Los latinos transforman el panorama de la energía limpia
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Matt Reyes
Austin, Texas
Hace 10 años Matt Reyes de Texas compró un Chevy Volt, su primer carro híbrido, que fue de la primera generación de autos que funcionaban con electricidad y solo tenía una batería con una capacidad de 20 millas de distancia.
Aunque la tecnología todavía no era tan accesible en ese tiempo, Reyes quiso usarlo ya que siempre ha sido aliado de la energía renovable.
El año pasado, Reyes compró un Tesla Y que es un vehículo totalmente eléctrico y notó que la tecnología ha cambiado demasiado.
Ahora, Reyes dice que el uso de un vehículo eléctrico es más práctico de lo que pensaba ya que la infraestructura para los carros eléctricos es tan accesible que puede visitar a su familia que vive en el oeste de Texas desde su casa en Austin, que queda en el centro del estado.
“Cuando vuelvo a casa, normalmente es un viaje de seis horas, y necesito utilizar esas estaciones de carga para el carro eléctrico en el camino”, dijo Reyes. “Y creo que, en Texas, finalmente tiene esa infraestructura donde puedo volver a casa, aunque si se tarda un poco más tiempo”.
Después de comprar el Tesla Y, Reyes pudo tener acceso a un crédito fiscal por tener un vehículo eléctrico en el que se puede recibir hasta $7,500 en crédito dependiendo de los límites de ingresos.
Para Reyes, los beneficios de su vehículo eléctrico incluyen ver cuánto dinero está ahorrando en gasolina, una experiencia más silenciosa cuando maneja, además de que el auto tiene una aceleración más rápida que un vehículo normal.
Reyes también decidió invertir en un techo con paneles solares porque en el estado de Texas hace unos años hubo una tormenta de invierno que afectó la red eléctrica y se quedó sin luz por tres días.
“Entonces, el techo con paneles solares viene con una batería y así puedo ahorrar energía que a veces puede durar un día, dependiendo de cuánto la uses”, dijo Reyes.
Arturo Massol-Deyá
Puerto Rico
Cuando Arturo Massol-Deyá tenía solo 12 años iba con sus padres a las reuniones de Casa Pueblo, que ellos fundaron en Puerto Rico. Aunque no entendía mucho de lo que hablaban, siempre notaba la urgencia en las discusiones del grupo.
“Inicialmente, defendieron la zona central de Puerto Rico de una megaminería de cobre que se pudo prevenir con lucha comunitaria”, dijo Massol-Deyá sobre los primeros logros de Casa Pueblo. “Pero siempre hablamos de que no se trata solamente de protestar, sino que hay que evolucionar a proponer y asumir responsabilidades”.
Ahora que Massol-Deyá es el director ejecutivo de Casa Pueblo no tan solo quiere seguir defendiendo a su comunidad sino también quiere planear para el futuro.
Casa Pueblo continúa siendo una organización comunitaria compuesta de voluntarios que opera en las montañas centrales de Puerto Rico. El enfoque principal de la organización es el desarrollo sostenible de la región, así como la gestión comunitaria de la tierra protegida que está bajo su supervisión, entre muchos otros proyectos.
Casa Pueblo también tiene una radio comunitaria, servicios de clases de música y pintura, galería de arte y un cine solar que opera a través de una microrred con energía generada con paneles solares.
De acuerdo con Massol, Casa Pueblo usa la energía solar desde 1999 y actualmente genera más energía de la que necesitan.
“Con eso operamos las instalaciones nuestras de servicio a la comunidad”, dijo Massol.
Dada la frecuencia de los apagones en Puerto Rico, la energía solar ofrece una solución eficaz, aprovechando la luz del sol para garantizar un proveer eléctrico confiable incluso en tiempos de crisis.
Massol dijo que gracias a los paneles solares tienen seguridad energética en un país donde la inseguridad energética domina y también han reducido la huella ecológica de Casa Pueblo.
Aunque Massol-Deyá estudió en la Universidad de Puerto Rico y después obtuvo su doctorado de Michigan State University, dice que su formación dentro de la comunidad en Puerto Rico fue la más privilegiada y única.
“Estamos más concentrados en romper los modelos de la dependencia en Puerto Rico como una dependencia colonial y construir la independencia energética en un modelo de democratizar que la gente participe en la generación de su propia energía usando el sol”, dijo Massol-Deyá.
Alisha Vázquez
Tucson, Arizona
Alisha Vázquez es de Tucson, de quinta generación con raíces en esa ciudad de Arizona desde 1880, es codirectora del Museo de Historia y Herencia México-Americana, también es madre y hace 10 años, compró su primera casa.
La mujer explicó que los paneles solares parecían muy lujosos y no pensaba poder comprarlos, pero un vecino le dio información y descubrió que sí son accesibles en términos de costo.
“Es algo que definitivamente siempre quisimos y creo que lo que nos hizo lanzarnos a ello fue comprender cómo funcionan las finanzas”, comentó Vázquez. “Terminamos gastando un poco menos de $3,000 de nuestro bolsillo en paneles solares que cubren prácticamente toda nuestra casa”.
Vázquez mencionó que inicialmente el costo era $10,000 para obtener los paneles solares, pero recibió una subvención de $5,000 y un crédito del gobierno gracias a la Ley de Reducción de Inflación.
La Ley de Reducción de Inflación modifica y extiende el crédito fiscal de energía limpia para proveer un crédito de 30% para inversiones en proyectos en energía eólica, solar, almacenamiento de energía y otros proyectos de energía renovable.
Según el Departamento del Tesoro, la ley tiene incentivos para apoyar a comunidades de bajos recursos que históricamente han dependido de la industria de combustibles fósiles o han sido dañados por la polución.
Agregó que es importante reconocer que, aunque la tecnología de paneles solares ha existido desde los 80s la comunidad latina históricamente no ha tenido acceso a los beneficios de generar su propia energía.
“Creo que es muy importante que reconozcamos que este no es un programa exclusivo de Biden”, dijo Vázquez. “Pero ha habido décadas de activismo, de personas en la calle y en particular latinos para señalar que no tenemos acceso equitativo a tecnologías que beneficiarían a nuestras comunidades”.
Omar Cejudo-Márquez y José Manuel Barreto
Las Vegas, Nevada
Omar Cejudo-Márquez y José Manuel Barreto trabajan para la compañía Sol-Up en Las Vegas, especializada en instalar paneles solares para tratar de luchar contra el cambio climático.
La empresa tiene casi 10 años de experiencia en tecnología solar enfocada principalmente proyectos residenciales que empezó en Las Vegas, Nevada y que ahora se extendió a California, Arizona y Boise en Idaho.
“Hay varios beneficios en usar la tecnología solar pero el más grande es lo que hace para el medio ambiente”, dijo Cejudo-Márquez. “Estamos ayudando en mantener la limpieza del medio ambiente y a la vez estamos ayudando a los clientes a ahorrar dinero”.
Antes de llegar a Sol-Up Cejudo-Márquez trabajaba para SolarCity que ahora es parte de Tesla pero tuvo que dejar su trabajo debido a las leyes en contra de la tecnología solar en la ciudad por un año.
Ahora, Cejudo-Márquez es el director de operaciones y se encarga de supervisar todas las actividades en cada departamento, desde la coordinación de proyectos hasta la instalación de paneles solares, además trabaja directamente con ingenieros para decidir cómo se debe hacer el diseño de cada proyecto.
Barreto que es originario de Manzanillo, Colima en México trabaja como ingeniero eléctrico para Sol-Up y es responsable de asegurar que los permisos de la compañía estén actualizados y verificando que todos los proyectos estén actualizados en los códigos de la infraestructura y los códigos de electricidad nacionales.
Una de las luchas que enfrentan en la compañía es que la comunidad latina no invierte en tecnología solar.
“No tenemos muchos clientes en la comunidad latina porque creo que piensan que la tecnología solar es muy nueva y tal vez no funcione”, dijo Cejudo-Márquez.
Agregó que es importante tomar el tiempo en educar a la comunidad en los beneficios de la tecnología solar para que realmente conozcan el impacto que puede tener no solo en sus hogares, también en el medio ambiente.
Yara Marín
Phoenix, Arizona
Yara Marín creció en Phoenix, Arizona donde fue expuesta a la contaminación en su comunidad.
“Cuando era niña me diagnosticaron con asma y en mi comunidad muchos de los niños también tenían lo mismo”, dijo Marín. “Nadie cuestionó porque tantos de nosotros teníamos problemas respiratorios y estuvimos conscientes del impacto que el medio ambiente tiene en la salud”.
Décadas después, Marín empezó a hacer su trabajo para combatir la injusticia ambiental en la comunidad y vio la cantidad de contaminación en diferentes partes de la ciudad cuando se dio cuenta que las tres autopistas cerca de donde vivía tenían un impacto en la salud de su comunidad.
Actualmente, Yara Marín es la directora regional del oeste interior para Vote Solar que es una organización de promoción de políticas sin fines de lucro con la meta de hacer la tecnología solar más accesible y asequible a todo Estados Unidos.
De acuerdo con Marín, Vote Solar quiere servir como un puente entre las comunidades y los lugares legislativos y regulatorios que tal vez puedan parecer intimidantes.
“También trabajamos para asegurar que nuestra información sea accesible y traducimos todo nuestro material al español”, explicó Marín. “El saber es poder entonces queremos saber que podemos devolver ese poder a las comunidades”.
Además de la barrera del idioma, la comunidad latina también enfrenta la falta de conocimiento sobre el impacto financiero.
“Pienso que necesitamos cambiar la narrativa de que la energía limpia es algo de lujo”, explicó Marín. “Tenemos que abordar el hecho de que la tecnología solar es más barata y permite que las personas puedan ahorrar dinero”.
Marín agregó que las comunidades latinas merecen tener recursos de energía limpia y un medio ambiente limpio como cualquier comunidad