Escuela renace de entre las cenizas en un centro comercial de Pasadena
Tras el incendio Eaton, 150 estudiantes de Odissey Charter School de Altadena quedaron sin un plantel educativo
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Voluntarios hicieron hasta lo imposible para que las instalaciones estuvieran listas para el regreso de los alumnos a estudiar. Crédito: Cortesía | Cortesía
Decenas de voluntarios de Blackstone Investment trabajaron a marchas forzadas para convertir los espacios de oficinas de un centro comercial de Pasadena, en aulas escolares para que esta semana regresen allí, maestros, 175 estudiantes y familias que fueron afectadas por las devastadoras consecuencias del incendio Eaton.
El campus sur de Oddisey Charter School fue reducido a cenizas por el fuego el 7 de enero y Blackstone Investment proporcionó gratuitamente los 10,000 pies cuadrados de espacio para los salones de clases, además de proporcionar una subvención de $200,000 en apoyo a los programas educativos de la escuela.
Durante mucho tiempo, las escuelas autónomas Odyssey han sido un modelo de innovación, comunidad y excelencia académica durante 25 años en Altadena. Sus campus sirvieron como segundos hogares para cientos de estudiantes, fomentando la creatividad, la colaboración y el amor por el aprendizaje.
En los dos campus: Odyssey Charter School para los grados K-8, con 466 estudiantes y OCS – South para los grados TK-8, con 372 estudiantes, ofrecían una amplia gama de oportunidades para que los estudiantes crezcan académica y socialmente.
El incendio forestal Eaton, que fue impulsado por los poderosos vientos de Santa Ana hacia las comunidades al pie de las colinas, particularmente en Altadena, mató al menos a 17 personas y destruyó más de 9.000 edificios, convirtiéndose en el quinto incendio forestal más mortífero y el segundo más destructivo en la historia de California.
“Era desconsolador”
Por la noche del martes 9 de enero, a Carlos García Saldaña, el director ejecutivo de Odissey Charter School en Altadena le tocó ser testigo de cómo las intensas llamas del Eaton Fire se esparcían en la zona montañosa.
Al día siguiente, Carlos comenzó a recibir llamadas de sus amigos, quienes le decían “mi casa se quemó y también la escuela”.
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García Saldaña condujo a través de las calles donde las casas, negocios e iglesias habían sido borradas del mapa.
Cuando estuvo frente a la escuela Odyssey Charter School South, ubicada en el 119, al oeste de la calle Palm, vio que la fachada y la entrada principal parecían no haber sufrido daños. La desaparición del centro de aprendizaje y crecimiento había desplazado a 372 alumnos.
Sin embargo, al dirigir su mirada al lado izquierdo y hacia la colina, se encontró con una pila de metal retorcido y escombros quemados.
“Fue algo surreal lo que vi”, recordó. “Era desconsolador”.
Ya no había salones. Ni mesas para el almuerzo. Ni sillas. Ni oficinas. Nada.
Después de la tragedia y sin pensarlo dos veces, García Saldaña y su equipo de administración y miembros de la facultad determinaron la magnitud de los daños y a analizar la manera en que habrían de reintegrar a los niños al ciclo escolar.
Identificaron espacios temporales para que los estudiantes completaran el ciclo escolar y Blackstone Investment y un grupo de inversionistas les permitió adaptar el enorme edificio ubicado entre las calles Union Street y Fair Oaks Avenue.
“Teníamos que encontrar el modo de bridar a los estudiantes una experiencia educacional diferente”, dijo García Saldaña, a La Opinión. “Perdimos un plantel completo, y el segundo, que está muy próximo al área de los incendios no se puede utilizar por razones de salud”.
Según el director ejecutivo de Odissey Charter School , las pérdidas económicas por el incendio Eaton rondan entre los $300,000 y $500,000, ya que se quemaron totalmente 16 salones de clases y una docena de oficinas del personal.
Manos a la obra
John Brete, director de operaciones de gestión de activos inmobiliarios de Estados Unidos y director general de Blackstone Investment se unió a los 40 voluntarios que armaron pupitres, mesas, cajones, estantes y escritorios para transformar el espacio del centro comercial de Pasadena.
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“Teníamos el espacio y decidimos donarlo por el resto del año escolar; lo van a usar gratuitamente”, dijo Brete a La Opinión. “Después de este ciclo se moverán a otro lugar”.
El fin de semana, los pisos de concreto fueron cambiando poco a poco con la instalación de alfombras, áreas de recreo para los estudiantes de cuarto grado, y hasta una oficina se convirtió en la cafetería donde los maestros podrán tomar un descanso.
“Aprovechamos el conocimiento y el poder de nuestros voluntarios: unos colocando alfombras, otros acomodando muebles y, en fin, todos trabajando por una causa humanitaria: ayudar a quien más lo necesita”, dijo Brete, para quien haber leído noticias sobre la devastación del Eaton Fire “hace que te pinchen un poco el corazón”.
Agregó que su respuesta personal para ayudar se incrementó después de haber pasado un poco de tiempo por donde estaba la escuela que se quemó, y también en la otra escuela que había sido dañada.
“Me di cuenta de que hay un ser humano detrás de cada estructura”, subrayó. “Y creo que poder hacer algo para volver a unir a la comunidad se siente realmente bien”.
Se necesita más humanidad
Brenda Hayes, de April Housing, una compañía del portafolio de Blackstone Investment, enfatizó la importancia del voluntariado para ayudar a los demás.
“Ofrecer tu tiempo y servir a los demás es grandiosa. Hace la diferencia, porque hay mucha necesidad”, dijo. “Lo que vi durante los incendios me horrorizó. Fue aterrador. Fue muy triste y desgarrador, y solo espero que las personas que se vieron afectadas pueden encontrar algo de normalidad en sus vidas y obtener toda la ayuda que necesitan”.
Por su parte, Sharon Hendrix, profesora de LA City College y miembro de la junta directiva de CalSTRS (Sistema de jubilación de maestros del estado de California) precisó que la asociación que tienen con Blackstone, donde invierten los maestros de la escuela Odissey Charter School de Altadena le motivó a ayudar.
“Amamos a los educadores y queremos ayudarles en medio de estos tiempos de desafíos”, agregó.
Casi al borde de las lágrimas, la catedrática subrayó que, el hecho de ser parte en los esfuerzos de reconstrucción de vidas de profesores, estudiantes y sus familias, le hizo sentirse “genial”.
“Sí, me siento genial. Pero también me siento triste porque ocurrió el incendio. Soy nativa de California y Angelina. Estoy muy triste por los incendios, pero vamos a mostrar nuestra resiliencia reconstruyendo mejor, y eso es lo que estamos haciendo ahora, armando los salones de clases para que los niños vengan de nuevo a aprender”.
Sharon Hendrix, también reconoció que uno de los mayores desafíos de los estudiantes y sus familias será su salud mental, tras ser testigos de la tragedia donde muchos quizás lo perdieron todo.
“Todos tenemos que aprender a ser amables y tener compasión unos de otros, y hacer pequeñas cosas como ésta, intentar servir en nuestra comunidad de alguna manera. Yo vivo en Eagle Rock, que está justo al final de la calle de Pasadena, y esta es solo una forma de intentar retribuir con los desafíos que estamos enfrentando”, agregó.
“Creo que necesitamos más humanidad en este momento, mirar a una persona a los ojos, estar juntos en tiempos difíciles. Eso es lo más importante en la vida. La empatía y la compasión por el prójimo es importante; lo que espero es que todos los estudiantes es que continúen su educación, que sean resilientes y amables unos con otros en medio de tiempos difíciles”.