www.almabackyardfarms.com o mediante Facebook e Instagram en @AlmaBackyardFarms

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