Deporte y coágulos sanguíneos peligrosos: qué debemos hacer
Coágulos de sangre afectan a estrellas como Wembanyama y Lillard, reavivando alertas sobre la trombosis en atletas de alto rendimiento

En los atletas, el riesgo puede aumentar debido a varias circunstancias comunes en sus rutinas, lesiones, cirugías, largos periodos de inmovilidad. Crédito: Rungkh | Shutterstock
Las canchas de baloncesto se quedaron en silencio en varias ocasiones esta temporada. Dos figuras de la NBA, Victor Wembanyama y Damian Lillard, tuvieron que retirarse temporalmente de la competición por una afección silenciosa pero peligrosa, la trombosis venosa profunda (TVP), una forma de coágulo sanguíneo que puede poner en riesgo la vida si no se detecta y trata a tiempo.
Esta situación, lejos de ser un caso aislado, vuelve a poner sobre la mesa una amenaza persistente en el deporte de élite.
No son los únicos. Atletas de alto perfil como Serena Williams, el jugador de hockey Zdeno Chára o el miembro del Salón de la Fama de la NBA Chris Bosh también han enfrentado este diagnóstico.
Aunque el Dr. J. Sawalla Guseh, cardiólogo del equipo de los New England Patriots y los New England Revolution, aclara que los atletas no tienen un riesgo intrínsecamente mayor que la población general, sí están expuestos a múltiples factores que pueden favorecer la aparición de coágulos.

La TVP ocurre cuando se forma un coágulo en una vena profunda, usualmente en las piernas, los brazos o la pelvis. El verdadero peligro surge cuando este coágulo se desprende y viaja hacia los pulmones, generando una embolia pulmonar que puede causar muerte súbita.
En 2021, se registraron casi 1,3 millones de casos de tromboembolia venosa (TEV) en pacientes hospitalizados en EE. UU., según la Asociación Americana del Corazón.
En los atletas, el riesgo puede aumentar debido a varias circunstancias comunes en sus rutinas, lesiones, cirugías, largos periodos de inmovilidad, deshidratación e incluso vuelos frecuentes.
Una pierna fracturada e inmovilizada con yeso, por ejemplo, puede dificultar el retorno venoso, mientras que una operación de rodilla puede disparar la posibilidad de que se forme un coágulo.
También existen formas más específicas asociadas al movimiento repetitivo de los brazos en deportes como el tenis, el remo o el béisbol.
Factores de riesgo
En estos casos, el coágulo se forma en la zona del opérculo torácico una estrechez natural entre la clavícula y la primera costilla, un fenómeno conocido como síndrome del desfiladero torácico o trombosis de esfuerzo. Aquí, el desarrollo muscular en la zona puede reducir el espacio para las venas, facilitando su irritación y obstrucción.
Factores físicos como la estatura o el índice de masa corporal (IMC) también pueden jugar en contra. Estudios han demostrado que ser más alto puede elevar el riesgo de TEV, lo cual pone a muchos jugadores de baloncesto en una categoría de riesgo mayor. Y aunque el IMC alto suele asociarse con obesidad, también es frecuente en atletas musculosos, como los jugadores de fútbol americano.

El estilo de vida también influye. Los viajes prolongados en avión o autobús, característicos en la agenda de los deportistas de élite, aumentan el riesgo debido a la inactividad y la baja presión del aire. Además, la deshidratación por ejercicio o vuelos largos puede espesar la sangre, lo que favorece la formación de coágulos. Las mujeres que utilizan anticonceptivos con estrógenos tienen un riesgo adicional.
Los síntomas a los que se debe prestar atención incluyen dolor, hinchazón, enrojecimiento y calor en las extremidades. En casos de embolia pulmonar, se presentan dificultad respiratoria, dolor en el pecho o palpitaciones. Ante cualquiera de estas señales, los especialistas recomiendan atención médica inmediata.
El tratamiento más común son los anticoagulantes, cuya duración dependerá de si el coágulo fue provocado por una causa identificable o si se desconoce su origen. En algunos casos, se requiere terapia de por vida.
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