Desfilan por el regalo de la vida

La carroza OneLegacy Donate Life celebra 22 años de participación en el icónico Desfile de las Rosas de Pasadena, en honor a 44 donantes y receptores

Carlos Salazar, con el retrato de su hijo Nicholas, que irá en la carroza de OneLegacy Donate Life.

Carlos Salazar, con el retrato de su hijo Nicholas, que irá en la carroza de OneLegacy Donate Life.  Crédito: FOTOS: JORGE LUIS MACÍAS | Impremedia

Un total de 44 personas que representan nueve estados de los Estados Unidos serán homenajeadas y tomarán parte de la carroza “Let Your Life Soar” (Deja que tu vida se eleve) de OneLegacy Donate Life en el Desfile de las Rosas 2025, el día de Año Nuevo.

Durante los últimos 22 años, la carroza Donate Life de OneLegacy ha inspirado a personas de todo el mundo a salvar y sanar vidas con el poderoso mensaje de la donación de órganos, ojos y tejidos, y las estadísticas de donantes latinos ha mejorado.

“Las tasas de donación de órganos entre los latinos han aumentado del 15-20% al 50-60% en los últimos 20 años”, reveló a La Opinión, Tom Mone, presidente del comité de la carroza de OneLegacy Donate Life.
A pesar de que persisten los desafíos, Mone indicó que el mensaje del Papa Juan Pablo II contribuyó a mejorar las estadísticas de donantes.

“El reto más grande es entre los inmigrantes”, dijo.

Ello, a pesar de que la necesidad de trasplantes es particularmente alta entre los latinos, debido a las tasas más altas de hipertensión, diabetes y afecciones genéticas como la enfermedad del hígado graso.

Banderas de peces voladores Koi Nobori o mangas de viento con forma de pez volarán por encima de la carroza de OneLegacy Donate Life.

“El mejor día de todos”
El tema del desfile “El mejor día de todos”, celebra los mejores momentos de la vida: esos momentos inesperados que hacen sonreír, encienden los corazones y llenan de alegría a las personas.

Si bien para las familias de donantes la pérdida de un ser querido representa uno de los momentos más difíciles de sus vidas, la donación de órganos, ojos y tejidos trae un rayo de esperanza de ver a sus seres queridos vivir en otros.

Para los receptores de trasplantes, la donación les produce sentimientos agridulces de felicidad por recibir el regalo de la vida, gratitud hacia su donante y dolor por la pérdida de la familia del donante.
La carroza OneLegacy Donate Life 2025, “Deja que tu vida se eleve, presentará una escena inspirada en celebración japonesa del Día del Niño.

Banderas de peces voladores Koi Nobori o mangas de viento con forma de pez vuelan por encima de la carroza. Las serpentinas llevan el escudo familiar, seguido de peces koinobori en una secuencia que representa al padre, la madre y los hijos en orden de nacimiento.

En Japón los peces koi representan fuerza, coraje y salud. Estos mismos atributos definen no sólo a quienes eligen dar el regalo de la vida, sino también a sus familias y a sus destinatarios.

Las escamas del pez koi resaltan retratos florales conmemorativos o florógrafos, que representan a los donantes que dieron el regalo de la vida.

Las mangas de viento de los peces se elevan sobre un jardín de árboles en flor, con linternas de piedra y un puente.

Los receptores de órganos, ojos y tejidos viajarán en la carroza, compartiendo la gratitud que sienten por el regalo de la vida de sus donantes.

Los donantes en vida caminarán junto a la carroza, mostrando el poder de la donación en vida.

Joven latino muere y salva varias vidas
Caridad, amabilidad y amor son las tres cualidades que definían la personalidad de Nicholas Salazar, un joven que murió en un accidente automovilístico a los 22 años y que, gracias a decisión que tomaron sus padres de donar sus órganos, pudo salvar la vida de otras siete personas.

“Cuando un esposo muere, a uno le llaman viudo; cuando muere un padre, a uno le llaman huérfano, pero no hay un nombre para cuando un padre pierde a un hijo”, dice Carlos Salazar, progenitor de Nicholas, quien murió el 11 de enero de 2023.

La madrugada del 7 de enero, cuando se dirigía a su casa en la ciudad de Fontana, Nicholas colisionó con su auto y cuatro días después sucumbió a un traumatismo craneal.

Para Carlos Salazar, no hay día en que Carlos no piense en su hijo.

“Es mi niño del milenio”, dice cuenta Carlos, residente de Pico Rivera. “Cuando veo sus fotos, me impresiona ver su sonrisa”.

De acuerdo con Carlos Salazar, Nicholas “vivía rápido la vida”. Le gustaban tanto los autos, que, gracias a su trabajo, llegó a tener una decena, entre los 16 y 22 años. Trabajaba en una compañía de carteles para negocios.

“Mi hijo era una persona muy familiar. Le gustaba ayudar a la gente y contarles chistes” añadió el afligido progenitor. “Cuando era niño, prefería darle su almuerzo a otros niños que eran pobres; decía que él tenía la fortuna que su papá y su mamá [Elba Solórzano] le dieran lo que necesitaba”.

Aquella madrugada del 7 de enero, después de que Nicholas fue transportado a un hospital, las posibilidades de sobrevivir eran pocas. El accidente entre la autopista 60 y 605 fue demasiado duro.

Carlos recibió una llamada de la madre de su hijo, quien le había marcado numerosas veces. Nicholas no contestaba el teléfono. Mediante la aplicación del localizador, supo que el celular del joven se mantenía estático.

El automóvil de Nicholas había sido llevado a un corralón de la ciudad de Whittier, y después a la estación de policia.
“Tú eres el papá de un muchacho que chocó, ¿verdad?”, le dijeron. El asintió” “Sí, es mi hijo”.

A Carlos le fue difícil saber dónde estaba su hijo. En los registros hospitalarios habían escrito el nombre de Nicholas sin la letra “h”.

“Los médicos ya lo habían operado una vez, lo revivieron, pero se le bajó mucho la presión, su cerebro estaba demasiado hinchado, y ya después no estaba funcionando”, recordó Carlos Salazar.

Con el dolor de la muerte de su hijo, Carlos y su exesposa acordaron registrar a Nicholas como donante de órganos.

A Nicholas, personal y cirujanos médico de OneLegacy le hicieron el camino de héroe.

El corazón de Nicholas fue donado a una señora de 60 años; sus pulmones, a un señor de 50; el hígado lo obtuvo un niño; sus ojos, a un señor de 80 años y los riñones a una niña y una señora mayor de edad. Además, el tejido de la piel puede ayudar a más de 100 personas.

Se realizaron 46,000 trasplantes en 2023
Los 10 participantes de la carroza Donate Life 2025 incluyen a un receptor de hígado de 15 años y un receptor de corazón y pulmón de 17 años, cuyas vidas se salvaron gracias a donantes de órganos, así como a otras ocho personas que han dedicado su tiempo a compartir sus historias e inspirar a otros a decir “sí” a la donación de órganos, ojos y tejidos.

A nivel nacional, se realizaron más de 46,000 trasplantes de órganos en 2023 usando órganos, tanto de personas fallecidas como donantes vivos.

Esta cifra marcó el decimosegundo año que se impone que se impone un récord de trasplantes en los Estados Unidos, de acuerdo con Tania Llavaneras, portavoz de OneLegacy Donate Life.

Asimismo, más de 100,000 personas están esperando algún tipo de trasplante, de acuerdo con la Red de Adquisición y Trasplante de Órganos (OPTN).

Beneficiaria de dos trasplantes de riñón y el vivir día tras día
En la carroza de OneLegacy irá Celina Molina, beneficiaria en dos ocasiones de un riñón, primero, por parte de su hermano, y después, de alguien que falleció.

Celina Molina fue receptora dos veces de trasplante de riñón y pudo ver crecer a sus hijas Arianna y Ariel.

Desde los dos años, Celina empezó a tener retención de agua en los pies y en los ojos.

“Era tanto el problema que los ojos casi se me cerraban de tanta agua que estaba acumulando”, contó a La Opinión.

Como no había ayuda en Estados Unidos para su mal, sus padres: Juana y Antonio Medina decidieron llevarla a Huanusco, Zacatecas, México.

Allá comenzaron los primeros tratamientos y una primera cirugía del síndrome nefrótico que padecía, un trastorno renal que se caracteriza por la presencia de proteínas en la orina, niveles bajos de proteína en la sangre, y otros síntomas.

Un doctor y tío de Celina, que estaba haciendo su residencia en la UNAM pudo controlar la infección de sus riñones.

Durante toda su infancia y juventud, la higiene para Celina debía ser total: comía y bebía en sus propios platos y vasos. Nadie más que ella podía tocarlos.

Después de contraer matrimonio en Estados Unidos, tuvo su primera hija, y, a los 25 años debió someterse a su primer trasplante de riñón.

El donante fue su hermano Antonio, quien era parte de los Marines de Estados Unidos, a quien el gobierno le impedía ser el donador.

“Mis doctores hablaron con ellos y convencieron a las autoridades de que, si mi hermano no me donaba el riñón, yo moriría”, dijo Celina. El trámite fue aprobado después de nueve meses.

“Con el riñón de mi hermano, todo salió bien y pude tener a mi segunda hija”, añadió Celina, ahora de 52 años.

Sin embargo, siete años más tarde el órgano recibido, que funciona como tratamiento, pero que no es una cura total, comenzó a fallar.

En aquellos momentos le habían extraído el riñón izquierdo porque los médicos encontraron tumores en el bazo. Aun enferma, Celina tenía que trabajar en la venta de sistemas telefónicos.

“Mis hijas, pobrecitas también sufrieron; se la pasaban conmigo en los hospitales, porque yo era una madre soltera”, recuerda. Una tenía 7 años y la otra 11. Sus padres eran quienes cuidaban a las niñas. Era el año 2007.

El 25 de mayo de 2019, Celina recibió un segundo trasplante de riñón. Esta vez, su donante fue un hombre de 49 años que falleció. A sus familiares les ha escrito seis cartas, donde les explica cómo marchan sus días, gracias al regalo de vida que le dieron.

“Eternamente estaré agradecida, porque he podido ver crecer a mis hijas y triunfar en sus carreras”, dijo Celina.

Ariana, de 28 años, tiene una maestría en sociología y abrió un albergue para familias desamparadas en el condado de San Diego.

La más pequeña, Ariel, de 23 años, obtuvo un bachillerato en comunicaciones.

Celina Molina alienta a los latinos para que se conviertan en donadores de órganos.

“Siempre he pensado que darles esa oportunidad a otras personas de participar en lo que va a ser su vida, en su familia o quienes tienen alrededor puede ayudar a que alguien más pueda vivir y superar sus dolencias y enfermedades”, subrayo.

“Yo, como beneficiaria de dos trasplantes, también estoy inscrita como donante, porque no sé qué pasará mañana, cuando yo no esté aquí, quiero que otras personas tengan esas posibilidades de poder seguir viviendo, de poder seguir teniendo una vida normal que es poder vivir día tras día”, afirmó.

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