¿Qué tanto hemos avanzado contra la violencia doméstica?
No solo es la violencia física sino también el control coercitivo de la pareja y el abuso que se sufre tras la separación en las cortes familiares
Las estadísticas revelan que una de cada tres mujeres, y uno de cada seis hombres en Estados Unidos han experimentado en algún punto de su vida, la violencia doméstica. El abuso no siempre es físico sino que puede ser ejercido a través del control coercitivo y continuar durante el proceso de separación de la pareja.
Durante la videoconferencia: “Avances en el movimiento para poner fin a la violencia más generalizada del mundo: la violencia doméstica”, organizado por Ethnic Media Services, Angela Davis, profesora emérita distinguida de la Universidad de California en Santa Cruz, dijo que cuando fue consciente por primera vez de la violencia doméstica en los años 70, su primera pregunta fue por qué una forma de violencia que han existido por cientos de años en la mayoría de las sociedades, tenemos que esconderla.
“Esta es la pandemia más extendida en forma de violencia en el mundo. A pesar de todas las acciones que se han dado en los centros de violencia doméstica y centros de crisis, etc., la incidencia real no ha cambiado mucho”.
Dijo que al regresar a su infancia, recuerda que aunque no tuvo experiencias directas en su familia, si las sufrieron amigos y familiares.
“Me sentía absolutamente incapaz de hacer nada porque el discurso de entonces, era que se trataba de algo natural, y la única solución era huir”.
Afirmó que en comparación con esa época, hemos hecho mucho progreso, por lo que se mantiene muy optimista en torno a que se pueda romper ese pensamiento de que la violencia doméstica es parte inevitable de la cultura estadounidense.
La senadora demócrata de Baldwin Park, Susan Rubio, dijo que ha enfocado mucha de su energía en políticas que atiendan la violencia doméstica porque es una sobreviviente.
“Una de las medidas que ayude a que se aprobaran fue la SB 914, el Acta de la Ayuda (Help Act) que atiende a las víctimas de violencia que terminan en las calles y que con frecuencia son ignoradas ni se les dan los recursos que necesitan”.
Por lo general dijo que son las víctimas con niños quienes deben tomar la decisión de dejar la relación y terminar en la calle como desamparados con sus hijos o continuar en la relación siendo abusadas y golpeadas.
“En muchos refugios solo las dejan estar entre 30 y 45 días, y de nuevo vuelven a las calles; algunas pasan años en la calle antes de recibir ayuda.Eso es inaceptable”.
Bajo la nueva ley se busca que haya metas muy claras para que las víctimas de violencia doméstica reciban el cuidado continúo que necesitan con el apoyo de fondos estatales.
Recordó que en 2019, se aprobó una de sus proyectos de ley, la Phoenix Act que extiende el tiempo límite de tres a cinco años para que las víctimas de violencia doméstica puedan entablar acciones legales.
Dijo que a través de su propia experiencia de violencia que sufrió cuando era concejal, ya con una licenciatura y una maestría, aprendió que le puede pasar a cualquiera.
“Le sucede a muchas mujeres profesionales porque los perpetradores saben lo importante que es para ellas la reputación y sus carreras. Por tanto pasan mucho tiempo amenazando a sus víctimas con ir a la prensa o hacerlo público”.
Dijo que en su caso ella sabía que estaría en los periódicos. “Es muy penoso porque ya de por sí eres una víctima, y ahora tienes que lidiar con el escrutinio público. Todavía escucho cosas como “eso no pasó, por qué no hizo nada”.
Tina Swithin, fundadora de One Mom’s Battle, sobreviviente de violencia doméstica y abuso tras la separación, dijo que 24 horas después de dejar un refugio y regresar a su casa con una orden de restricción, su abusador entró violando el mandato de alejamiento.
“No hubo repercusiones, y aprendí que no podía depender de la corte familiar para protegerme. Hubo un largo periodo de tiempo en el que dormí con un martillo debajo de mi almohada, porque tenía miedo por mi vida”.
Dijo que en un solo año fue a la corte 13 veces. “Pasé una tarde sentada en una corte porque quería entender el sistema y fue algo que cambió mi vida y me ayudó a entender la importancia de la estrategia. Para ellos somos números y casos, para mí, lo que estaba en juego eran mis bebés de dos y cuatro años”.
Descubrió que la Corte Familiar es el salvaje oeste. “Puedes poner el mismo caso enfrente de cinco diferentes jueces y vas a tener cinco diferentes resultados”.
Dijo que eso tiene que cambiar porque no hay regulación, no hay consistencia, responsabilidad ni vigilancia cuando están tratando con la vida de los niños.
“Finalmente el juez llamó sociópata en dos ocasiones a mi exesposo; y le prohibió cualquier contacto con las niñas, pero les tomó seis años entender y reconocer lo abusivo que era”.
En 2020, Swithin promovió la concientización sobre la corte familiar; y en los últimos años han recibido más de 300 proclamaciones de ciudades, condados y estados a lo largo del país declarando noviembre como el mes del despertar de la conciencia sobre las cortes familiares.
“Existe una idea errónea sobre los casos etiquetados como de alto conflicto entre dos personas, pero rara vez es así. Por lo general, se trata de un sobreviviente que lucha para proteger a los niños de un abusador.
“La violencia doméstica tiene que ver con el poder y el control que no se disipa cuando la relación termina. El abuso posterior a la separación es más doloroso que el infligido durante la relación”.
Viji Sundaram, reportera de San Francisco Public Press y cofundador de Narika, un grupo que trabaja con mujeres estadounidenses del sur de Asia, habló de la historia de una paquistaní, quien se casó en un matrimonio arreglado con un estadounidense de origen paquistani a quien supuestamente le iba muy bien con su trabajo en Silicon Valley.
“En Estados Unidos, la mujer descubrió que el esposo se dedicaba a hacer películas pornográficas, y cuando quiso que ella participara lo rechazó, y fue cuando la amenazó con usar a la hija de dos años de ambos, lo que la obligó a escapar a Chicago donde tenía un hermano”.
Aún cuando el hermano comunicó al marido, que su hermana había regresado a Paquistán, el hombre presentó un reporte de desaparición ante la policía.
“De inmediato se convirtió en una fugitiva de la justicia y aunque consiguió trabajo como sobrecargo para British Airways vivió con miedo durante tres años de ser arrestada”.
Fue su padre quien le pidió a Viji escribir un reportaje sobre el caso porque la DEA quería arrestarla.
“Contratamos un abogado que pudo probar que ella no era una fugitiva y había estado en comunicación con el marido por teléfono, y en un par de meses, pudo ser eliminada de la lista de personas buscadas”.
Citó que Miriam no fue una mujer golpeada por su marido, sino acosada hasta el punto de que ella consideró poner fin a su vida.