Brasil hunde su último portaaviones pese a ser considerado una bomba contra el medioambiente

Greenpeace había pedido al gobierno brasileño que detuviera el hundimiento, alegando que era "tóxico" debido a los materiales peligrosos

Brasil hunde viejo portaaviones pese a advertencias de ambientalistas

La marina aseguró que la operación de hundimiento del São Paulo se llevó a cabo con las competencias técnicas y las medidas de seguridad necesarias  Crédito: EMMANUEL PAIN | AFP / Getty Images

El reciente inaugurado gobierno de Brasil enfrenta su primer desencuentro con organizaciones ambientalistas luego de que decidiera hundir un enorme y viejo portaviones pese a las advertencias de esos grupos.

El viernes, Brasil hundió un portaaviones fuera de servicio en el océano Atlántico, frente a su costa noreste, según informó la Marina brasileña, en un comunicado.

“El hundimiento planificado y controlado ocurrió a última hora de la tarde del viernes, a unos 350 kilómetros de la costa brasileña en el océano Atlántico, en una zona con una profundidad aproximada de 5,000 metros”, dijo la Marina en un comunicado.

La marina aseguró que la operación de hundimiento del São Paulo, un portaaviones de la clase Clemenceau, se llevó a cabo con las competencias técnicas y las medidas de seguridad necesarias “para evitar pérdidas logísticas, operativas, medioambientales y económicas al Estado brasileño”.

Después de que el portaaviones fuera retirado del servicio, la empresa turca de reciclaje naval Sök Denizcilik Tic Sti compró el casco por 10.5 millones de dólares, pero tuvo que remolcarlo de vuelta al otro lado del Atlántico cuando las autoridades de Turquía prohibió la entrada a su astillero.

La Marina brasileña pidió a la empresa que reparara el portaaviones en un astillero brasileño, pero una inspección demostró que hacía agua y corría peligro de hundirse, por lo que la Marina prohibió al buque entrar en puertos brasileños. Entonces decidió hundir el Sao Paulo en alta mar.

Protesta de organizaciones ambientalistas

La decisión de las autoridades brasileñas se dio a pesar de las advertencias de los ecologistas de que el oxidado buque de construcción francesa de 1960 contaminaría el mar y la cadena alimentaria marina.

Greenpeace había pedido al gobierno brasileño que detuviera el hundimiento, alegando que era “tóxico” debido a los materiales peligrosos, entre ellos 9 toneladas de amianto utilizado en los paneles.

“El hundimiento del portaaviones Sao Paulo arroja al fondo del mar toneladas de amianto, mercurio, plomo y otras sustancias altamente tóxicas“, declaró Greenpeace en un comunicado. Acusó a la Marina brasileña de descuidar la protección de los océanos.

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