Cómo saber si tu nivel de cortisol está fuera de control

El estrés crónico eleva el cortisol, afectando sueño, digestión y peso. Expertos recomiendan ejercicio, respiración, luz solar y dieta equilibrada

Cortisol: todo lo que debes saber sobre la hórmona del estrés

Uno de los primeros signos de un desequilibrio en el cortisol es la alteración del sueño.  Crédito: Yurii_Yarema | Shutterstock

El interés por entender y regular los niveles de cortisol ha crecido significativamente en los últimos años. Esta hormona es producida por las glándulas suprarrenales, cumple un papel fundamental en la regulación del metabolismo, la respuesta inmunológica y el ciclo de sueño-vigilia.

Sin embargo, cuando su presencia en el organismo se mantiene elevada de manera crónica, puede desencadenar una serie de problemas de salud.

Según la bioquímica médica Jane Ollis, fundadora de la empresa británica de neurotecnología MindSpire en entrevista a The Irish Times el problema no radica en la existencia del cortisol en sí, sino en la sobreproducción constante que desajusta su equilibrio natural.

Mientras que por la mañana sus niveles suelen ser más altos para ayudar al cuerpo a iniciar el día, la exposición prolongada al estrés mantiene su liberación activa, lo que puede provocar insomnio, fatiga persistente y una disminución en la capacidad del organismo para gestionar nuevas tensiones.

Uno de los primeros signos de un desequilibrio en el cortisol es la alteración del sueño. La dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido es un indicador común de que el sistema endocrino está sometido a una presión excesiva.

El impacto del cortisol elevado no se limita a los cambios físicos. También afecta el estado de ánimo y la estabilidad emocional. Irritabilidad, pérdida del sentido del humor y una menor tolerancia a la frustración son señales de que los niveles de estrés están afectando el bienestar psicológico.

Además, la exposición prolongada a altos niveles de cortisol puede exacerbar condiciones como la ansiedad y la depresión. Otro efecto menos conocido, pero significativo, es la alteración del sistema digestivo.

Cuando el cuerpo está en un estado constante de alerta, desvía el flujo sanguíneo de la digestión, lo que puede generar hinchazón, malestar gastrointestinal y agravar enfermedades como el síndrome del intestino irritable.

Reducir los efectos del estrés

Para contrarrestar los efectos negativos del estrés crónico y la sobreproducción de cortisol, los expertos recomiendan adoptar hábitos saludables que ayuden a regular los niveles hormonales de manera natural. Una de las estrategias más efectivas es la regulación del sueño.

Evitar el uso de pantallas antes de acostarse, establecer horarios regulares de descanso y reducir la ingesta de comidas pesadas por la noche pueden mejorar la calidad del sueño y favorecer un equilibrio hormonal adecuado.

Otro método respaldado por estudios científicos es la respiración consciente. Técnicas de respiración profunda y pausada pueden ayudar a reducir el estrés y a controlar la respuesta fisiológica del cuerpo. Ollis sugiere un patrón de exhalación prolongada, con cuatro tiempos de exhalación por cada inhalación, durante al menos cinco minutos al día.

Esta práctica, que puede realizarse en cualquier momento y lugar, ha demostrado ser eficaz para reducir los niveles de cortisol y promover una sensación de calma.

La exposición a la luz natural es otro factor clave. Recibir luz solar directamente al despertar ayuda a sincronizar los ritmos circadianos, lo que favorece la estabilidad hormonal a lo largo del día. Según los expertos en salud y acondicionamiento físico del American College of Sports Medicine, la actividad física también juega un papel crucial en la regulación del estrés.

Tan solo 20 a 30 minutos de ejercicio cardiovascular pueden reducir significativamente la tensión acumulada y mejorar el estado de ánimo.

Además, la alimentación influye en la producción de cortisol. Consumir azúcares y alimentos ultraprocesados genera fluctuaciones bruscas en los niveles de azúcar en sangre, lo que lleva al cuerpo a liberar más cortisol para estabilizarse.

En su lugar, se recomienda una dieta basada en alimentos integrales, proteínas de calidad, grasas saludables y fibra, lo que ayuda a mantener los niveles de glucosa equilibrados y a reducir la activación constante del eje del estrés.

En definitiva, aunque el estrés es una parte inevitable de la vida moderna, existen múltiples estrategias para minimizar su impacto en la salud. Desde hábitos de sueño hasta cambios en la alimentación, el ejercicio y la gestión del tiempo, pequeñas modificaciones pueden generar un efecto significativo en el bienestar general y ayudar a recuperar el equilibrio hormonal.

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