Familia migrante ‘recibe oxígeno’ para sacar adelante su taller de bicicletas

Ciclista de origen mexicano trabaja en su sueño, su propio negocio en el que labora al lado de su esposa y sus hijos

El ciclista Héctor Hugo Hernández crea el taller de bicicletas 3H Cycling. (Cortesía Ángel Hernández)

El ciclista Héctor Hugo Hernández crea el taller de bicicletas 3H Cycling. (Cortesía Ángel Hernández) Crédito: Impremedia

En 2016, Héctor Hugo Hernández, quien nació en el mundo del ciclismo en México, cumplió su sueño de abrir en Artesia, una ciudad al sureste del condado de Los Ángeles, su taller de reparación de bicicletas.

Sin embargo, el año pasado comenzó a batallar para sacar adelante el pequeño negocio, fuente de ingresos de su familia, luego de que por extraño que parezca durante los momentos más álgidos de la pandemia en el 2020 y 2021, tuvieron un boom en las ventas y reparaciones de bicicletas.

Un préstamo que recibió este año de la organización no lucrativa Accessity, que se dedica a apoyar de las pequeñas empresas de las comunidades de color, le inyectó oxígeno para seguir adelante mientras las ventas se estabilizan de nuevo.

La Opinión conversó con Ángel, hijo de Héctor Hugo, quien trabaja al lado de su padre y su hermano en el negocio de bicicletas bautizado como 3H Cycling.

“Le pusimos 3H al taller porque el nombre de mi papá tiene tres h, Héctor Hugo Hernández”, dice Ángel.

De izquierda a derecha: Héctor Hugo Hernández Jr junto a su padre, el ciclista Héctor Hugo Hernández y Ángel Hernández. (Cortesía Ángel Hernández)

Platica que su padre siempre ha sido un aficionado del ciclismo. En su juventud, en los años 80, fue un ciclista profesional en México. 

“Participaba con el equipoTres Leguas, y fue certificado para correr en Europa”.

Desde los 8 años, Héctor Hugo comenzó a trabajar como mecánico de bicicletas al lado de su padre; y a los 9 años ya competía en carreras. El ciclista mexicano y su equipo tuvieron la oportunidad de competir en Europa, incluyendo las Olimpiadas Españolas y de Latinoamérica de 1992.

Debido a circunstancias familiares y a la pobreza, Héctor Hugo tuvo que dejar las carreras de ciclismo, y concentrarse en proveer el sustento para su esposa y sus tres hijos.

“Mi papá tenía un taller de bicicletas en México, pero cuando vino la devaluación del peso en los 90, se vio obligado a cerrar y emigrar a Los Ángeles”, relata.

La familia Hernández de 3H Cycling apoyó al YMCA de Greater Long Beach en su programa Bike for Kids. (Cortesía Ángel Hernández)

Ángel recuerda que al principio cuando abrieron el taller fue muy difícil.

“Estaba todo muy lento. Nadie nos conocía. Tuvimos que construir una reputación. Nos instalamos en Artesia, aunque en ese momento vivíamos en Fullerton en el condado de Orange, porque está muy cerca del río San Gabriel a donde llegan muchos ciclistas”.

Y justo cuando el negocio comenzaba a repuntar, y ya les iba bien, llegó la pandemia de covid-19.

“Nos consideraron un negocio esencial y nos dejaron seguir trabajando. La gente comenzó a comprar bicicletas. Tal vez porque no podían ir a trabajar, necesitaban un hobby y no había muchas opciones de cómo entretenerse. Así que las ventas se duplicaron”.

Ángel dice que su papá y su hermano Héctor Hugo Jr. se encargan de la reparación de las bicicletas, su madre María Angélica Jiménez lleva la contabilidad, y él se dedica a las ventas y a ayudar a los clientes con el diagnóstico del problema que presentan sus bicis.

“Mi papá arregla el carbón de las bicicletas. Estas pueden pueden ser de aluminio, de acero las más baratas, y las de fibras de carbón son las más caras. Mi papá arregla y pinta las de carbón, para que salga más barata la reparación que si compraran el cuadro completo. Así que en lugar de pagar más de $3,500, pintar el carbón sale $800 o menos de $1,000, dependiendo”.

La familia Hernández de 3H Cycling apoyó el YMCA de Greater Long Beach para su programa Bike for Kids. (Cortesía Ángel Hernández)

La familia tienenotra hermana que es la única que no se dedica al negocio, el resto está de lleno metido en el taller 3H Cycling.

“Algo que nos hace diferentes a nosotros es que siempre le decimos al cliente, lo que va a costar la reparación; y si en el transcurso del trabajo, surge algo inesperado, les avisamos del costo adicional antes para que decidan si quieren hacerlo. El cliente siempre quiere saber antes cuánto le va a costar una reparación”, explica.

Añade que en especial a 3H Cycling no les gusta hacer trabajo que las bicicletas no necesiten.

Fue a partir del año pasado que las ventas comenzaron a caer, y en la actualidad  se han desplomado en un 40%, dice Ángel.

“Lo que pasó fue que muchas tiendas y compañías crecieron mucho su inventario durante la pandemia, y empezaron a vender en línea por debajo del costo para sacar toda la mercancía en exceso que tienen. Esto nos ha afectado a todos los talleres de venta y reparación de bicicletas”.

Pero además señala que la mayoría de sus clientes han regresado a sus trabajos, y ya no tienen tanto tiempo para salir en su bicicleta como durante la pandemia.

“Eso también ha hecho que dediquen menos tiempo al hobby; y por tanto, ya no requieren de tantas reparaciones”.

Pese a los desafíos postpandemia, Ángel dice que se mantienen optimistas de que la economía se estabilice y de que al agotarse el inventario en el mercado, las ventas regresen. 

“La gente está saliendo de nuevo a comprar, y esperamos que nos vaya mejor el año que entra”.

Apoyan a los pequeños negocios

Este año, 3H Cycling pudo obtener un préstamos de la organización no lucrativa Accessity que apoya a los pequeños negocios, y a los cuales los grandes bancos no darían créditos.

Accessity reportó que el año pasado, el 59% de sus préstamos fueron para propietarios hispanos, entre los cuales destaca el taller de bicicletas 3H Cycling y algunas loncheras que venden alimentos en el condado de Los Ángeles.

“El préstamo que recibimos nos sirvió para comprar herramientas y poder hacer un trabajo superior para nuestros clientes; y fue muy bueno porque Accessity no te pone tantos requisitos y son más flexibles. Te prestan de $300 hasta $100,000”, dice Hugo.

La misión de Accessity es abrir puertas de oportunidades financieras a aquellos que históricamente han tenido menos acceso al capital y al apoyo empresarial como empresarios de color, mujeres, inmigrantes y propietarios de negocio de ingresos bajos a moderados, para que puedan construir empresas y medios de vida prósperos para ellos y sus familias, al mismo tiempo que fortalecen a las comunidades.

Desde 1994, la organización ha otorgado más de $70 millones en préstamos a propietarios de pequeñas empresas, ayudándolos a iniciar, expandirse, desarrollar la autosuficiencia y apoyar el empleo y la economía locales.

Accessity recibió una beca de $500,000 de la Fundación Eva Longoria para apoyar los programas de emprendimiento de latinas.

“Con esta subvención, llegaremos a más latinas en el sur de California con educación, financiación y recursos a través de la Fundación Eva Longoria”, dijo la directora ejecutiva de Accessity, Elizabeth Schott. 

“Las empresarias latinas están iniciando pequeñas empresas a uno de los ritmos más rápidos de Estados Unidos, y estamos entusiasmadas de continuar el impulso de esta relación a largo plazo para apoyar y empoderar a estas mujeres”.

La asociación comenzó en 2013 con un fondo de préstamos de $55,000, que inicialmente se utilizó para ayudar a seis latinas a iniciar o hacer crecer sus negocios. 

El fondo de préstamo ha crecido a lo largo de los años hasta alcanzar los $235,000 y aumentará a $415,000 al final de la subvención de tres años. 

“Desde su creación, el fondo ha dado lugar a 65 préstamos por un total de casi $525,000. Además ha apoyado la creación y el mantenimiento de 150 puestos de trabajo”.

Para más información sobre Accesity, visita:  accessity.org

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