La depresión en adolescentes podría ser más fácil de tratar que en edad adulta: por qué
Los síntomas de depresión son más cambiantes en la adolescencia y se fijan con el tiempo, lo que destaca la importancia de intervenir desde temprano

La generación de adultos jóvenes está más dispuesta a hablar abierta y honestamente sobre la salud mental, lo que marca un avance importante. Crédito: Romashko Yuliia | Shutterstock
Un nuevo estudio internacional revela que los síntomas de la depresión se comportan de manera más inestable y cambiante durante la adolescencia, pero se vuelven más rígidos y predecibles en la edad adulta, un hallazgo que podría cambiar la forma en que se aborda esta compleja enfermedad mental.
La investigación, liderada por la Universidad de Edimburgo junto a instituciones como la Universidad de Strathclyde, el University College de Londres, el Instituto Karolinska y la Universidad Nacional de Singapur, propone que intervenir durante la adolescencia, cuando los síntomas aún fluctúan, podría ser clave para prevenir cuadros depresivos crónicos.

El equipo analizó datos de más de 35.000 jóvenes, observando cómo interactúan entre sí síntomas comunes de la depresión como la tristeza profunda, la fatiga constante y la pérdida de interés por las actividades cotidianas.
A diferencia de los modelos tradicionales, que miden la depresión como una suma de síntomas, esta investigación se enfocó en la forma en que dichos síntomas se relacionan y evolucionan en el tiempo, ofreciendo un enfoque más dinámico y personalizado.
Inspirados por principios físicos en particular, cómo la temperatura afecta el comportamiento de la materia, los científicos aplicaron un modelo de análisis de redes para estudiar las conexiones entre los síntomas.
Así como en la física un aumento de temperatura provoca que las partículas se muevan con mayor libertad y el sistema se vuelva más inestable, los investigadores utilizaron la idea de “temperatura de red” para medir la flexibilidad o rigidez de los patrones sintomáticos.
Descubrieron que en edades tempranas, los síntomas de la depresión tienden a fluctuar, lo que sugiere una mayor oportunidad de recuperación o de intervención terapéutica exitosa.
Adolescencia representa una ventana crítica para la intervención
Con el tiempo estos síntomas comienzan a estabilizarse, formando patrones más rígidos y difíciles de modificar. Esta transición hacia una configuración más fija en la edad adulta explicaría por qué muchas personas llegan a experimentar una depresión resistente al tratamiento, una vez que los síntomas se conectan de forma estable, el sistema psicológico se vuelve menos sensible a los factores de cambio, tanto positivos como negativos.
Una de las conclusiones más relevantes del estudio es que la adolescencia representa una ventana crítica para la intervención. En esta etapa de alta plasticidad emocional y cerebral, el entorno, los apoyos sociales y las terapias psicológicas pueden tener un impacto mucho mayor que en fases posteriores de la vida.
Este enfoque abre nuevas posibilidades para el diseño de tratamientos más específicos, centrados en las necesidades y dinámicas propias de los jóvenes.
El estudio también encontró diferencias notables entre adolescentes varones y mujeres. En los chicos, los síntomas tienden a estabilizarse más rápido, lo que deja un margen de tiempo más corto para que intervenciones externas puedan ejercer algún efecto.
Por el contrario, en las chicas, los síntomas fluctúan durante más tiempo, posiblemente debido a factores hormonales, sociales o relacionados con el desarrollo cerebral, lo que podría ofrecer una ventana terapéutica más amplia.

Poppy Grimes, estudiante de doctorado y líder del estudio, destacó el valor de este enfoque novedoso, “Lo emocionante de este trabajo es que nos permite entender la evolución de los síntomas de una manera completamente diferente. En lugar de verlos como entidades aisladas, los observamos como partes de un sistema complejo que cambia con el tiempo”.
Grimes añadió que este conocimiento también podría aplicarse a otros trastornos mentales como la ansiedad, y ayudaría a identificar momentos clave para intervenir, especialmente durante la pubertad, una etapa donde el cerebro es especialmente sensible a cambios internos y externos.
Aunque los hallazgos son prometedores, los expertos advierten que se requiere más investigación para confirmar las implicaciones clínicas y explorar cómo pueden utilizarse estos conocimientos para diseñar tratamientos más efectivos y personalizados. No obstante, el mensaje es claro, actuar temprano podría marcar una diferencia duradera en la salud mental de miles de personas.
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