Organizaciones y residentes viven un año más de resistencia en Los Ángeles

Los activistas recordaron y conmemoraron el 53 aniversario de la Moratoria Chicana y el asesinato del periodista Rubén Salazar

La Moratoria Chicana es una interminable lucha por la justicia social.

La Moratoria Chicana es una interminable lucha por la justicia social. Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Alejandro Orellana aún no había nacido el 29 de agosto de 1970 cuando se efectuó la multitudinaria marcha de la Moratoria Chicana y el asesinato del periodista de Los Angeles Times, Rubén Salazar.

Sin embargo, este joven de 27 años e integrante de los Brown Berets (boinas cafés) estudió la historia de la lucha de los líderes que le antecedieron en la demanda de justicia social y lo que él considera “racismo y discriminación sistemática” en los Estados Unidos.

“Vivimos un día y un año más de resistencia”, dijo Orellana, a La Opinión, un camionero de UPS. “En nuestro sindicato, nosotros luchamos por obtener mejores condiciones de vida, ya tenemos un nuevo contrato, pero antes que nosotros estuvo la lucha de los maestros, de las personas que trabajan en los hoteles y de los escritores de Hollywood que también están resistiendo o han resistido la avaricia de las grandes corporaciones”.

En el Parque Rubén Salazar el fin de semana, Orellana y cientos de residentes del Este de Los Ángeles participaron en la conmemoración del 53 aniversario de la Moratoria Chicana.

Allí, todos los oradores hicieron un llamado para mantener su autodeterminación, su rechazo al respaldo multimillonario de Estados Unidos a Ucrania en la guerra contra Rusia y reafirmar su posición contra “la brutalidad” de los agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles y del Departamento del Alguacil del condado de Los Ángeles (LASD).

Carlos Montes (i), un activista chicano de 74 años del Centro de Organización Comunitaria.
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

“Ser chicano significa resistir a la opresión, resistir a la guerra y promover la paz en las Américas, en Europa, África, Asia y en todo el mundo”, añadió Orellana. “Se trata de estar unidos en la paz; ese es el espíritu de la moratoria chicana”.

Históricamente, el 29 de agosto de 1970, con Rosalío Muñoz al frente -un estudiante de UCLA- y la feminista Gloria Arellanes(Las Adelitas de Aztlán), David Sánchez y otros líderes estudiantiles formaron parte del Movimiento Nacional de la Moratoria Chicana que se manifestó en contra de la guerra de Vietnam, en contra del desproporcionado número latinos que fueron heridos o muertos en aquel conflicto bélico y marcharon a través del bulevar Whittier, en el este de Los Ángeles.

Las disparidades en educación y las oportunidades cerradas para que los mexicoamericanos pudieran acceder a la educación superior, además de las altas tasas de desempleo fueron el combustible que encendió la protesta. Ellos morían al doble por cada víctima de cualquier otro grupo racial.

Mataron inocentes en Vietnam

“No solamente éramos carne de cañón en la guerra de Vietnam (1955-1975), sino que nos engañaron y matamos a miles de personas inocentes”, declaró Cruz Becerra, ahora de 78 años, a La Opinión.

Él fue reclutado para ir a Vietnam y estuvo en la Marina Naval de los Estados Unidos.

“Recuerdo que, durante el combate en el golfo de Tonkin, teníamos seis cañones disparando desde un barco y nos gritaban que lanzáramos más y más disparos sin parar. Disparábamos hacia la jungla, sin saber a quién le estábamos pegando, hasta que nos dimos cuenta de que matamos a toda la gente civil de un pueblito, donde solo quedaron cenizas. Nos dimos cuenta hasta que los tanques estuvieron en la playa”.

Alejandro Orellana, de 27 años, no había nacido cuando se realizó la Moratoria Chicana.
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Becerra, quien ahora vive en Glendale, dijo que sus superiores les dijeron que sus víctimas habían terminado sin cabeza o salían corriendo de sus refugios totalmente quemados.

“Ellos se reían de lo que habíamos hecho, y todos mis amigos y yo nos quedamos congelados”, dijo. “Por eso, cuando me retiré de la naval en 1966,  no solamente protestaba contra la guerra, sino quería que parara por completo”.

Por esas razones, Cruz Becerra -nacido en Watts e hijo de padres originarios de Jalisco, México- dijo no entender el por qué la gente no sale a protestar porque Estados Unidos haya decidido respaldar a Ucrania en la guerra con Rusia.

“La gente no se da cuenta o no quiere darse cuenta de que se puede venir una guerra atómica, mientras que se preocupa por muchas otras cosas como no tener casa, seguro médico o trabajo”, explica. “Solo piensan en eso, pero tampoco reaccionaron con las guerras en Irak, Bosnia, Kosovo, Siria o Libia”.

Rafael Avitia, un ciudadano estadounidense nacido en Culiacán, Sinaloa, comentó que, en ]materia de justicia social, “muchas cosas siguen igual o están peor”.

La familia de Frederick Holder llegó a protestar contra el abuso policial.
Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

“Tenemos una gran batalla porque la policía está matando a nuestros jóvenes, las familias siguen viviendo en la pobreza, no tienen comida suficiente y las rentas están asfixiando a todos”.

Avitia recordó que, gracias a que su padre Rafael trabajó como “bracero” en los campos agrícolas del Valle Central de California, él y sus hermanos pudieron arreglar su situación migratoria.

El asesinato de Rubén Salazar

“Yo participé en las marchas y las huelgas de César Chávez”, rememoró Avitia, de 54 años, quien es profesor en Mountain Vista High School, en Madera, California.

“Y para mí, ser chicano es ser alguien que conoce su historia, que es un indígena desde el norte de América a Centroamérica, que está en Estado Unidos, y que de aquí nunca se irá; por eso le decimos a quienes nos quieren dividir, que vamos a ignorar las fuerzas que quieren quitarnos el orgullo de ser de la nación de Aztlán”.

En la conmemoración de la Moratoria Chicana, el rostro del columnista de Los Angeles Times Rubén Salazar (1928-1970) apareció estampado en las camisetas de algunos asistentes. Salazar cubrió la Guerra de Vietnam y la matanza de Tlatelolco, en 1968, en ciudad de México.

Antes de ser asesinado, el teléfono de casa de Salazar había sido pinchado por la policía de los Ángeles. Y en el café Silver Dollar recibió un impacto de bala en la cabeza.

“Rubén le había dicho al comisionado de derechos civiles, Chris Montes, que lo estaban persiguiendo y que tenía miedo de que algo le fuera a pasar”, relató Carlos Montes, un activista chicano de 74 años del Centro de Organización Comunitaria (CSO).

“Cuando estaba el mitin pacifico, fuimos atacados y muchos jóvenes respondieron, pero se impuso la fuerza de los policías y los alguaciles; la gente huyó durante esa rebelión en el bulevar Whittier; hubo puertas caídas y recuerdo que Rubén [Salazar], se refugió en el Silver Dollar con Restrepo, su camarógrafo”, dijo Montes. “Hay una fotografía que tomó Raúl Ruiz donde se ve a un policía apuntándole al pecho del camarógrafo que les decía ‘nosotros somos reporteros, queremos salir’, pero la policía les ordenó que se quedaran adentro”.

Montes contó a La Opinión que un agente policiaco llegó con una escopeta que lanza balas rápidas que penetran las paredes.

“Eso de que le pegó en la cabeza una bomba de gas lacrimógeno no fue cierto. Lo de Rubén Salazar fue un asesinato deliberado y aquel 29 de agosto él se convirtió en nuestro mártir”.

El 20 de octubre de 1970, el capitán en funciones A.A. White, de la oficina de homicidios del Departamento del Alguacil del condado de Los Ángeles, concluyó que no había evidencia de negligencia criminal del alguacil con respecto al lanzamiento de proyectiles de gas al interior del Silver Dollar.

El sueño de King…una pesadilla

“Ellos matan sin piedad; así lo hicieron con mi hermano [David Ordaz]”, dijo Hilda Pedroza, cuyo hermano, David Ortiz Jr., quien sufría una crisis de salud mental, tenía un cuchillo en su mano y pensamientos suicidas, pero fue abatido a tiros en el piso. El agente Remin Pineda lo mató a quemarropa en el piso y enfrenta cargos por tiroteo ilegal.

La conmemoración de la Moratoria Chicana se realizó dos días antes del histórico discurso del doctor Martin Luther King, “Tengo un Sueño”, en el que describía la lucha en busca de justicia, equidad y oportunidades de desarrollo pleno para la comunidad afroamericana.

Ayer se cumplieron 60 años de aniversario del icónico y famoso discurso del doctor King en las escaleras del monumento a Abraham Lincoln, quien estaba deseoso de ver el cumplimiento de la promesa estadounidense de igualdad para todos.

“Tengo el sueño de que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales”. dijo King Jr.

Pero, debajo de una carpa instalada en el parque Rubén Salazar, y en medio de la conmemoración de la Moratoria Chicana, April Holder, una mujer afroamericana, colocó una pintura de su hijo Frederick, asesinado el 14 de junio de 2021, por parte de agentes del alguacil del condado de Los Ángeles.

“Justicia, eso es lo que busco”, dijo la afligida mujer.

Frederick Holder, de 28 años, conducía un camión robado de manera imprudente en la intersección del bulevar Alondra y la avenida Piuma, en la ciudad de Norwalk.

Holder no salió del vehículo, huyó hasta que se detuvo en el intenso tráfico. Supuestamente apuntó con lo que los agentes pensaron que era un arma y estos abrieron fuego. Once disparos lo mataron, pero el fiscal de distrito del condado George Gascón decidió no presentar cargos contra los agentes.

“El sueño del doctor King en el presente sería una pesadilla”, comentó Najee Alí, un afroamericano líder de derechos civiles. “Es una pesadilla cuando vemos que afroamericanos y latinos están siendo asesinados por quienes tienen el privilegio del poder supremacista y aquellos que tienen el poder, pero no buscan la justicia, mejores oportunidades de educación o seguro médico apropiado para nuestra gente ”.

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