Dormir mal puede vincularse con posibles ataques cardíacos

El sueño irregular eleva un 26% el riesgo de eventos cardiovasculares graves. Su regularidad puede ser más crucial que dormir las horas recomendadas.

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Médicos deben detectar señales sutiles que podrían apuntar a una muerte por ataque al corazón en un futuro cercano. Crédito: BlurryMe | Shutterstock

Un estudio publicado en el Journal of Epidemiology & Community Health revela que un ciclo irregular de sueño-vigilia incrementa significativamente el riesgo de eventos cardiovasculares graves, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, incluso en quienes cumplen con las horas nocturnas recomendadas.

La investigación sugiere que la regularidad del sueño podría ser tan importante como su duración para la salud cardiovascular.

El estudio se centró en 72,269 participantes de entre 40 y 79 años, todos ellos sin antecedentes de enfermedades cardiovasculares. Estos individuos, inscritos en el proyecto UK Biobank, usaron dispositivos rastreadores de actividad durante una semana para registrar sus patrones de sueño.

Los datos se analizaron mediante el Índice de Regularidad del Sueño (SRI), un indicador que evalúa la consistencia en los horarios para dormir y despertar.

De acuerdo con los resultados, las personas con un SRI superior a 87 fueron clasificadas como durmientes regulares, mientras que aquellas con puntuaciones inferiores a 72 se consideraron irregulares.

Los participantes en el rango intermedio fueron catalogados como moderadamente irregulares. Durante un seguimiento de ocho años, los investigadores recopilaron información sobre muertes por causas cardiovasculares, ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares a través de registros hospitalarios y de defunción.

Tras ajustar los datos por factores como edad, dieta, consumo de alcohol, tabaquismo, actividad física y problemas de salud mental, se encontró que los durmientes irregulares tenían un 26% más de probabilidades de experimentar un evento cardiovascular grave en comparación con los durmientes regulares.

Incluso aquellos con patrones moderadamente irregulares mostraron un riesgo aumentado del 8%. El análisis detallado evidenció una relación casi lineal: a menor regularidad en el sueño, mayor riesgo cardiovascular.

Cuánto debemos dormir

Aunque dormir entre siete y nueve horas por noche es la recomendación estándar para adultos de 18 a 64 años, y de siete a ocho horas para mayores de 65 años, la cantidad de sueño por sí sola no bastó para contrarrestar los riesgos asociados con patrones irregulares.

Solo el 48% de los durmientes irregulares lograron alcanzar las horas recomendadas, en comparación con el 61% de los durmientes regulares. Sin embargo, incluso aquellos durmientes irregulares que cumplían con las horas de sueño no lograron evitar el aumento del riesgo cardiovascular.

Los autores del estudio subrayan que, aunque el tamaño de la muestra fue considerable, existen limitaciones inherentes a la investigación. Los datos del UK Biobank no representan a toda la población del Reino Unido, y los patrones de sueño se analizaron únicamente durante una semana. Además, los rastreadores de actividad utilizados no diferenciaron entre vigilia tranquila y sueño, ni incluyeron siestas en el cálculo del SRI.

A pesar de estas limitaciones, los resultados destacan el impacto del sueño irregular en la salud cardiovascular y sugieren que la consistencia en los horarios de sueño podría ser más crucial que la cantidad de horas dormidas.

“Nuestros hallazgos indican que la regularidad del sueño podría desempeñar un papel más importante que la duración suficiente del sueño en la reducción del riesgo de eventos cardiovasculares adversos importantes (MACE)”, afirmaron los investigadores.

Los expertos concluyen que las directrices de salud pública y las prácticas clínicas deben prestar más atención a la regularidad del sueño como un factor esencial para prevenir enfermedades cardiovasculares. Este descubrimiento abre un nuevo camino para abordar los riesgos cardíacos desde un enfoque basado en la higiene del sueño, promoviendo cambios en los hábitos cotidianos que podrían salvar vidas.

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