Vivir en barrios más pobres aumenta el riesgo de demencia: estudio
Investigadores encontraron que las personas que vivían en áreas más desfavorecidas económicamente tenían un 43 % más de riesgo de desarrollar demencia durante 20 años de observación
La demencia es un trastorno neurológico que afecta la memoria y las habilidades cognitivas. (Shutterstock) Crédito: Bencemor | Shutterstock
Un innovador estudio dirigido por la Universidad de Duke ha arrojado luz sobre una conexión: la relación entre la ubicación residencial y el riesgo de desarrollar demencia.
Publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia, este estudio liderado por el neuropsicólogo clínico Aaron Reuben y su equipo ha identificado un vínculo entre vivir en áreas socioeconómicamente desfavorecidas y un mayor riesgo de demencia.
La demencia es un trastorno neurológico que afecta la memoria y las habilidades cognitivas y ha sido durante mucho tiempo un desafío de salud pública. Tiene aproximadamente 50 millones de personas en todo el mundo afectadas por la enfermedad de Alzheimer y demencias relacionadas.
Con una proyección de 150 millones de casos en los próximos 30 años debido al envejecimiento de la población mundial, comprender los factores de riesgo se vuelve crítico.
El estudio examinó datos de 1.695.447 personas nacidas entre 1929 y 1968 en Nueva Zelanda, así como poblaciones del Reino Unido y los Estados Unidos. Los investigadores evaluaron el estatus socioeconómico de los vecindarios utilizando indicadores como tasas de desempleo, educación y propiedad de vivienda.
Los hallazgos fueron significativos: las personas que residían en áreas desfavorecidas tenían un 43% más de riesgo de desarrollar demencia durante un período de 20 años de observación.
Este descubrimiento desafía la noción previa de que la demencia es puramente un resultado del envejecimiento, al señalar que el entorno residencial también desempeña un papel crucial.
Salud mental comprometida
El estudio también reveló que la salud cerebral puede verse comprometida en edades más tempranas en aquellos que viven en áreas desfavorecidas. La investigación del equipo de Reuben, que incluyó datos del Estudio Dunedin en Nueva Zelanda, destacó que a los 45 años, aquellos en vecindarios menos favorecidos mostraban signos de peor salud cerebral, independientemente de sus ingresos personales o educación.
A pesar de estas conclusiones alentadoras, los investigadores advierten sobre las limitaciones del estudio, enfatizando su naturaleza observacional y la falta de capacidad para establecer causalidad directa. Sin embargo, destacan la importancia de abordar los factores de riesgo ambientales y sociales en la prevención de la demencia.
En respuesta a estos hallazgos, Aaron Reuben subrayó la necesidad de una estrategia integral que tenga en cuenta no solo los factores médicos individuales, sino también el entorno comunitario.
Propuso que la creación de entornos más seguros y saludables, como calles transitables y espacios verdes accesibles, podría ser fundamental en la lucha contra la demencia.
Expertos en el campo respaldan estas afirmaciones, subrayando la importancia de considerar los factores ambientales y de estilo de vida en la prevención de la demencia. La enfermera registrada del Reino Unido, June Andrews, destacó la influencia del estilo de vida y la calidad del aire en el riesgo de demencia, mientras que el Dr. Charles B. Hall de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York señaló la necesidad de investigar más a fondo la relación entre la contaminación del aire y la salud cerebral.
Por lo tanto, este estudio pionero proporciona una visión valiosa sobre los determinantes sociales y ambientales de la demencia, abriendo la puerta a enfoques más holísticos y comunitarios en la prevención y el tratamiento de esta enfermedad devastadora.
Con un enfoque renovado en la salud del vecindario, se espera que futuras investigaciones impulsen intervenciones efectivas y significativas para abordar este creciente desafío de salud pública.
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