Expertos advierten que derretimiento del hielo en el Ártico podría liberar virus “zombies”
El derretimiento del hielo en el Ártico podría liberar virus antiguos con potencial pandémico, advierten científicos preocupados por el cambio climático

La NASA encontró una base escondida bajo el hielo del Ártico. Crédito: Shutterstock
El deshielo acelerado del Ártico podría traer de vuelta amenazas biológicas que han permanecido congeladas por decenas de miles de años. Un grupo de científicos ha advertido sobre la posibilidad de que virus y bacterias antiguos, conocidos como “microbios de Matusalén”, resurjan del permafrost derretido y se conviertan en un riesgo sanitario global.
Lejos de ser una trama de ciencia ficción, esta amenaza es objeto de creciente interés en la comunidad científica, que ha documentado cómo el calentamiento global no sólo derrite capas de hielo, sino que también rompe las barreras naturales entre ecosistemas, animales y humanos.
Con el deshielo del permafrost una capa de suelo congelada que puede conservar organismos microscópicos durante milenios, las condiciones están dadas para que patógenos extintos o desconocidos regresen al entorno.

El doctor Khaled Abass, investigador de la Universidad de Sharjah, ha sido enfático. “El cambio climático no sólo derrite el hielo, también borra las fronteras entre especies. Eso abre la puerta a enfermedades que no conocemos, o que no hemos visto en miles de años”. Su investigación sugiere que virus congelados durante eras geológicas podrían reactivarse si las condiciones lo permiten.
Ya existen antecedentes. En 2014, científicos lograron aislar un virus del permafrost siberiano que aún podía infectar células vivas tras miles de años de congelamiento. En 2023, se replicó un caso similar al revivir un virus de ameba que había permanecido inactivo por más de 48.000 años. Estas pruebas de laboratorio confirman que la vida microscópica puede sobrevivir al paso del tiempo en el hielo.
El riesgo no se limita exclusivamente al permafrost. En glaciares del oeste de China, los científicos hallaron recientemente más de 1.700 virus antiguos, algunos con más de 40.000 años de antigüedad. Muchos de ellos no habían sido documentados antes. Aunque se mantienen inactivos bajo condiciones extremas, podrían reactivarse si el hielo que los contiene se derrite o es perturbado.
Potencial real de contagio
El caso del Pacmanvirus lupus es especialmente revelador. Este virus, pariente del de la peste porcina africana, fue hallado en los restos de un lobo siberiano congelado desde hace 27.000 años. A pesar de su antigüedad, aún era capaz de infectar amebas en condiciones de laboratorio, lo que sugiere un potencial real de contagio si llegara a entrar en contacto con otras formas de vida.
Se estima que hasta cuatro sextillones de células una cifra que equivale a un 4 seguido de 21 ceros podrían liberarse anualmente a medida que el permafrost se degrada. Aunque se calcula que solo un pequeño porcentaje podría representar una amenaza directa para los humanos, el riesgo se incrementa debido al gran número de microbios que quedan expuestos.

El impacto no es solo hipotético. En 2016, esporas de ántrax liberadas por un reno muerto y congelado desde hacía 75 años causaron un brote en Siberia. El incidente dejó a decenas de personas hospitalizadas y un niño fallecido. Este evento ha servido como advertencia de lo que podría ocurrir a una escala mayor.
El verdadero peligro, según los expertos, reside en la posibilidad de que estos patógenos antiguos se integren a cadenas de contagio actuales. Si una enfermedad zoonótica —es decir, que se transmite de animales a humanos surge en el Ártico y logra establecerse en la fauna local, el aumento del contacto con humanos podría facilitar su propagación global. Un dato es que tres de cada cuatro infecciones humanas conocidas tienen origen zoonótico.
A ello se suma la debilidad de las infraestructuras sanitarias en las regiones árticas, lo que dificultaría una respuesta temprana ante una nueva enfermedad emergente. El Dr. Abass lo resume con claridad “Lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico. Los impactos de estos cambios climáticos y biológicos tienen efectos dominó que se extienden por todo el planeta”.
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