Pareja vence el miedo: ya tienen dos restaurantes de mariscos El Plebe #1 y El Plebe #2

Ricardo Hernández empezó vendiendo en las bodegas, luego en el patio de su casa hasta que junto con Silvia Cruz abrió El Plebe #1 en la ciudad de Paramount

Silvia Cruz y Ricardo Hernández, propietarios de Mariscos El Plebe #1 y El Plebe #2. (Araceli Martínez/La Opinión)

Silvia Cruz y Ricardo Hernández, propietarios de Mariscos El Plebe #1 y El Plebe #2. (Araceli Martínez/La Opinión) Crédito: Araceli Martínez Ortega | Impremedia

Ricardo Hernández comenzó vendiendo mariscos estilo Sinaloa en el patio de su casa en la ciudad de Lynwood, siete años después, su esposa Silvia Cruz y él, tienen dos restaurantes El Plebe #1 y El Plebe #2.

“En Sinaloa, El Plebe es una palabra que usamos para todo y que nos identifica”, dice Ricardo.

El Plebe o los o las plebes es un término muy popular en Sinaloa que se emplea para referirse a los niños o muchachos.

Ricardo nació en Culiacán, Sinaloa.Se crió en el rancho Juan Aldama en el municipio de Navolato, Sinaloa. Silvia nació en Lynwood, pero sus padres son de Sinaloa y Jalisco, México. Ellos se conocieron en Los Ángeles.

“Yo me ganaba la vida como electricista aquí en Los Ángeles, pero como había trabajado en restaurantes desde los 17 años y me gusta mucho el marisco, en 2017, me puse a vender ceviche, cocteles, botanas mixtas con camarón, pulpo y jaiba en las bodegas y fábricas donde tenía amigos. Yo preparaba y repartía”.

Ricardo Hernández se especializa en comida Sinaloense en El Plebe #1 y El Plebe #2. (Araceli Martínez/La Opinión)

Cuando combinar el trabajo de electricista con la preparación y venta de mariscos se le hizo muy pesado, dice que su esposa Silvia lo motivó a vender en el patio de su casa.

“Me daba miedo, pero me animé; ahorré varios de mis cheques del trabajo para comprar mesas y sillas; y pusimos una carpa en el patio para vender mariscos los fines de semana. Duramos de 2017 a 2022 vendiendo mariscos en la casa”.

Cuatro años después era tanta la gente que llegaba, y ya con dos niñas en la casa, y su esposa embarazada de otra hija, se les complicó seguir vendiendo y sirviendo comida en el patio.

“Nos pusimos a ahorrar y compramos Tacos Chente en la ciudad de Paramount. Así fue como abrimos Mariscos El Plebe #1 en 2022. Nos fue bien, pero como la gente nos empezó a pedir música en vivo de banda y norteña, y como la ciudad de Paramount no lo permite, nos lanzamos a abrir El Plebe #2 en Lynwood donde si nos dejan traer música al restaurante”.

Ricardo dice que El Plebe #2 lo abrieron en noviembre de 2023. 

“Aquí tenemos cuatro cocineros y cuatro meseras. Y si me incluyo, somos cinco cocineros; en El Plebe #1 tenemos tres cocineros y tres meseras”. 

¿Qué hace diferente a Los Plebes de otros restaurantes que venden mariscos en Los Ángeles?

El sinaloense dice que en primer lugar, el trato directo con el cliente. “Eso los hace sentir a gusto y cómodos”.

Otro de sus signos distintivos es que el marisco que ofrecen es fresco.

“Hay lugares donde por ejemplo hacen cantidades grandes de ceviche, yo no. Nuestro estilo es el marisco de carreta, donde quien pide un ceviche, se le prepara en el momento; otra cosa que es muy importante es que hago las cosas como si fueran para mí”.

Silvia quien ha jugado un papel clave en el éxito de El Plebe, es la encargada de la administración, pero le entra de mesera y a la cocina, según lo que se ocupe, dice que renunció a su trabajo de 13 años en marzo para dedicarse de tiempo completo para atender a El Plebe #2.

“Pensé mucho en renunciar porque tenía muy buen trabajo. Yo animé mucho a mi esposo a vender mariscos en la casa cuando a él le daba mucho miedo; ya cuando se trató de abrir el restaurante, ahora a mí me daba miedo”.

Dice que los primeros meses fueron difíciles para subir las ventas. “Primero pagamos a los empleados y luego a nosotros, y en esos primeros meses no había nada para nosotros, era solo invertir”.

Silvia Cruz y Ricardo Hernández trabajan hombro con hombro. (Araceli Martínez/La Opinión)

Los sueños de Ricardo

Ricardo revela que quiere hacer de los restaurantes El Plebe un lugar donde el inmigrante de origen sinaloense encuentre todos los antojitos de la cocina tradicional sinaloense, desde desayuno, mariscos y cenaduría.

“El Plebe es un lugar donde pueden disfrutar de un chilorio, una machaca, chicharrones, asadera, tortillas recién hechas con asiento y queso; a mediodía, los mariscos, sushi, platillos calientes; y por la noche, una buena cena con un asado sinaloense, tacos dorados, unas tostadas”,

Dice que su plato fuerte y el que más le piden, es un ceviche que creó para su esposa, que lleva camarón, tomate, cebolla, pepino, cilantro y mango acompañado con salsa negra, y adornado con rebanadas de mango.

“Se lo hice a mi esposa porque me pidió algo diferente”.

Otro de sus sueños es hacer de El Plebe una franquicia, que le permita trabajar duro para su jubilación y tener más tiempo para él mismo.

El ceviche de camarón y mango, el más pedido en El Plebe #2. (Araceli Martínez/La Opinión)

La historia de amor

Pocos saben que detrás de El Plebe #1 y El Plebe #2 hay una historia de amor.

Ricardo trabajaba en un restaurante de mariscos en Los Ángeles, cuando Jairo, un cliente de Jalisco, México, le ordenó unos ceviches para llevar a su trabajo.

“Es para unas secretarias muy guapas, me dijo. ¡Lúcete! Me pidió. Después regresó y me dijo, que les había gustado mucho. 

Pero aún más, le hizo ver que tanto les había encantado, que una muchacha mandaba decir que quería el ceviche con todo y cocinero.

Ricardo respondió que él estaba muy a gusto, soltero y sin compromisos, disfrutando de la vida.

“Eso de disfrutar no era tan cierto porque en Estados Unidos, uno viene a trabajar de sol a sol. Pero me dio el teléfono de la muchacha y empecé a platicar con ella y nos mandamos fotos”.

Después ella fue a conocerlo al restaurante,.

“No sabía cómo era, la conocía solo por foto; pensé, qué tal si son mentiras. Vi que llegó, me asomé desde la cocina, dije si es la de la foto; pero no quise salir, venía del rancho, era tímido. Silvia comió y se fue”.

Silvia dice que permanecieron dos meses mandándose mensajes de texto y platicando.  “De repente, ya no me contestaba, ah pues dije, ni modo”.

Hasta que un día se armó de valor, y lo invitó a salir. 

“Pasé por él en su día de descanso, y nos fuimos a la playa en Santa Mónica”.

Ahí inició el romance, hoy tienen tres hijas, más dos hijas que ya tenía Silvia, y dos de Ricardo que están en Culiacán, Sinaloa, la pareja suma siete hijas en total.

“No quería un compromiso. Estaba muy a gusto, ahorrando dinero. Pero ahora me siento bendecido con tantas hijas mujeres”.

El ceviche de la casa, El Plebe. (Araceli Martínez/La Opinión)

Un sacrificio que vale la pena

Ricardo confía que la parte más difícil de tener dos restaurantes es sacrificar tiempo con sus hijas. “Salgo y están dormidas, regreso y están dormidas. Eso me pone triste, porque cuando volteas, ya están grandes”.

Le consuela saber que con su esfuerzo y dedicación, les está enseñando el valor del trabajo.

Dice que también le pone triste que sus padres no estén aquí en Los Ángeles para ver sus logros.

“Me gustaría mucho que vieran lo que estoy haciendo, y decirle mira amá, mira apá, lo que he hecho”.

Además – dice – que están cumpliendo el anhelo de su suegro, ya fallecido, que anhelaba que Silvia y él se hicieran de un restaurante.

Ricardo confiesa que hay días que regresa agotado a su casa, y a veces, el dolor de brazos por tanto trabajar en la cocina, lo despierta por las noches.

“Ande como ande, me tengo que levantar al día siguiente para venirme al restaurante. Cualquiera que tenga un restaurante deben entenderme”.

Lo anima saber que todo sacrificio tiene su recompensa; y mientras se llega el día en que pueda delegar más y trabajar menos, dice que no hay cosa que lo llene más de gozo que ver a sus clientes, saborear su comida. 

El sabor de su comida fue precisamente lo enamoró a su esposa, antes de conocerlo en persona y verlo a la cara. “Cuando probé su comida, dije ¡Dios mío!”.

Silvia admira de su compañero Ricardo, su conocimiento culinario y su ambición para crecer. 

“Cuando abrimos El Plebe #2 no dormía preocupada por tanto dinero que íbamos a invertir. El típico mexicano quiere ahorrar y nunca invertir. Mi hermana fue quien me tranquilizó. Me dijo si te va mal, pueden regresar a vender mariscos en el patio de tu casa”.

Silvia Cruz muestra las enchiladas de camarón de El Plebe #2. (Araceli Martínez/La Opinión)

Casi siete meses después, dice que ha valido la pena. “El que no arriesga no gana; y lo mejor es que como dueña de negocio tiene más tiempo para sus niñas de 7,6 y año y medio.

La pareja coincide en que El Plebe #2 ha sido más exitoso que El Plebe #1 porque sus clientes disfrutan mucho comer y escuchar música. Eso sí, ambos negocios son sus plebes (en lenguaje sinaloense, sus niños).

  • Mariscos El Plebe #2. Cocina Sinaloense. 3570 Martin Luther King Jr Blvd, Lynwood, CA 90262.
  • Mariscos El Plebe #1. Cocina Sinaloense. 15000 Paramount Blvd. Paramount, CA. 90723.

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