Cómo el cáncer afecta la voluntad de las personas que lo padecen
La apatía en el cáncer avanzado podría no ser solo psicológica, científicos revelan que la inflamación secuestra el circuito cerebral de la motivación.

La terapia hormonal es especialmente relevante para las pacientes cuyo cáncer de mama depende de las hormonas femeninas estrógeno o progesterona. Crédito: Pixel-Shot | Shutterstock
Un nuevo estudio ha revelado una causa inesperada detrás de uno de los síntomas más devastadores del cáncer avanzado, la pérdida de motivación.
En lugar de ser una simple consecuencia emocional del deterioro físico, la profunda apatía que experimentan muchos pacientes podría tener raíces biológicas más complejas. Según investigadores, el cáncer no solo afecta el cuerpo, sino que también interfiere directamente en los circuitos cerebrales que impulsan el deseo de actuar, participar y luchar.

Este hallazgo surge de una investigación publicada recientemente en la revista Science, donde los científicos observaron cómo ciertos tipos de cáncer desencadenan una respuesta inflamatoria que altera directamente una región específica del cerebro.
Esta región, conocida como el área postrema, detecta señales inflamatorias en la sangre que, a su vez, afectan la producción de dopamina, el neurotransmisor clave vinculado con la motivación.
La dopamina, a menudo simplificada como “la sustancia del placer”, tiene un rol más importante y menos comprendido, es esencial para impulsar el comportamiento dirigido a objetivos.
En el contexto del cáncer avanzado, los pacientes no solo experimentan agotamiento físico y pérdida de peso como parte del síndrome conocido como caquexia—, sino que también pierden el impulso necesario para participar en terapias, mantener relaciones personales o realizar actividades cotidianas. Esta apatía, lejos de ser únicamente psicológica, podría estar orquestada por una maquinaria biológica que suprime activamente la motivación desde el cerebro.
Los investigadores lograron estas conclusiones tras estudiar modelos animales, específicamente ratones con caquexia inducida por cáncer. Mediante avanzadas herramientas de neurociencia, observaron cómo a medida que el cáncer avanzaba, los ratones evitaban tareas que requerían esfuerzo, aunque siguieran interesados en recompensas fáciles. Simultáneamente, los niveles de dopamina disminuían notablemente, lo que reflejaba una menor voluntad de esforzarse, aun cuando la recompensa era clara.
El área postrema, ubicada cerca del tronco encefálico, juega un papel crucial en este proceso. A diferencia de otras regiones cerebrales, esta carece de una barrera hematoencefálica, lo que la convierte en un punto de entrada ideal para moléculas inflamatorias como las citocinas, liberadas por el cáncer.
Al detectar estas moléculas, el área postrema inicia una cadena de señales que culmina en la inhibición de la dopamina en el núcleo accumbens, centro clave de la motivación.
Mejorar la calidad de vida
Pero lo más esperanzador de este estudio no fue solo identificar el mecanismo, sino demostrar que es posible revertirlo. Al manipular genéticamente las neuronas sensibles a la inflamación o mediante la estimulación directa de las neuronas dopaminérgicas, los científicos lograron restaurar la motivación en los ratones.
Además, al administrar un fármaco que bloquea una de las citocinas responsables —similar a tratamientos usados para la artritis también lograron resultados positivos, sin afectar el avance del cáncer, pero sí la disposición de los animales a actuar.

Aunque estos resultados aún están en etapa preclínica, ofrecen una ventana prometedora hacia nuevas terapias. En lugar de resignarse a que la apatía sea un efecto inevitable del cáncer avanzado, se abre la posibilidad de tratar este síntoma directamente, mejorando así la calidad de vida de los pacientes.
Este descubrimiento tiene implicaciones que trascienden al cáncer. Muchas enfermedades crónicas, como la artritis reumatoide o incluso la depresión, también se asocian con niveles elevados de inflamación. La posibilidad de que una vía común esté detrás de la apatía en diversas condiciones médicas podría cambiar el enfoque terapéutico de múltiples especialidades.
En última instancia, esta investigación sugiere que la pérdida de motivación no es una consecuencia inevitable del sufrimiento, sino una señal del cuerpo que ahora puede entenderse y potencialmente tratarse. Para quienes luchan contra el cáncer, esto representa algo más que una mejoría clínica, representa la esperanza de volver a sentir ganas de vivir.
Sigue leyendo: