Residentes del sur de LA: ‘Tenemos más de 30 años que nos han estado mintiendo’

Angelinos denuncian nueve años de inacción contra la contaminación por explosión de refinería en Torrance

Residentes de Torrance protestan por la falta de respuesta por parte de las autoridades.

Residentes de Torrance protestan por la falta de respuesta por parte de las autoridades.  Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

Nueve años después de la explosión en la refinería ExxonMobil, en febrero de 2015 y que ahora funciona bajo el nombre de PBF Energy, sigue siendo motivo de rechazo por parte de las familias en la ciudad de Torrance.

Los residentes denunciaron la presunta inacción de las autoridades de todos los niveles gubernamentales para poner un alto a la liberación de toneladas de ácido fluorhídrico modificado (MHF), un químico altamente tóxico.

La planta de ExxonMobil estalló el 18 de febrero de 2015; cuatro trabajadores resultaron heridos y el área del sur de Los Ángeles se cubrió de ceniza. En julio del 2016 PBF Energy adquirió la refinería por $536.7 millones y puso fin a al catastrófico final del gigante petrolero.

“La gente ha esperado tanto tiempo por justicia”, dijo la congresista Maxine Waters, a La Opinión. “Desafortunadamente, parece haber un gran esfuerzo [en contra] por parte de algunas de las grandes empresas petroleras para apoyar el uso del ácido fluorhídrico”.

El ácido fluorhídrico modificado (MHF) es parte de un proceso estándar de refinería de petróleo conocido como alquilación. Se trata de una sustancia irritante, corrosiva y toxica que puede producir muy dolorosas quemaduras en la piel de difícil curación.

“Ellos tienen influencia y creo que la EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos) no ha sido suficientemente oportuna para abordar este tema”, añadió la congresista Waters, quien representa el Distrito 43 de California en el Congreso, desde 2013.

“No nos han respondido si van a presentar más protecciones en nuestras comunidades y dejar de usar el ácido fluorhídrico”, dijo la Congresista. “Por eso, voy a presentar legislación en el Congreso, porque las grandes compañías petroleras fingen que, aquí no pasó nada en 2015, pero pudo haber sido una tragedia para miles de personas en esta zona [de Torrance y Wilmington]. Pudo haber sido catastrófico”.

Dos años después de la explosión y venta de la refinería de ExxonMobil, la Junta de Seguridad Química de Estados Unidos (CSB) descubrió que la tragedia medioambiental fue el resultado de numerosas deficiencias en el programa de seguridad y equipos obsoletos de la refinería.

Aire contaminado

La explosión, -que hirió gravemente a cuatro trabajadores- liberó sustancias químicas tóxicas a la atmósfera. Ocurrió cuando hidrocarburos inflamables fluyeron hacia un dispositivo conocido como precipitador electrostático, mismo que produce chispas y, cuando los hidrocarburos inflamables entraron en contacto con la chispa, crearon una explosión tan fuerte como un terremoto de magnitud 1.5.

Sin embargo, la explosión pudo haber sido mucho peor. Lanzó al aire un equipo de 40 toneladas que casi aterrizó sobre una unidad que almacenaba miles de libras de ácido fluorhídrico.

Si se hubiera liberado este ácido peligroso, podría haber causado lesiones graves a todos los residentes de los alrededores, expresaron los residentes.

La CSB concluyó que la explosión se podía prevenir y nunca habría ocurrido si ExxonMobil hubiera implementado un “sólido programa de gestión de seguridad”.

Algunas de las deficiencias identificadas en el informe de la CBS incluyeron una válvula defectuosa que no pudo evitar que los hidrocarburos inflamables entraran en contacto con chispas.

Los gerentes de planta utilizaron “métodos de aislamiento poco confiables e inseguros” en los equipos, dictaminó la CBS, y la refinería se basaba en procedimientos de una operación de mantenimiento de 2012, sin realizar un análisis de peligros actualizado para determinar si el equipo se estaba utilizando más allá de su vida útil de “operación segura prevista”.

“Una de las cosas que creo que será muy útil es redactar una legislación que anule a la EPA y a todos los demás que impiden justicia para la gente”, expresó la congresista Maxine Waters. “Y, si el Congreso de los Estados Unidos vota a favor de deshacerse del ácido fluorhídrico, entonces la EPA y los demás no importan. Y eso es lo que estoy intentando hacer”.

“30 años de mentiras”

Reunidos en el Columbia Park de Torrance, decenas de residentes promocionaron los esfuerzos para reducir los contaminantes del aire y evitar que ocurran tragedias similares a la explosión de 2015.

En el pasado, directivos de las refinerías de Torrance y Wilmington han argumentado que una forma modificada de ácido fluorhídrico -un componente importante, pero combustible, altamente tóxico y corrosivo- en la refinación del petróleo crudo, es el compuesto más seguro disponible.

Dichas refinerías, operadas por PBF y Valero, son las únicas dos en el Sur de Los Ángeles que todavía usan el químico en el proceso de alquilación del petróleo. Alquilación es el acto o proceso de introducir uno o más grupos alquilo en un compuesto para aumentar el índice de octano en un combustible de motor.

“Tenemos más de 30 años que nos han estado mintiendo”, declaro Ricardo Pulido, un activista social y medioambientalista de 70 años. “Por la contaminación del aire mis ojos se ponen rojos y cuando respiro el aire huele apestoso; todo esto ha afectado a los ancianos, a los bebés y todos pelearemos esta lucha hasta que ganemos”.

Gases de efecto invernadero

Un extenso estudio de la Universidad Estatal de California Long Beach (CSULB) concluyó que la refinería de Torrance “emite una cantidad escandalosa de gases de efecto invernadero y compuestos orgánicos volátiles (COV) durante años”.

“No solo esto, sino que la refinería también es famosa por su uso de ácido fluorhídrico modificado (MHF), que es sumamente peligroso y potencialmente mortal no solo para los residentes de Torrance, sino también para los residentes de ciudades cercanas, como: Lawndale, El Segundo, Gardena, Carson, West Carson, Los Ángeles, Lomita, Hawthorne, Long Beach, Redondo Beach, Manhattan Beach y Hermosa Beach”, describieron Areysee Borja, Carolyn Hollmann, Meagan Llaneras, Riel Stephenson, autores del informe.

El estudio de 2019 coincidió cinco años después con el testimonio de Ricardo Pulido, quien ha estado expuesto a la sustancia química, a través de los ojos y la inhalación.

“Al observar los efectos de la exposición de los ojos a la sustancia química [Acido Fluorhídrico Modificado/HMF], aprendimos que una sensación de ardor, irritación, malestar y dolor intenso son algunos de los signos básicos de la exposición de los ojos.

La exposición a la sustancia química puede provocar ‘opacificación de la córnea y complicaciones no visibles del iris…’, lo que puede contribuir a la pérdida de la visión”, subrayó Emilija Bajraktarova-Valjakova, odontóloga del Centro Nacional de Información Biotecnológica.

Jin Chun, portavoz de la ciudad de Torrance, respondió que, para la operatividad de la refinería PBF Energy existen medidas regulatorias estatales y federales vigentes, incluidas agencias como el Distrito de Gestión de la Calidad del Aire de la Costa Sur (SCAQMD), responsable de regular la calidad del aire en la Cuenca del Aire de la Costa Sur, que incluye Torrance.

“Tienen regulaciones estrictas para monitorear las emisiones de instalaciones industriales como la Refinería de Torrance”, dijo Chun, quien añadió que, el 6 de septiembre de 2019, la Junta Directiva de South Coast AQMD aprobó la Resolución 1919 que acepta la implementación voluntaria ofrecida de mejoras de seguridad adicionales para el uso de ácido fluorhídrico modificado (MHF).

La refinería de Torrance no respondió a pedido de entrevistas de La Opinión.

Sin estudios de salud pública

Jesse Márquez, de la organización Comunidad por un Ambiente más Seguro, consideró que en Torrance “básicamente no se ha hecho nada para restaurar la justicia medioambiental” para quienes viven en las inmediaciones de la refinería PBF Energy.

“Lo que pasa es que cuando ocurrió la explosión [bajo el nombre de Exxon Mobil] ni siquiera nos dimos cuenta de los peligros en términos de exposición pública al ácido fluorhídrico”, expresó.

Sin embargo, como resultado de la explosión en 2015, descubrieron que había un trozo de metal que estuvo a unos 10 pies aproximadamente de golpear el tanque de ácido fluorhídrico.

“No sabíamos lo mortal que esta sustancia química, que hubiera matado en cinco minutos a todos los que viven en un radio de dos millas”, consideró el activista.

Posteriormente comenzaron la campaña contra el uso de ácido fluorhídrico modificado.

“Queríamos y queremos saber qué tipo de precauciones de seguridad se implementaron para proteger al público”, mencionó a La Opinión. “Sabíamos muy poco al respecto y las protecciones que tenían en la refinería no eran las adecuadas”.

Márquez consideró que la explosión demostró el valor de su organización de defensa del medioambiente, ya que uno de sus miembros trabajaba en la refinería.

“Él se coló en el baño para llamar a su esposa y decirle de la explosión de un precipitador electrostático”, agregó.

Márquez se conectó a Internet e hizo una búsqueda de explosiones de precipitadores electrostáticos y descubrió lo que había pasado.

“Hubo una fuga de gas en algún lugar fuera del edificio”, aseguró.

Semanas más tarde, dos comités del Senado preguntaron en una audiencia pública al director de la planta, al Departamento de Bomberos de la refinería, al Departamento de Bomberos de Torrance y a la AQMD, ¿Qué causó la explosión?

“Ninguno de ellos lo sabía”, recordó Márquez.

Cuando se abrió el espacio para recibir comentarios del público les dije: “Yo sé qué causó la explosión y la sala de la ciudad de Torrance se quedó en silencio”.

De inmediato lo cuestionaron: ¿Trabaja usted para la refinería? ¿Es usted ingeniero petrolero? ¿Qué sabe de estas cosas?¿Trabaja para el gobierno? Todas sus respuestas fueron “¡No!”.

“Usé el sentido común. Fui a Internet, busqué y descubrí que debía haber entrado gas en el edificio. Entonces, el director de la planta, dijo que tenía razón.

Nueve años después de la explosión, Márquez indicó que nadie ha realizado un estudio de salud pública para verificar el estado de las personas mayores y de los niños.

“Ninguna agencia gubernamental lo ha hecho; solo han analizado algunos datos que han demostrado que las personas que estuvieron expuestas a la ceniza derramada y a otras sustancias químicas, se ven afectadas a corto y a largo plazo”.

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