Honran la memoria de agentes caídos del Departamento de Policía de Los Ángeles

Emotiva ceremonia recuerda el sacrificio de 239 agentes que han muerto desde 1886 al servicio de los angelinos

José Reyes y Claudia Membreno, padres de Fernando Uriel Arroyos, agente fallecido.

José Reyes y Claudia Membreno, padres de Fernando Uriel Arroyos, agente fallecido. Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

La señora Claudia Membreño no paraba de derramar lágrimas al recordar la muerte de su hijo Fernando Uriel Arroyos, un oficial de policía de Los Ángeles, quien fue asesinado a tiros el 10 de enero de 2022.

A su lado, su esposo José Reyes, un inmigrante salvadoreño del Departamento La Paz,  la tomaba de la mano y la consolaba.

Claudia fue una de las madres que acudió a la ceremonia conmemorativa del LAPD para honrar a los 239 oficiales caídos desde 1886 al presente.

Fernando, su único hijo, quien tenía apenas 27 años fue baleado por pandilleros en la ciudad de Compton, cuando el joven policía andaba en busca de casa para mudarse e independizarse.

“Me consuela saber que algún día lo voy a ver en el cielo”, dijo la afligida madre a La Opinión. “Esa es mi esperanza”.

Anahí Díaz (d) dice que se graduará como maestra en honor a su hermano Juan José, un oficial del LAPD que fue asesinado por pandilleros.
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

La noche del 10 de enero, Fernando y su novia tomaban fotografías de las probables casas a donde les gustaría vivir.

Desde una camioneta, bajaron dos hombres y se les acercaron; la pareja fue asaltada y despojada de sus pertenencias por pandilleros de la banda Florencia 13.

“La última llamada que recibí de mi hijo fue a las 9:28 de la noche”, recordó Claudia, oriunda de San Salvador. “¿Qué andas haciendo allá?, le pregunté y le dije que ya se regresara a la casa”.

Pero Fernando, quien estaba fuera de servicio aquella noche, nunca volvió. Inerte se había desplomado en un callejón del peligroso barrio Florence-Firestone.  En esa zona, entre enero y noviembre de 2021 se cometieron 24 homicidios

Haylee Marie Graham, de 18 años, novia de Luis Alfredo Rosa de los Ríos, de 27 años, además de Jesse Contreras, de 34 años y Ernesto Cisneros, de 22, son los presuntos pandilleros que participaron en el robo y asesinato del joven policía, quien pertenecía a la Estación Olympic del LAPD. Enfrentan cargos federales por extorsión y asesinato.

Samantha Salina llora a su padre Joe Rios, un agente del LAPD fallecido.
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Claudia Membreño recordó que su hijo era muy tierno, amoroso y comelón.

“Le encantaban las pupusas revueltas y los panes con pollo”, expresa. “En los tres años que estuvo en la policía, tres veces se le olvidó llevar la pistola a su trabajo, pero eso sí, nunca se le olvidó llevarse su lunch”.

Un mes antes de ser abatido, Fernando Uriel Arroyos había acudido al sepelio de su abuelita Mercedes Juvencia, quien falleció el 9 de diciembre de 2021.

Solemne memorial

Antes de la invocación, todos los presentes frente al patio del cuartel general del LAPD, al oeste de la Calle Primera, hicieron una pausa para guardar un minuto de silencio, al recordar y homenajear a todos los policías del país.

En Los Ángeles, desde la fundación oficial en 1869 del Departamento de Policía de Ángeles (LAPD), 239 oficiales han perdido la vida en el cumplimiento de su deber.

“Es importante que sigamos recordándolos para nunca olvidar a nuestros caídos y mantener viva su memoria y heroísmo”, expresó Steve Soboroff, miembro de la Comisión de Policía. “Hay una cosa que es segura para nuestros oficiales caídos dentro del Departamento de Policía de Los Ángeles: Serán recordados por siempre”.

Familiares de los policías caídos recibieron condolencias por parte del jefe del LAPD, Michel Moore, funcionarios de la ciudad, policías activos y miembros de la Comisión de Policía.

Entre ellos estaba Samantha Salinas, quien lloró al recordar a su padre, Joe Ríos, quien murió el 20 de enero de 1993.

“Yo tenía cinco años cuando mi padre falleció”, comentó. “Pero recuerdo muy bien su mirada; es la misma mirada que ahora veo en mi hijo Ezekiel y en mi hermano Alex”.

En mayo de 1992, el oficial Joe Ríos patrullaba en bicicleta en el área del bulevar Sunset y la avenida Argyle, en Hollywood, cuando fue embestido por un vehículo que salía de un estacionamiento.

“Sufrió una conmoción cerebral y falleció ocho meses después de una convulsión masiva y un paro cardiaco”, explicó Samantha. “Mi prima estaba con él en la sala de la casa; cuando se quedó dormido ya no respondía; los paramédicos lo llevaron a un hospital, pero pasó mucho tiempo sin oxígeno y no se pudo hacer nada”.

Samantha comentó a La Opinión que, aunque ella era una niña -hoy tiene 35 años- su padre amaba su trabajo como policía, “pero amaba más a su familia y a mi madre, Irma”.

La ceremonia conmemorativa contó con un pase de lista de los oficiales caídos en el cumplimiento de su deber, el paso de un caballo sin jinete, música de gaiteros, disparos de salva y un sobrevuelo de cuatro helicópteros en formación de “hombre perdido”.

Significado del deber

Tras brindar su más sentido pésame a las viudas, hijos, nietos y familiares de algunos policías fallecidos, el jefe del LAPD, Michel Moore habló de la esencia del deber de un oficial, cuya tarea diaria es tener la obligación de ir siempre arriba y adelante.

“Lo que atrae a nuestra gente a esta profesión, a los que se esfuerzan por lograr para cumplir con su servicio, protección, sacrificio, devoción y obligación es lo que está entretejido en la estructura misma de cada oficial de policía”, dijo Moore.

“Por eso, todos los días pedimos a los hombres y mujeres de este departamento y de nuestra profesión que se dediquen a un sinfín de tareas para trabajar en ese cumplimiento del deber”, añadió el jefe del LAPD. “Que rastreen a quienes se aprovechan de otros, que protejan a las víctimas, a comunidades enteras de la violencia, de los actos de odio y, si es necesario, que se mantengan alejados de las balas y…, que se aseguren que en cada caso tengamos la sabiduría y la suerte para lograr el éxito”.

Maestra en honor a su hermano

En diciembre próximo, Anahí Díaz se graduará como maestra en Cal State L.A. Es una promesa que hizo en memoria de su hermano Juan José Diaz, quien era miembro de la División de Operaciones Especiales del LAPD y fue asesinado a balazos el sábado 27 de julio de 2019, cerca de un puesto de tacos en Lincoln Heights, después de llamar la atención de individuos que estaban pintarrajeando una pared entre la avenida 26 y Figueroa.

“Me siento orgullosa de ti”, fueron las palabras de Juan José cuando vio a su hermana que estaba estudiando para graduarse de la secundaria Bravo Medical Magnet y continuó sus estudios en el colegio. “Él era una persona de un fuerte carácter y decir ese tipo de palabras era algo raro, así que me puse emocional”.

Anahí y su madre, Rocío Díaz, inmigrante de Durango, México, depositaron rosas rojas en el mural conmemorativo a los 239 policías fallecidos en el cumplimiento de su deber.

Aquel 27 de julio de 2019, un grupo de jóvenes se acercó a Díaz después del intercambio de palabras con los grafiteros y comenzaron a amenazarlo a él y a sus amigos. Uno de ellos se levantó la camisa para revelar que llevaba una pistola, tratando de intimidar.

Díaz y sus amigos corrieron hacia su automóvil y alejarse para evitar un encuentro violento.

Sin embargo, los sospechosos abrieron fuego contra Díaz, su novia y sus hermanos. Díaz murió en el lugar cerca de la Avenida 26 y la calle Humboldt.

“MI hijo era muy entregado a su trabajo; creo que no había motivos para que le quitaran la vida”, manifestó a La Opinión, Rocío Diaz, la madre de Juan José.

Su muerte no quedará impune. Francisco Talamantes, de 23 años de edad; Christian Facundo, de 20 y Ashlynn Smith, de 18, enfrentan actualmente cargos de asesinato cometido bajo circunstancias especiales y otros cargos más que los harían elegibles para la pena de muerte, si es que son declarados culpables.

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