Los Mormones y su historia con la poligamia
Los seguidores de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días habían estado practicando la doctrina del “matrimonio plural” desde la década de 1840.
El 24 de septiembre de 1890, frente a la inminente destrucción de su iglesia y estilo de vida, los líderes religiosos emitieron de mala gana el “Manifiesto Mormón” en el que ordenan a todos los Santos de los Últimos Días que respeten las leyes contra la poligamia de la nación.
A los líderes se les había dado pocas opciones: si no abandonaban la poligamia, enfrentarían la confiscación federal de sus templos sagrados y la revocación de los derechos civiles básicos para todos los miembros de la iglesia.
La mejor evidencia disponible sugiere que el fundador de la iglesia, Joseph Smith, comenzó a tomar esposas adicionales en 1841, y los historiadores estiman que eventualmente se casó con más de 50 mujeres.
Durante un tiempo, la práctica estuvo envuelta en secreto, aunque los rumores de la poligamia generalizada habían inspirado gran parte del odio y la violencia iniciales dirigidos contra los Santos de los Últimos Días en Illinois.
Después de establecer su nuevo estado teocrático centrado en Salt Lake City, los ancianos de la iglesia confirmaron públicamente que el matrimonio plural era una creencia SUD central en 1852.
La doctrina era claramente unilateral: las mujeres SUD no podían tener múltiples maridos, tampoco podía participar cualquier hombre SUD, solo aquellos que demostraron niveles inusualmente altos de dignidad espiritual y económica podían practicar el matrimonio plural, y la iglesia también requería que la primera esposa diera su consentimiento.
Como resultado de estas barreras, relativamente pocos hombres tenían varias esposas. Las mejores estimaciones sugieren que los hombres con dos o más esposas constituían solo del 5 al 15 por ciento de la población de la mayoría de las comunidades SUD.
Aunque solo una pequeña minoría de Santos de los Últimos Días practicaba el matrimonio plural, muchos líderes de la iglesia eran muy reacios a abandonarlo, argumentando que hacerlo destruiría la forma de vida SUD. Sin embargo, irónicamente, el llamado del Manifiesto Mormón para poner fin a la poligamia allanó el camino para una mayor cooperación entre los mormones y los gentiles y bien pudo haber ayudado a asegurar la vitalidad duradera de la religión.
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