Desesperados, dueños de La Pupusa Urban Eatery luchan por un permiso para su negocio

Sin mayor explicación, miembros del Concejo Vecinal de Pico-Union desecharon su petición

Juan Sarabia, junto a sus esposa Stephanie, con los planos aprobados para expandir su pupusería.

Juan Sarabia, junto a sus esposa Stephanie, con los planos aprobados para expandir su pupusería. Crédito: FOTOS: JORGE MACÍAS | Impremedia

En lo que parece ser una situación de violación al debido proceso, el Consejo Vecinal Pico-Union rechazó una petición de los dueños salvadoreños de una pupusería para obtener un permiso de venta de cerveza y vino.

A Juan Sarabia y Stephanie Figueroa, dueños de La Pupusa Urban Eatery les informaron casi dos años después de esperar que su solicitud había sido rechazada.

Ocho de los 12 miembros del Consejo Vecinal votaron de forma unánime desde mayo de 2021 y recomendaron un “no” a la solicitud de los esposos Sarabia.

Apenas hace pocas semanas, el Departamento de Planeación de la ciudad les aprobó sus planos para hacer expandir su negocio. Por este trámite les cobraron alrededor de $10,000 dólares.

Sin embargo, el permiso para la venta de cerveza y vino les fue denegado oficialmente el 16 de mayo de 2022.

“A nosotros no nos dijeron nada ”, dijo Juan, de 42 años, hijo de inmigrantes salvadoreños originarios de Usulután.

Juan y su esposa abrieron su pupusería hace cinco años y, al igual que miles de pequeños empresarios latinos se vieron afectados sustancialmente por la pandemia del coronavirus.

“Entre los gastos actuales y el pago de $4,000 dólares de renta mensuales y lo que hemos dejado de recibir, yo calculo que nuestras pérdidas son casi $300,000 en un lugar que no hemos podido abrir desde hace dos años”, dijo. “El dueño del edificio no nos perdonó ni un centavo”.

“Por más de 20 años guardamos nuestros ahorros para invertirlos; es descorazonador lo que nos está pasando, pero aún tenemos esperanza de que nos den el permiso”, consideró Stephanie Figueroa.

“Cuando fuimos a la universidad para graduarnos, lo primero que pensamos fue abrir un negocio y devolverle a la comunidad todo el apoyo que nos dieron…eso es lo que hemos hecho en escuelas y centros comunitarios y necesitamos que nos apoyen”.

La pareja hace un gran labor de trabajo comunitario en su área.

Consejo Vecinal no responde

Supuestamente, Jay Park, el presidente del Consejo Vecinal Pico Union y la secretaria, Aurora Corona dijeron a los Sarabia: “Ya votamos y nada va a cambiar; no vamos a votar otra vez. ¡No, es no!”.
Ambos personajes fueron contactados por teléfono y correo electrónico, pero no contestaron preguntas directas del por qué no informaron a los dueños de La Pupusa Urban Eatery de su decisión en mayo de 2021, y de la respuesta final de la ciudad, un año después.

Tampoco respondieron si habían violado el debido proceso en la negativa de solicitud a los Sarabia, específicamente cuando en una segunda reunión virtual que tuvieron ocho de los 12 miembros del consejo, uno de ellos abandonó la sesión, a fin de evitar una nueva votación. Para que el concilio vecinal apruebe una solicitud, que envía al Departamento de Planeación de la ciudad de Los Angeles, se requieren ocho de 12 votos.

La voz de los residentes

Residentes que han vivido por décadas sobre la misma cuadra del 1051 W Washington Boulevard donde se ubica La Pupusa Urban Eatery manifestaron a La Opinión que nunca fueron notificados de alguna consulta pública por parte del Consejo Vecinal de los intentos de los dueños del negocio de solicitar el permiso condicional de venta de cerveza y vino.

“Nadie nos informó, pero nos opondríamos de igual manera”, dijo una vecina. “No queremos borrachos, indigentes ni drogadictos en esta área”.

Misael Méndez, de Guatemala dijo que temía por la seguridad de su hija Rosemary, que acude a la secundaria Alliance Gertz-Ressler.

“No me gustaría que allí vendieran cerveza ni vino; eso en exceso es malo y si te excedes hay problemas”, indicó.

Tres hermanos: Derrick (14), Luis (16) y Génesis Mondragón (17), quien pasan todos los días por esa calle, dijeron que no les molesta en lo absoluto lo que suceda en la pupusería ni en el restaurante.
“Para nada nos molesta; nosotros solamente caminamos por aquí, y nunca hemos tenido un problema”, dijo Luis.

Por su parte, Esmeralda Machuca, trabajadora de Panadería Salvadoreña destacó: “Estas personas son buenas; quieren hacer crecer su negocio en la comunidad donde nacieron y la gente cuando sale cansada quiere disfrutar de su comidita y una cervecita que a nadie le hace daño”.

“Elos quieren hacer crecer su negocio en la comunidad donde nacieron”: Esmeralda Machuca, trabajadora de Panadería Salvadoreña .

De igual manera se expresó Doroteo Ibarra, un guatemalteco que compró pupusas en el pequeño negocio.

“Nunca he visto un problema aquí; esta gente [los Sarabia] merecen que se les apoye”.

“La pareja merece que les den el permiso; son buenas personas”: Doroteo Ibarra, de Guatemala.

“A nosotros no nos importa; tampoco nos afecta”, coincidieron tres jovencitas estudiantes. “A nadie hacen daño si venden cerveza; alrededor de este barrio hay muchos lugares donde venden licor y nadie les dice nada”.

La respuesta del Departamento de Planeación

Una carta fechada y enviada el 16 de mayo de este año por el Consejo Vecinal Pico Union a Vince Bertoni, director de Planificación y copiada a Marie Pichay, asociada de planificación urbana, a Gerald Gubatan, director principal de planificación del Distrito 1 del ayuntamiento y Ghandy Díaz, oficial de campo del Distrito 1 establece que:

En su junta general del 2 de mayo de 2022 consideró que Juan Sarabia solicitaba un permiso de uso condicional para la venta y servicio de cerveza y vino para consumo en su negocio donde hay una normativa para restaurantes.

“Después de la consideración y de haber brindado la oportunidad de comentarios públicos, el consejo vecinal de Pico Union votó 0 sí, 8 en contra, 0 abstenciones en una moción para oponerse a ZA-2021-7065-CUB porque hay dos escuelas cerca La Pupusa Urban Eatery: Alliance Gertz-Ressler High School, que está a dos millas de distancia y Downtown Value Middle School, que está a 0.1 millas de este establecimiento”.

Añade que los estudiantes de secundaria caminan diariamente hacia el norte a lo largo de la acera de Union Avenue, donde está ubicada la pupusería para llegar a Toberman Park para sus actividades de educación física.

“Los fines de semana este establecimiento está en violación de la Ley Americana de Discapacidad [sic]. La acera de la avenida Union es estrecha y la calle en sí está muy transitada. La Pupusa Urban Eatery monta dos filas de mesas que impiden el paso, no solo de sillas de ruedas, sino de todos los peatones porque sus clientes esperan frente al restaurante. Los peatones no tienen más remedio que saltar de la acera a mitad de la calle, pasando en medio de autos para rodear a las multitudes”.

La Opinión estuvo varias horas en el lugar y los jóvenes de la secundaria Gertz nunca cruzaron el tráfico a mitad de la calle, ni tampoco tuvieron un solo problema para caminar por la acera.

De hecho, las cuatro sillas y dos mesas que instalaron los propietarios de La Pupusa Urban Eatery no bloquean el paso a nadie.

Jovencitas latinas caminan tranquilas por la acera donde se localiza La Pupusa Urban Eatery.

La misma ciudad de Los Ángeles autorizó a los negocios el servicio de comida afuera durante toda la pandemia para que pudieran sobrevivir por los continuos cierres.

El reporte señala, además, que “hay varios locales cerca del establecimiento con grupos de borrachos de la comunidad que constantemente busca cualquier lugar que les venda cerveza”.

Escribieron que “lo último que necesita la comunidad es otra fuente de estos borrachos. El restaurante dirá que no les venderán a estos borrachos, pero eso es lo que todo el mundo dice. Para empeorar las cosas, estos borrachos están constantemente pidiendo dinero y no dudarán en pedir a otros que les compren bebidas alcohólicas”.

Sin embargo, a los costados de La Pupusa Urban Eatery hay una panadería salvadoreña, una peluquería, una iglesia evangélica, una carnicería y un taller mecánico donde se instala una lonchera de venta de mariscos. Ninguna persona ebria deambulaba por esa zona.

“Nosotros vamos a vender comida, no a emborrachar a la gente”, dijo Juan Sarabia.

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