Consumo de cannabis en adolescentes: entre la legalización y la salud mental

A medida que aumenta la legalización del cannabis, estudios como el ABCD buscan comprender sus impactos en la salud mental adolescente. La preocupación se centra en el uso problemático y la creciente potencia de productos, instando a la precaución ante posibles riesgos para el desarrollo cerebral

Consumo de cannabis en adolescentes: entre la legalización y la salud mental

Crédito: BAZA Production | Shutterstock

El aumento de esfuerzos en todo el mundo para legalizar el cannabis con fines recreativos ha llevado a una creciente preocupación sobre cómo afecta esta tendencia a la salud mental de los adolescentes. La neuropsicóloga clínica Krista Lisdahl, de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, ha estado estudiando el consumo de cannabis en esta población durante dos décadas y expresa su inquietud, especialmente como madre de un adolescente. A medida que los mensajes antidrogas disminuyen y la percepción social del cannabis cambia, surge la necesidad de abordar este tema de manera más efectiva.

En sus investigaciones, Lisdahl destaca que aproximadamente un tercio de los adolescentes que consumen cannabis regularmente muestran signos de un trastorno por consumo de cannabis, lo que significa que no pueden dejar de consumir la droga a pesar de los impactos negativos en sus vidas. Sin embargo, la falta de claridad en los mensajes y la creciente aceptación social del cannabis complican la tarea de proporcionar información concluyente sobre los riesgos asociados, incluso para los padres, como en el caso de Lisdahl.

A pesar de que ha pasado una década desde que Uruguay legalizó oficialmente el cannabis para uso recreativo, y otros estados y países han seguido este camino, la interpretación de los datos existentes presenta desafíos significativos. Mientras algunos estudios sugieren que los adolescentes no consumen más cannabis después de la legalización, se observan tendencias hacia un uso más problemático. Este fenómeno plantea preguntas cruciales sobre cómo evolucionan los patrones de consumo y cómo afecta el cannabis al desarrollo del cerebro adolescente.

Con el objetivo de obtener respuestas más definitivas, el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas en Bethesda, Maryland, ha financiado el estudio sobre el desarrollo cognitivo del cerebro adolescente (ABCD). Iniciado en 2015, este proyecto ha reclutado a más de 10,000 niños de 9 y 10 años para realizar un seguimiento detallado de su desarrollo cerebral a lo largo del tiempo. A medida que estos participantes ingresan en la adolescencia, algunos están empezando a experimentar con el cannabis, proporcionando una oportunidad única para evaluar el impacto de su consumo en el cerebro.

A pesar de la legalización, no todos los lugares han experimentado un aumento en el consumo adolescente. En Colorado, por ejemplo, la legalización ha llevado paradójicamente a una disminución del consumo entre los adolescentes, según las encuestas realizadas por el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de Colorado. A nivel nacional, las tasas de consumo también han mostrado una tendencia a la baja, aunque algunos atribuyen este fenómeno a la pandemia de COVID-19.

Uruguay, el primer país en legalizar la venta de cannabis para uso recreativo, inicialmente experimentó un aumento en el consumo entre personas de 18 a 21 años, pero estos niveles se estabilizaron posteriormente. La epidemióloga Ariadne Rivera-Aguirre, quien dirigió una encuesta en Uruguay, destaca que la regulación efectiva, que incluye límites a la potencia de los productos, prohibición de publicidad y restricciones en el tipo de productos vendidos, puede influir en los resultados.

Aunque las encuestas proporcionan información valiosa, algunos investigadores subrayan la necesidad de estudios a largo plazo como el ABCD para comprender mejor las conexiones causales entre el consumo de cannabis y la salud mental. Se busca abordar preguntas cruciales, como por qué algunos adolescentes desarrollan un consumo problemático mientras que otros no, y cuáles son los posibles mecanismos a nivel cerebral que vinculan el cannabis con problemas de salud mental.

En este contexto, la neurocientífica Angela Bryan destaca que el enfoque de la investigación debería centrarse en comprender cuándo el uso ocasional de cannabis se vuelve problemático, y no solo en la frecuencia del consumo. A medida que se estudian estos aspectos, surge una preocupación generalizada en la comunidad científica sobre la calidad y potencia crecientes de los productos de cannabis disponibles en el mercado, lo que plantea riesgos adicionales para la salud mental, especialmente en adolescentes.

Aunque la asociación entre el cannabis y problemas de salud mental, como la esquizofrenia, está siendo objeto de estudio, la directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, Nora Volkow, destaca la necesidad de precaución y compara los riesgos del consumo de cannabis con “jugar a la ruleta”. A medida que se desentrañan los impactos del cannabis en la salud mental, la sociedad enfrenta el desafío de equilibrar la legalización con la protección de la salud de los adolescentes y jóvenes adultos.

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