Algunas bacterias intestinales pueden desencadenar alimentación compulsiva: qué debemos saber

Una bacteria intestinal específica podría causar la adicción a la comida y la obesidad. Los hallazgos en humanos y ratones destacan el potencial de los probióticos y prebióticos para combatir estos problemas

Algunas bacterias intestinales pueden desencadenar alimentación compulsiva: qué debemos saber

Crédito: mi_viri | Shutterstock

Un reciente estudio sugiere que una bacteria intestinal específica podría ser la responsable de la alimentación compulsiva y la obesidad, abriendo así la puerta a nuevos tratamientos para abordar la adicción a la comida.

La investigación llevada a cabo por un equipo internacional y publicada en The Journal of Clinical Investigation ha identificado bacterias que no solo fomentan esta adicción, sino también otras que podrían tener un efecto beneficioso en su prevención.

El estudio ha identificado una relación directa entre una determinada bacteria intestinal y el desarrollo de adicción a la comida tanto en humanos como en ratones. El equipo de investigación, liderado por la profesora Elena Martín-García de la Universidad Pompeu Fabra en España, ha señalado que hasta ahora se desconocían en gran medida los mecanismos que subyacen a este trastorno del comportamiento.

“Existen diversos factores que contribuyen a la adicción a la comida, caracterizada por la pérdida de control sobre la ingesta de alimentos y asociada con la obesidad y otros trastornos alimentarios”, explicó Martín-García.

Adicción a la comida

Rafael Maldonado, director del Laboratorio de Neurofarmacología de la misma universidad, comentó que estos resultados podrían permitir la identificación de nuevos biomarcadores para la adicción a la comida.

“Lo más importante es que podríamos evaluar si las bacterias beneficiosas podrían ser utilizadas como tratamientos potenciales para esta adicción y su comportamiento relacionado con la obesidad, que actualmente carece de enfoques terapéuticos eficaces”, agregó Maldonado.

Para el diagnóstico de la adicción a la comida en ratones y humanos, el equipo utilizó la Escala de Adicción a la Comida de Yale, que contiene 35 preguntas para los humanos y criterios específicos para los ratones como la búsqueda persistente de alimento, alta motivación para obtener alimento y comportamiento compulsivo.

En su estudio, encontraron que los ratones adictos a la comida presentaban un aumento en bacterias del filo Proteobacteria y una disminución en bacterias del filo Actinobacteria. Además, observaron una reducción en la cantidad de Blautia, una bacteria del filo Bacillota.

Estos hallazgos fueron consistentes en los humanos. Se clasificó a 88 pacientes en adictos y no adictos a la comida, observándose en los adictos una disminución de bacterias del filo Actinobacteria y Blautia, así como un aumento de bacterias del filo Proteobacteria.

“Los resultados en ratones y humanos sugieren que una microbiota específica podría tener un efecto protector contra la adicción a la comida”, afirmó Martín-García. “En particular, las similitudes en la cantidad de Blautia destacan los posibles efectos beneficiosos de esta bacteria intestinal”.

El equipo investigó más a fondo los efectos protectores de la administración oral de lactulosa y ramnosa, carbohidratos no digestibles conocidos como prebióticos que pueden aumentar la cantidad de Blautia en el intestino.

Los experimentos en ratones mostraron un aumento significativo de Blautia en sus heces, acompañado de mejoras notables en la adicción a la comida. Resultados similares se observaron cuando se administró a los ratones una especie de Blautia llamada Blautia wexlerae como probiótico.

“Las características de la microbiota intestinal en ratones y humanos sugieren posibles efectos no beneficiosos de bacterias del filo Proteobacteria y efectos protectores de un aumento de Actinobacteria y Bacillota contra la adicción a la comida”, concluyó Maldonado.

La identificación de estas bacterias podría revolucionar la manera en que se aborda la adicción a la comida, permitiendo el desarrollo de tratamientos que incluyan el uso de probióticos y prebióticos específicos para restablecer un equilibrio saludable en el microbioma intestinal.

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