Se gradúa primer grupo de residentes en medicina familiar de clínica comunitaria: dos son latinas

El programa de residencia en medicina familiar del centro de salud comunitario de AltaMed aborda la escasez de médicos en una comunidad multiétnica

La doctora Ana María Mejía Cárdenas se gradúa de su residencia en Altamed. (Cortesía)

La doctora Ana María Mejía Cárdenas se gradúa de su residencia en Altamed. (Cortesía) Crédito: Cortesía

Cuando a los 18 años, Ana María Mejía Cárdenas emigró a Los Ángeles desde Cali, Colombia, traía el sueño de ser maestra de preescolar, pero  fue una maestra de Inglés como Segunda Lengua quien la ayudó a encontrar su verdadera vocación, la medicina.

En junio pasado, Ana María se convirtió oficialmente en doctora al graduarse de sus tres años de residencia en medicina en la Clínica Comunitaria de AltaMed en South Gate, una ciudad localizada al sur del condado de Los Ángeles. Junto con ella, se graduaron de médicos, cinco de sus compañeros, entre ellos, otra latina, la doctora Regina Inchizu, nacida en California pero de padres mexicanos.

Ana María vino a este país al acabar su preparatoria. “En 1998 me dieron la residencia, luego de que una tía nos había pedido a mi papá, a mi hermana y a mí ,años atrás”.

Los médicos graduados de su residencia en AltaMed. (Cortesía)

Ella traía en mente ser una maestra de preescolar pues estaba muy interesada en los niños. 

“Nunca se me ocurrió en la cabeza estudiar medicina, pero cuando una maestra de Inglés como Segunda Lengua vio mi interés mi interés en la biología y en la salud, me dijo que por qué no me enfocaba en eso”.

Su maestra le tocó una fibra a la joven, recién llegada de Colombia, y ella decidió darse una oportunidad en el campo de las ciencias.

Han pasado 20 años desde que entró al Colegio Comunitario de Glendale hasta la graduación de su residencia médica en junio.

“He pasado por caídas y levantadas. Empecé a estudiar inglés desde un nivel muy bajo, y adaptarme a un nuevo sistema escolar no fue fácil”.

Las doctoras Inchizu y Mejía Cárdenas con la doctora Ana Karina Melgar, directora del programa de residencia de medicina familiar de AltaMed. (Cortesía)

Del colegio comunitario, se fue a la Universidad de California en Los Ángeles donde se graduó con una licenciatura en ciencias de la psicobiología. Más tarde obtuvo una maestría en salud pública por la Touro University. Asistió a la Escuela de Medicina de la Universidad Ross y completó sus rotaciones clínicas en el Centro Médico Kern de Bakersfield, California. 

La ahora doctora Mejía dice que la carrera de medicina es muy competitiva y existe la idea de que los estudiantes que aspiran a ser médicos, deben obtener buenas calificaciones.

“En una ocasión, una maestra me dijo que mis notas eran decentes, pero no estaban a la altura de mis aspiraciones para ser doctora. Eso para mi fue una bofetada, pero en lugar de desanimarme, me ayudó a decidir que yo quería ser médico”.

Un voluntariado que hizo en una clínica coreana en el centro de Los Ángeles, le hizo confirmar que su destino estaba en la medicina. 

“Me dio aliento, más ganas y más perspectiva”.

Médicos graduados de su residencia en medicina familiar en AltaMed. (Cortesía)

Eso la llevó a hacer su maestría en salud pública donde aprendió a tratar al paciente en su entorno.

¿Por qué crees que no tenemos suficientes médicos latinos?

“Tendemos hacia una mentalidad de hacernos menos, lo que llamó el síndrome del impostor. Y pensamos que como no estamos haciendo bien en las clases, no estamos cortados para la medicina”.

Pero también considera que la primera generación de inmigrantes no conoce bien el sistema en Estados Unidos ni las oportunidades, y eso es un factor en contra para que más latinos se inclinen por estudiar medicina.

“Eso nos hace pensar que no podemos. Para mí fue desafiante porque tampoco tenía a nadie de mi familia que me orientara”.

Al hacer un recuento de los últimos 20 años que le llevó prepararse para ser médico, dice que no sabe cómo le hizo.

“No tengo duda de que Dios estuvo ahí por medio de las personas que me mandaban y me alentaban”.

Cuando se graduó de la residencia médica en AltaMed, junto con cinco compañeros más el 16 de junio, exclamó aliviada.

“Solté una carga de felicidad, de decir, lo pude hacer. ¡Gracias a la Gloria de Dios, ya soy médico!”.

Se gradúan en AltaMed de su residencia en medicina familiar. (Cortesía)

La doctora Mejía dice que actualmente ha recibido una beca en AltaMed para dedicar la mitad de su tiempo a atender pacientes; y la otra parte, para hacer investigación en medicina comunitaria y abogar por los pacientes en cuestión de comida sana y vivienda segura.

“Estoy muy satisfecha y agradecida con mi familia y todas las personas que me apoyaron para llegar a donde estoy ahora, incluyendo a quienes fueron negativos con sus comentarios, porque sin quererlo me impulsaron para luchar con más ganas para llegar a ser doctora”.

AltaMed Health Services es uno de los centros de salud comunitaria que logró la graduación de su primer grupo de médicos de su nuevo Programa de Residencia en Medicina Familiar de tres años.

AltaMed recibió la aprobación del Consejo de Acreditación para la Educación Médica de Graduados (ACGME) para lanzar este programa en julio de 2020.

“Esta generación enfrentó el desafío sin precedentes de vivir, trabajar y capacitarse durante una pandemia”, dijo la doctora Ana Karina Melgar, directora del Programa de Residencia en Medicina Familiar de AltaMed. 

“Mientras se adaptaban a un panorama de atención médica que cambiaba rápidamente, adquirieron una comprensión profunda de los determinantes sociales de la salud, el poder de la humildad cultural y la importancia de la participación comunitaria”.

La doctora Inchizu el día de la graduación con el doctor Marco Ángulo, director del programa de educación médica de AltaMed Health Services. (Cortesía) 

Sin duda, afirmó que los médicos graduados estuvieron a la altura de las circunstancias con determinación, adaptabilidad y un compromiso inquebrantable de servir a la comunidad.

“La residencia es la fase última de un largo proceso educativo requerido para que un médico practique la medicina y es lo que más influye a la hora de determinar dónde ejercerá finalmente”.

Se espera que el país enfrente una escasez de médicos de cuidado primario de entre 21,000 y 55,000 para el año 2023.

La meta del programa de residencia es llenar ese vacío y entrenar médicos en medicina familiar para equiparlos con las necesidades sociales y médicas de la población diversa y multiétnica de AltaMed.

“Crecí en West Covina, un área médicamente desatendida donde no había muchos médicos y no siempre teníamos acceso a la salud”, dijo la doctora Regina Inchizu, una de los seis graduados en medicina familiar de AltaMed. 

“Me atrajo la idea de convertirme en médico porque quería que todos, especialmente aquellos con recursos limitados, pudieran recibir atención médica”.

Cuatro de los seis residentes continuarán su carrera como médicos de medicina familiar en AltaMed con la misión de brindar atención de calidad a comunidades desatendidas.

“AltaMed es una de esas increíbles clínicas de una red de seguridad que ayuda a garantizar que los miembros de la comunidad, cualquier persona, independientemente de sus ingresos o situación de seguro, tenga acceso a una atención de calidad y a un médico”, dice la doctora Inchizu, hija de padres mexicanos, y quien creció en el sur de California con sus ocho hermanos. 

La doctora Inchizu, es la primera en su familia en ir a la universidad.

Además de las dos latinas graduadas de su residencia médica en AltaMed, las doctoras Mejía e Inchizu, se graduaron como doctores Reina Amiling, Sharon Baskshi, Mina Abdelshahid y Max Chancy.

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