La urgente necesidad de licencia familiar pagada en EE.UU.
Ningún padre debería tener que elegir entre quedarse en casa sin ingresos o volver al trabajo a expensas de su salud y la de sus seres queridos
En algún momento, todos enfrentamos una crisis, enfermedad u otra circunstancia que nos requiera estar un tiempo fuera del trabajo. Lo sé de primera mano. Hace cinco años, mi esposa y yo esperábamos a nuestro primer hijo cuando ocurrió lo impensable: venía con un grave problema de salud. El 4 de noviembre, nuestro amado bebé nació por cesárea y fue llevado a la unidad de cuidados intensivos neonatales. Veinte días después, falleció.
En ese momento, mi esposa y yo trabajábamos y éramos estudiantes a tiempo completo. Tuve que tomar un trabajo adicional a tiempo parcial para cubrir los gastos médicos porque nuestros empleos no ofrecían licencia familiar pagada, una realidad para casi tres de cada cuatro trabajadores en el sector privado de los EE.UU. Nuestros empleadores tampoco calificaban para las protecciones bajo la Ley de Licencia Médica Familiar (FMLA), que provee licencias no pagadas y solo para empleadores con más de 50 empleados. Con nuestros ahorros agotados y las facturas acumulándose, volví al trabajo después de seis semanas, aunque no estaba mentalmente preparado. Mi esposa tuvo que encontrar otro trabajo, lo que la llevó a una depresión severa. Con demasiada frecuencia, madres como ella vuelven a la fuerza laboral apenas unas semanas después de dar a luz, debido a dificultades financieras y a pesar de no estar completamente recuperadas de la intensa experiencia del parto.
Nuestra historia no es una excepción, sino una lucha cotidiana para miles de familias trabajadoras en todo Estados Unidos. Ningún padre debería tener que elegir entre quedarse en casa sin ingresos o volver al trabajo a expensas de su salud y la de sus seres queridos. En abril, el gobernador Brian Kemp de Georgia firmó una ley que amplía a seis semanas la licencia parental pagada para los empleados estatales. Si bien celebramos este progreso, simplemente no es suficiente. Excluye a familias como la mía y muchas más. Necesitamos un estándar nacional que funcione para todas las familias.
Cuando se trata de acceder a licencias pagadas, Estados Unidos es uno de solo seis países en el mundo sin una política nacional de licencias pagadas. A pesar de ser una tierra de oportunidades, hay un contraste evidente en cómo protege a sus trabajadores. La Ley de Licencia Médica Familiar (FMLA) no ha visto una actualización significativa o enmienda en 31 años, haciéndola menos efectiva para la fuerza laboral actual. A pesar de los esfuerzos de algunos líderes para expandir las protecciones de la FMLA, el Congreso pronto se irá de receso sin asegurar que la fuerza laboral de nuestro país tenga ese privilegio.
Vale la pena señalar que los trabajadores latinos e inmigrantes son de los más afectados por la falta de estas políticas. Según el Urban Institute, “solo el 58% de los trabajadores hispanos/latinos informan tener acceso a al menos una forma de licencia pagada” en comparación con el 72% de los trabajadores blancos, y “solo el 41% de los trabajadores hispanos/latinos dicen que podrían tomarse tiempo libre por el nacimiento de un hijo”. Las barreras lingüísticas limitan aún más la conciencia y el acceso de los trabajadores latinos a los beneficios de licencia pagada. Sin recursos en español y otros idiomas clave, los trabajadores no conocen sus derechos ni los beneficios disponibles para ellos.
Como organizador de Poder Latinx en Georgia, organización que se enfoca en el registro de votantes y la construcción de una fuerza laboral talentosa dentro de nuestras comunidades, continuamente hablo con personas que vinieron de América Latina anhelando el Sueño Americano como los mejores ideales de vida, libertad y la búsqueda de la felicidad. La realidad que encuentran, especialmente en lo que respecta al cuidado de su salud sin arriesgar sus ingresos o empleos, independientemente de su estatus migratorio, es un devastador contraste. Las leyes de inmigración a menudo hacen imposible que los trabajadores indocumentados accedan incluso a la licencia médica familiar no pagada, a pesar de sus enormes contribuciones a la economía de los EE.UU.
Las protecciones de licencia pagada deben ser un derecho para cada trabajador. Es un tema esencial para padres e individuos de todos los orígenes y estatus migratorios, quienes hacen que nuestro país prospere en muchos frentes. A medida que nos acercamos a noviembre, la mayoría de nosotros cumpliremos con nuestro deber cívico y nos convertiremos en un factor decisivo en las elecciones. Nuestros líderes deben reconocer que buscaremos que los candidatos y funcionario electos rindan cuentas, y que estaremos atentos a las promesas que harán para asegurar que el Sueño Americano siga siendo alcanzable para todos, sobre todo que la salud de las familias trabajadoras sea una prioridad. Nuestro voto jamás debe darse por sentado.
(*) Daniel Campos es organizador comunitario en Georgia con Poder Latinx.