Madre hispana hace de la donación de órganos y tejidos una misión
Perdió a su hijo hace 26 años, y años después se convirtió en una activa voluntaria de OneLegacy

Evangelina y su esposo Arnold se convierten en voluntarios a favor de la donación de órganos y tejidos tras el fallecimiento de su pequeño hijo Hernán Aispuro. Crédito: Evangelina Pérez | Cortesía
Cuando Evangelina Pérez perdió intempestivamente a su hijo de seis años, le preguntaron si quería donar sus órganos, y en medio de su intenso dolor, aceptó, pero pidió que no le tocaran los ojos.
26 años más tarde, esta madre quien se ha convertido en una activa voluntaria a favor de la donación de órganos, dice que le hubiera gustado que su hijo donara sus córneas, pero la falta de información, la hizo pensar que le iban a arrancar los ojos.
Su hijo Hernán Aispuro murió el 14 de febrero de 1999 en San Bernardino, durante un accidente con una tabla para deslizarse en la nieve.
El pasado sábado 26 de abril, Evangelina y su esposo Arnold Pérez se sumaron a las más de 100 familias donantes de órganos que participaron en una caminata en la ciudad de Azuza en memoria de sus seres queridos que si bien ya no están entre nosotros, han dado vida a las personas que han recibido sus órganos y tejidos.

El evento organizado por One Legacy, tuvo como fin animar a más personas a decir “sí” a la donación.
OneLegacy es una organización no lucrativa en el sur de California que en colaboración con hospitales, médicos, centros de trasplantes y la comunidad, educa sobre la donación y la facilita, además de construir una comunidad de apoyo a largo plazo para las familias que dan el generoso regalo de la vida.
Cuando Hernán, el hijo de Evangelina falleció, ella no sabía nada de la donación y no existía la opción de registrarse como donador en el Departamento de Motores y Vehículos (DMV).
“Yo no sabía nada. Cuando me explicaron que era la donación, pregunté si un día podría conocer a los que recibieron los órganos de mi hijo. Me dijeron que cada persona era diferente, y que algunos si aceptaban conocer a sus donantes y otros no”, recuerda.
Su hijo Hernán donó su corazón, el hígado, los riñones y el intestino delgado.
“Dos meses después, supe que un niño de dos años había recibido el corazón de mi hijo. Me puse a llorar, pensando que una parte de mi hijo seguía viviendo en alguien más”, dice Evangelina, presa de la emoción.
En esa época no existía aún la organización OneLegacy, lo que hacía difícil poder contactar a las personas que habían recibido los órganos de su hijo.
“Yo quería mandarles cartas para desearles que estuvieran bien”.
Debieron pasar siete años para que conociera a Megan, quien recibió el hígado de su hijo cuando ella tenía nueve años.
“La conocimos cuando ella ya tenía 16 años. Cuando la vi, la abracé. Me dio mucha paz , saber que una parte de mi hijo estaba ahí en su cuerpo. Fue una reunión muy bonita”.

Evangelina también conoció al hombre que recibió uno de los riñones de su hijo.
“Gracias al riñón de mi hijo, pudo vivir 13 años más. Él murió a los 61 años, pero mientras vivió siempre se mostró muy agradecido porque gracias a la donación de mi hijo, tuvo más tiempo para ver crecer a sus hijos, pararse y caminar. Él decía que el riñón le cambió la vida”.
De hecho, comenta que este señor participó en varias caminatas a favor de la donación de OneLegacy.
“Él ya no está, pero nosotros seguimos conectados con su familia. Los veo dos veces al año. Somos como una sola familia y también participan en las marchas de OneLegacy. Vienen desde la ciudad de Indio”.
Fue a través de un programa de televisión, que Evangelina supo de OneLegacy, y se acercó a ellos en busca de información de los donantes de su hijo, pero además empezó a ir a sus grupos de apoyo.
“Esos grupos me ayudaron mucho, y ya llevamos como 23 caminatas”.
Su interés por hacerse voluntaria de OneLegacy – dice – es para crear conciencia entre la comunidad hispana sobre la importancia de la donación de órganos y tejidos.
“Yo no quise donar las córneas de mi hijo por falta de información. No quiero que otros cometan mi error. También busco inspirar a otros a donar”.
Evangelina dice que a ella le da mucha alegría que después de su muerte, su hijo pudo salvar vidas al donar sus órganos.
“Ayudó a cuatro personas”,
Esta madre, que aún se llena de tristeza al recordar la súbita partida de su hijo, recomienda a todos inscribirse como donantes en el DMV; o al menos hablar con su familia sobre lo que les gustaría que se hiciera con su cuerpo, el día que ya no estén aquí.
“Nuestros órganos y tejidos ya no nos sirven cuando fallecemos, pero puede salvarle la vida a otras personas”.
Evangelina dice que han pasado 26 años desde que su pequeño hijo Hernán se fue de este mundo, mientras que desde hace 23 años, ella es voluntaria de OneLegacy para la donación de órganos.
“No hay un día que no le agradezca a Dios, que mi hijo pudo dar una oportunidad de vida a otras personas, y que sus órganos están latiendo en otros cuerpos”.
A Megan, el hígado que Hernán le donó al fallecer, le cayó del cielo porque a sus nueve años estaba realmente enferma, y dependía de un trasplante de este órgano para poder vivir.
Los doctores hablaban de la posibilidad de que algún familiar podía donarle un pedazo de hígado, porque ya instalado en el cuerpo humano podía reproducirse, pero eso era como una última opción; lo primero era conseguir un trasplante del órgano completo.
“Recuerdo que tenía como dos o tres semanas hospitalizada esperando un trasplante de riñón. Estábamos en manos de Dios. Cuando mi mamá y yo supimos que ya teníamos un donador, entramos en shock, pero también nos llenamos de felicidad”.
Si de algo está segura Megan, es que el trasplante de riñón le dio vida y le permitió crecer y convertirse en adulta.
En la actualidad, a sus 35 años, se considera una mujer saludable.
“Cuando conocí a los papás del niño que me donó su niño, fue un momento muy gratificante. Yo estoy muy agradecida con ellos y con Dios porque me dieron la oportunidad de vivir no solo a mí sino a otras personas”.
Comparte que para motivar a otros a ser donantes, le gusta compartir su historia.
“Donar tus órganos, salva vidas, y tengo familiares y amigos que se han registrado para ser donantes cuando les he contado mi historia. Aún mi esposo se sorprendió cuando le platiqué mi experiencia”.
A nivel nacional, más de 100,000 personas esperan recibir un trasplante de corazón, hígado, pulmón, riñón o páncreas.
Sin embargo, no hay suficientes donantes para satisfacer la necesidad, ya que menos del 1% de las muertes cumplen los requisitos para la donación.
Un solo donante de órganos puede salvar la vida de hasta ocho personas y mejorar las vidas de hasta 75 más al donar sus córneas y tejidos.
Para registrarte como donador de órganos y tejidos, y salvar vidas, visita el sitio: www.OneLegacy.org