‘Ser oaxaqueño significa tener sangre indígena’
Arte, magia y cultura en la edición anual número 37 de la Guelaguetza en el parque Edward Vincent de Inglewood
Si hay una comunidad de origen mexicano en Los Ángeles que está unida, esa es la oaxaqueña, que celebró la tradicional Guelaguetza, donde miles mostraron la generosidad del ser humano.
La edición anual número 37 congregó a familias enteras y a sus hijos nacidos en Estados Unidos, quienes mostraron el orgullo de tener raíces indígenas y que sus padres o ancestros hayan nacido en el estado de Oaxaca.
“Ser oaxaqueño significa tener sangre indígena y hablar una lengua indígena”, describió Mauro Hernández Mayoral, originario de San Pablo Macualtengo, en la Sierra Norte de Oaxaca.
“Significa, además, traer la cultura y la pasión por mostrarla al mundo, porque somos indígenas y tenemos una de las comunidades más ricas y vibrantes de Los Ángeles”, añadió el presidente de la Organización Regional de Oaxaca (ORO), organizadora de la colorida festividad.
El evento, que se llevó a cabo en el Edward Vincent Jr. Park de Inglewood, se desarrolló bajo una temperatura superior a los 90 grados Fahrenheit y comenzó con un desfile amenizado por las bandas musicales de San Pedro de Yolox y la banda Lico Academy Music del maestro Raül Lico.
Niñas y mujeres vestidas en variados trajes típicos de las ocho regiones de Oaxaca: Valles Centrales, Costa, Sierra Norte, Sierra Sur, Cañada, Mixteca, Istmo, y Papaloapan, además de jóvenes y adultos con vestimenta de pantalones y camisa de manta de color blanco y un sombrero en la cabeza, desfilaron alrededor del parque gritando “¡Viva Oaxaca!, ¡Viva la Guelaguetza!”.
Sentido de identidad y pertenencia
El doctor Rafael Vásquez, académico y experto en educación zapoteca, presente en la celebración, describió que ser oaxaqueño significa tener raíces e identidad de pertenencia.
“Muchos de los jóvenes presentes no nacieron en Oaxaca, pero tienen una conexión transnacional”, dijo a La Opinión. “Conocen los usos y costumbres de Oaxaca y tratan de ponerlos en práctica en sus tradiciones”.
Sin embargo, el coautor del libro “Escolarización culturalmente receptiva para estudiantes indígenas mexicanos (Culturally Responsive Schooling for Indigenous Mexican Students.) aclaró que, también en el proceso de identidad y autodenominarse indígenas zapotecos o la etiqueta de ser indígena de cualquier parte de México, “eso les ayuda a estar involucrados en su comunidad y ser parte de las actividades de compromiso cívico”.
La doctora, Guadalupe Mireles, profesora de la secundaria Santa Mónica y fundadora del Club Orgullo Oaxaqueño en su escuela valoró que, promover y resaltar la belleza de esa práctica cultural es importante.
“La comunidad oaxaqueña en Santa Mónica, donde yo trabajo, es muy grande”, informó. “Colaboro y los apoyo en todos sus eventos folclóricos y culturales”.
Con su experiencia en el aula, la profesora Mireles expresó que, al principio, los estudiantes oaxaqueños no querían hablar de sus raíces indígenas.
La Guelaguetza
Sin embargo, ella comenzó a inculcarles el amor, lo particular y especial que son su identidad y raíces, y, a partir de ese momento cambiaron las cosas.
“Ahora tenemos un grupo muy grande llamado Club Orgullo Oaxaqueño”, y ahora, los estudiantes hablan de sus raíces y de quiénes son en realidad, es decir, no importa en qué parte del mundo estén, porque son una comunidad que sigue viva y que se sienten orgullosa porque son los únicos que, digamos, no tienen en su origen la mezcla europea y no fueron encontrados por el conquistador español”.
Ella misma, que no nació en Oaxaca, conoce y enseña que la fiesta de la Guelaguetza se deriva del vocablo zapoteca “Guendalezaa”, que significa “ofrenda, presente, cumplimiento”.
A esta celebración única del pueblo oaxaqueño, también se le conoce como “Fiesta de los Lunes del Cerro”.
El espectáculo de Bani Stai Gulal -que en el idioma zapoteco significa “repetición de lo antiguo”- y la leyenda de la princesa Donají, hija el rey zapoteca Cosijoeza y de la princesa Coyolicatzin, se repite anualmente en la fiesta de los oaxaqueños, “La Guelaguetza”.
“En zapoteco significa convivio, en un sentido de respeto”, comentó el doctor Vásquez. “Cuando en alguna comunidad zapoteca del Valle de Oaxaca se celebra un bautismo o la levantada del santo del pueblo, cuando la comunidad va a la fiesta, entrega al anfitrión un cartón de cerveza o una caja de huevos y el que recibe los regalos toma nota de ello, y después, cuando es su turno, responde con el mismo espíritu de reciprocidad”.
‘Centro cultural de México’
“Oaxaca es el corazón cultural de México, ya que albergamos 16 grupos étnicos, tenemos diferentes lenguas, indumentaria distinta, una gastronomía excepcional, arquitectura…Oaxaca lo tiene todo”, resaltó Aldo Cruz, director del grupo de danza Donají.
Cruz, quien creció en San Pablo Villa de Mital, en el distrito de Tlacolula destacó que, con el paso de los años la comunidad oaxaqueña de Los Ángeles seguirá fortaleciéndose.
“Ya tenemos el Corredor Oaxaqueño, algo que normalmente se dedica a países como Koreatown, Chinatown o el Corredor Salvadoreño”, dijo. “Nosotros somos el primero Estado de la
República mexicana en conseguir ese reconocimiento; mientras sigamos sembrando nuestra raíz con la música, la gastronomía y las tradiciones, creo que seguiremos siendo muy fuertes.”.
Voz de la comunidad
Carmen Suárez, 48 años. Estilista de Santiago Cacaloxtepec., en la región Mixteca de Oaxaca
“Me siento orgullosa de ser oaxaqueña. Hasta la piel se me enchina al decirlo.
Nuestra gente posee una tradición cultural invaluable, además de ser dueña de una gran sabiduría para vivir ; su humanidad es impresionante y no tiene límites”.
Mauro Hernández Mayoral, 66 años. De San Pablo Macualtenango, Oaxaca.
“Los oaxaqueños tratamos de mantener viva nuestra cultura milenaria en los jóvenes de las nuevas generaciones; queremos que la conozcan, la respeten y la compartan con el mundo”.
Damary Camila García Hernández, 17 años. \
“Nací en Los Ángeles, pero soy orgullosamente oaxaqueña. Mis raíces oaxaqueñas tienen arte, cultura, danzas y tienen vivas sus creencias y sus dialectos”.
Saúl España, 47 años. Trabajador de la construcción. De Tlacolula de Matamoros.
“Es un honor haber nacido en Oaxaca, porque aquí, en Los Ángeles fue donde pude aprender todo lo bello de mis antepasados y de la riqueza de mi cultura”.
Samuel López, 15 años. Estudiante de la secundaria Esperanza College Prep, en el este de Los Ángeles.
“Ser de Oaxaca significa tener una pasión por la cultura de mis padres [Isaac López y Beraldina Vázquez]. Mi sueño es que la cultura nuestra este en todas partes y siempre se quede en Los Ángeles”.
Brandon Juárez, 16 años. Estudiante de la secundaria UCLA Community School.
“Me gustan los bailes y el arte de Oaxaca. Quiero estudiar una carrera en arte para usar la cultura que me ensenaron mis padres y enseñarla a través de la pintura, la música o el diseño gráfico”.