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El exjefe del LAPD, Al Labrada en una jornada por limpiar su nombre

‘Quiero que la Ciudad y el LAPD reconozcan el error que cometieron conmigo’, dice en una entrevista con La Opinión

Alfredo "Al" Labrada, quien fuera uno de los tres jefes con más poder en el LAPD. (Araceli Martínez/La Opinión)

Alfredo "Al" Labrada, quien fuera uno de los tres jefes con más poder en el LAPD. (Araceli Martínez/La Opinión) Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Después de ser uno de los jefes policiacos de más alto rango en el Departamento de la Policía de Los Ángeles (LADP), al comandante Alfred “Al” Labrada el mundo se le derrumbó cuando tras una denuncia de presunto rastreo a su expareja, fue degradado y suspendido sin que mediara investigación alguna.

Hoy se encuentra en una jornada sin tregua para limpiar su nombre.

“De inmediato fui juzgado sin una investigación para probar los hechos de los que se me acusaban, y el jefe (Michel) Moore hizo público mi nombre a los medios al publicar un comunicado de prensa”, dijo ‘el jefe Labrada’ como se le conocía en el medio, en una entrevista exclusiva con La Opinión.

Lo más grave, señala, es que durante meses, el LAPD mantuvo oculto un memorando en el que señalaba que su caso había sido desechado por falta de evidencias.

“Eso es lo más doloroso. Me mintieron al ocultarme ese documento”, dice.

Alfred Alf Labrada, quien fuera de los jefes de más alto rango del LAPD. (Araceli Martínez/La Opinión)
Crédito: Araceli Martínez | Impremedia

Labrada de 53 años tiene una carrera en el LAPD de 31 años. Había comenzado patrullando las calles, y poco a poco, fue escalando diferentes cargos, hasta llegar a ser comandante, y ascender a ser uno de los tres jefes del LAPD, que estaban por debajo solo del jefe Moore. De los tres jefes, era el único latino.  

Labrada nació en México, y llegó al sur de California a los cinco años de edad, de la mano de su madre.

“Llegamos a Highland Park, vivimos en Rosemead y luego en El Monte”.

Padre de dos hijos, y abuelo de dos, dijo que nunca pensó que poner fin a una relación sentimental que sostuvo con quien fuera su pareja doméstica, una compañera de trabajo en el LAPD, fuera a causar tanto daño en su vida.

“Estuvimos juntos por seis años, y mantuvimos una relación doméstica por dos años y medio. Terminamos en julio de 2023, y el 3 de septiembre, mandé una notificación a la ciudad de que había acabado la relación doméstica”.

Dice que fue el 7 de septiembre cuando su expareja reportó que el mismo 3 de septiembre había encontrado un rastreador de personas GPS en su vehículo que supuestamente él le había puesto para seguirla.

“Hasta el 8 de septiembre lo entregó a la policía de Ontario que fue donde puso el reporte”.

Labrada dice que cuando se enteró del incidente, no se preocupó porque esperaba que todo se aclarara.

Pero cuando una semana después, el LAPD dio su nombre a la opinión pública y hasta emitieron un comunicado de prensa, se alarmó.

“Históricamente cuando hay una investigación, no se dan los nombres de los oficiales hasta no ser encontrados culpables”.

Alfred Alf Labrada, uno de los exjefes de mayor alto rango del LAPD. (Araceli Martínez/La Opinión
Crédito: Araceli Martínez | Impremedia

Al hacerse público el caso por parte del LAPD, Labrada platica que el jefe Moore de inmediato lo degradó de cargo, y de ser uno de los tres jefes de más alto rango, lo bajó a comandante.

“No espero a que la investigación terminara, ni siquiera a que iniciara”.

Sobre la relación con su expareja, dice que terminaron de mutuo acuerdo.

“Pensé que sería de manera civilizada y cordial; y a pesar de los muchos problemas, nunca pensé que pudiera hacer algo así como acusarme de vigilarla”.

Al final, señala que la fiscalía determinó insuficiencia de pruebas y puso en claro en un memorando, una serie de irregularidades que demuestran que no hubo un crimen. La Opinión tiene una copia del memorando.

“No hay pruebas de que yo la estaba rastreando después de terminar la relación; también se negó a que me llamaran para preguntarme si yo había puesto el rastreador”.

Labrada dice que dentro del LAPD, siempre lo buscaron para llevar a cabo trabajos difíciles y controlar incidentes que otros no podían hacer. 

“Estuve encargado del Super Bowl y de las protestas del 2020”.

Al Labrada cuando recibió la placa de comandante del LAPD de manos de su madre Dora Méndez. (Foto suministrada).
Crédito: Foto suministrada

Reconoce que solo mantenía una relación de trabajo con el exjefe del LAPD, Moore.

“Personalmente no me llevaba con él. Me puso entre los tres jefes por debajo de él, porque necesitaba a un latino y de mis habilidades para hacer las tareas, pero se le hizo muy fácil sacarme”.

El 20 de junio, meses antes de que lo degradaran de puesto al hacerse público el supuesto rastreo a su expareja sentimental, habló con el jefe Moore para expresarle su interés por postularse para su puesto cuando terminara su periodo.

“No sentí la confianza de que me iba a apoyarme. Me respondió que iba a tener mucha competencia, y me deseó suerte. Pienso que él no quería que su sucesor fuera un latino”.

Admite que definitivamente no era uno de los amigos del jefe Moore.

“Él tiene amigos dentro del LAPD que han sido arrestados por manejar bajo el influjo del alcohol y chocado; otros han estado involucrados en violencia doméstica y sus nombres no los hizo públicos. Al contrario los ayudó a retirarse con honores como ocurrió con Jorge Villegas, el cual se supo porque otros oficiales lo hicieron público. El jefe Moore y Villegas son muy buenos amigos”.

En 2018, Villegas fue captado en un operativo de vigilancia, teniendo sexo en un estacionamiento con una subordinada.

Labrada dice que tras haberlo sacado del cargo, el jefe Moore ascendió a varios oficiales, pero solo puso a una latina, Ruby Flores como subjefa de la Oficina de Operaciones del LAPD.

“Él puso a sus amigos en las posiciones cuando hay muchos latinos que pueden ser comandantes y jefes”.

El comandante Al Labrada captado en uno de los momentos en los que fue ascendido de cargo en el LAPD hace unos años / foto: Aurelia Ventura.
Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión

Dice que lo único que él pedía, era una oportunidad de comprobar su inocencia y privacidad. 

“No me la dieron. Ahora quiero limpiar mi nombre. Esta situación ha sido muy difícil para mi familia, para mis hijos y para mí. Más cuando descubrimos que mantuvieron oculto desde octubre, un documento de la Fiscalía en donde se señala que no se pudo probar que hice algo malo, fuera de la ley”.

Dice que ha presentado una queja contra la Ciudad, por la manera cómo manejaron las cosas, dañando su reputación, su trabajo y a su familia.

“Es importante que la comunidad sepa que yo no hice nada mal. Mantuve una relación sentimental que acabó como cualquier otra que termina”.

Labrada sabe que su expareja ha presentado una demanda contra la Ciudad de Los Ángeles, que él considera solo busca sacar provecho económico.

Pero ella gana muy bien en el LAPD, qué necesidad tendría, le preguntamos.

“Sí, pero siempre hay oportunidades de ganar más”.

Dice que ahora espera que el jefe interino del LAPD, Dominic Choi tome la decisión correcta y acepte que cometieron un error con él y se corrija.

Cometieron un error al actuar agresivamente contra mí sin una investigación, y al ocultarme que no se habían encontrado evidencias y no había un crimen; y se equivocaron al divulgar mi nombre sin haber sido juzgado para que la comunidad me perdiera el respeto”.

Sobre el exjefe de LAPD, Moore considera que fue un mal líder.

“Lo podemos ver por la manera cómo trató mi caso, y cómo durante su tiempo se fueron muchos oficiales. No se sentían apoyados por él. Todavía muchos tienen la moral muy baja. Y también vemos su mal liderazgo en la manera cómo investigó a la alcaldesa”.

El capitán Al Labrada está muy identificado con la comunidad latina de Los Ángeles. (Photo Aurelia Ventura/La Opinion)
Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión

Comenta que muchos compañeros le sugieren jubilarse y dejar todo atrás.

“Si lo hiciera, no podría pelear mi caso, y estaría aceptando que soy culpable. Aún sin sueldo, tengo que pelear para limpiar mi nombre y honor”.

Y añade que del día a la noche le arrebataron su vida de 31 años, en la que sirvió a la comunidad con su trabajo como policía.

Confiesa que quiere seguir trabajando porque se siente con mucha energía y ganas de dar mucho más.

“Me gusta mucho estar en la comunidad.Yo estaba encargado de planear la seguridad para las Olimpiadas, y la Copa Mundial; y la comunidad latina necesita la voz de un inmigrante en el LAPD”.

Pero además afirma que a base de mucho esfuerzo, construyó una reputación de servir con honorabilidad, y de la misma manera con respeto y honor trató a sus compañeros.

A la comunidad latina, les dijo que suban la voz, y no se queden callados.

“El LAPD con sus acciones, me quitó la voz. Pero tenemos los números y podemos hacer cambios.Solo que debemos alzar nuestra voces cuando no estemos contentos”.

Dice que ha tenido sus momentos en los que se ha sentido muy deprimido, y solo le ha levantado el ánimo, ver la solidaridad de la gente, que lo motiva, al mandarle mensajes para no rendirse y seguir adelante pese a la adversidad.

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