La prohibición del Rodeo y la Charrería es un ataque a la comunidad latina

El Rodeo, que incluye la Charrería y la Escaramuza, no es sólo un deporte sino una práctica cultural muy arraigada que trasciende fronteras

Más de 200 profesionales del rodeo pertenecientes a la Asociación de Vaqueros Profesionales compiten por premios en efectivo durante el fin de semana.

Foto de archivo. Crédito: Ciro Cesar/ La Opinion | Impremedia/La Opinion

Mientras una ordenanza propuesta para prohibir el rodeo avanza en el concejo municipal de Los Ángeles, es importante considerar las consecuencias que tal medida podría tener en nuestra herencia cultural, particularmente dentro de la vibrante comunidad méxicoestadounidense. El Rodeo, que incluye la Charrería y la Escaramuza, no es sólo un deporte sino una práctica cultural muy arraigada que trasciende fronteras, generaciones y clases. La ordenanza está plagada de discriminación y socava la esencia de esta querida tradición.

La Charrería es el deporte nacional de México y ocupa un lugar especial en los corazones de los méxicoestadounidenses y sirve como un vínculo vital con su herencia. Esta misma semana, los equipos estadounidenses están mostrando sus habilidades en charrería en la prestigiosa competencia Nacional en San Luis Potosí, demostrando la relevancia del deporte y su creciente popularidad entre los méxicoestadounidenses y mexicanos en el exterior. Hemos tenido adolescentes compitiendo al más alto nivel en competencias internacionales. Prohibir el rodeo es ignorar el rico tejido cultural que representa y su innegable importancia en la vida de muchas personas.

No se pueden ignorar los matices discriminatorios de la propuesta ordenanza. Se centra visiblemente en eventos de Rodeo que surgen de comunidades de clase trabajadora, mientras omite convenientemente ciertas disciplinas como el “dressage” y el polo, que atienden a una audiencia más adinerada. Este enfoque selectivo expone el trato desigual de los deportes ecuestres basado en el estatus económico, perpetuando una división clasista que socava los principios de justicia e inclusión.

Además, la ordenanza hace suposiciones generales sobre el tratamiento de los animales en El Rodeo sin una comprensión integral de las prácticas involucradas. Los entusiastas y participantes del rodeo se enorgullecen de su compromiso con el bienestar animal. Existen normas y regulaciones estrictas para garantizar el bienestar de los animales. En lugar de reconocer estos esfuerzos, el lenguaje de la ordenanza busca criminalizar a toda la comunidad de criadores de animales ecuestres.

Lo que es particularmente desalentador es la total ausencia de compromiso con los entusiastas del rodeo en el desarrollo de esta ordenanza. No se trata sólo de no incluir a la comunidad del rodeo; se trata del desprecio por las voces y perspectivas de los participantes latinos y afroamericanos en el histórico rodeo estadounidense y la cultura ecuestre en general. El Rodeo y la cultura ecuestre a menudo han desempeñado un papel como puente racial, uniendo a las comunidades en tiempos cruciales. Esta ordenanza, presentada bajo el pretexto de protección animal, parece haber sido elaborada sin una consulta genuina con quienes aprecian estas tradiciones.

Los autores de esta ordenanza afirman actuar en interés del bienestar animal. Sin embargo, sus acciones cuentan una historia diferente. Su verdadera intención parece ser la de borrar una cultura profundamente entrelazada con la herencia estadounidense y mexicana. Plantea dudas sobre la sinceridad de su preocupación por los animales cuando su enfoque es excluyente y carece del aporte de las personas más afectadas por él.

En lugar de imponer una prohibición total al rodeo, un enfoque más productivo sería fomentar el diálogo entre la comunidad del rodeo, los defensores del bienestar animal y los legisladores. Juntos, podemos trabajar para encontrar puntos en común e implementar medidas que puedan abordar las preocupaciones sobre el cuidado de los animales y las tradiciones culturales. Este enfoque reconocería el cuidado genuino que los participantes del rodeo tienen por sus animales y la importancia de preservar el patrimonio cultural.

En conclusión, la ordenanza propuesta para prohibir el rodeo en Los Ángeles es una medida discriminatoria que amenaza con borrar una práctica cultural que es fundamental para las tradiciones estadounidenses y la cultura mexicana. Apunta injustamente a los eventos de rodeo de la clase trabajadora, mientras ignora a otros, y carece del aporte de la propia comunidad a la que afecta. Debemos recordar que el patrimonio cultural es un bien valioso que debe celebrarse y preservarse, no erradicarse. Trabajemos juntos para encontrar una solución más inclusiva y respetuosa que honre nuestra historia y tradiciones compartidas.

Armando Carmona es concejal de Jurupa Valley en el condado de Riverside.

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