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La cerámica, un arte que te puede cambiar la vida

La artista Ámbar Arias en sus talleres ofrece un ambiente acogedor que lo hará descubrir experiencias que posiblemente no había experimentado

Participantes en el taller de cerámica en Boyle Heights.

Participantes en el taller de cerámica en Boyle Heights. Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

Al entrar al traspatio de la artista Ámbar Arias en Boyle Heights, uno es transportado a un oasis de tranquilidad con canciones de jazz suave y R & B, café helado, pan de plátano casero y un coro de risas entre los estudiantes mientras hacen cerámica.

“Todos recordamos cómo nos sentimos esos primeros minutos al entrar a un espacio, y para mí siempre ha sido fundamental saludar a alguien con una cálida sonrisa en cuanto entre por la puerta”, dijo la ceramista que es originaria de Koreatown. “Siempre he sido muy consciente de eso, porque como cliente lo tengo presente todo el tiempo. Si no me saludan, si no me siento bienvenido, no volveré jamás”.

Aunque Arias tiene más de 10 años de experiencia enseñando clases en diferentes estudios de cerámica, solo fue en septiembre del año pasado que comenzó hacerlo desde su hogar donde ofrece una gran variedad de talleres incluyendo: clases de torno de barro, floreros de arcilla jaspeada y platos de chucherías entre otras cosas.

Ámbar Arias construye un florero durante una sesión de cerámica.
Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

El traspatio es amplio y la latina lo comparte con un vecino que es uno de sus grandes amigos. En la mitad que pertenece a Arias tiene una carpa donde guarda su horno de barro junto con decenas de creaciones, mientras que en la otra mitad es donde tiene dos carpas grandes y las mesas donde enseña.

Las clases normalmente duran de 2 a 4 horas y cuestan de $45-$90, dependiendo el taller, también incluye todos los materiales y herramientas para poder participar.

Para Arias, la meta es poder crear accesibilidad en un ambiente acogedor y compartir la cualidad meditativa de crear algo con las manos.

El taller de cerámica es realizado en el traspatio de Ámbar Arias en Boyle Heights.
Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

“Quiero que vean la alfarería y la cerámica como algo accesible y sin intimidaciones, porque siento que mucha gente se siente intimidada al ir a talleres de alfarería o intentarlo; sienten que no es algo que la gente de color haga”, dijo Arias. “Aquí recibo a muchos principiantes que nunca lo han hecho, y todos siempre se van con una hermosa pieza y quedan maravillados con lo que pueden hacer”.

Después de mudarse a Portland, Arias tuvo interés en tomar cursos de cerámica pero la incomodidad de los estudios la detuvo.

Muestras del trabajo de cerámica.
Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

“Cada vez que pensaba en entrar en un estudio de cerámica, en mi mente, solo tenía la sensación de que me iba a sentir intimidada y en un lugar con un montón de gente blanca y mayor”, dijo Arias. “Y eso es lo que me detuvo durante mucho tiempo”.

No fue hasta que regresó a Los Ángeles, que encontró un estudio de cerámica pequeño con una maestra de color que la hizo sentir bienvenida y la cerámica cambio su vida.

De inmediato la latina disfrutó el reto de la cerámica y cuando por fin hizo su primer cuenco [recipiente], veía a las demás creaciones muy complejas, pero quería aprender hacerlas también.

A pesar de que nunca le gustaba la escuela, Arias tenía tanto amor por la cerámica que se emocionaba cada que aprendía algo nuevo.

La emoción que tenía por la cerámica era tan grande que llevó a cualquiera de sus conocidos para enseñarles.

Durante un día cuándo Arias le estaba enseñando lo básico a una de sus amigas, la dueña del estudio le preguntó si quería dar clases y a pesar de que solo tenía 5 meses de experiencia lo hizo.

“Había tantas cosas que no sabía cuando empecé a enseñar, que aprendí mucho una vez que inicié mis primeras clases. Cada cerebro es muy diferente, cada persona aprende de forma distinta y la gente se equivocaba de una forma que yo nunca lo había hecho”, dijo la ceramista.

Arias subraya que la cerámica es realmente una práctica meditativa que ayuda a darle un descanso a nuestros cebreros debido a que trabajar con el barro te permite disfrutar el momento.

“No podemos estar pensando constantemente en todo lo que sucede en el mundo”, dijo la latina. “A veces, en los folletos de mis talleres, escribo cosas como: la alegría es radical, la alegría es una protesta, el arte es radical o el arte es una protesta, porque es cierto que necesitamos sentir alegría para también hacer un trabajo importante”.

Recientemente, Arias recibió un video de su mejor amiga donde su hijo compartió la historia de cómo la cerámica le cambió la vida, después de que aprender el arte hace muchos años.

“Es impresionante que este sea un recuerdo tan importante en su mente, que realmente me hizo pensar en cómo nuestras experiencias de niños realmente nos moldean”, dijo Arias.

Por ahora, Arias busca seguir ofreciendo cursos desde su traspatio y compartiendo su conocimiento con los demás.


Más información
Para más información sobre las clases y talleres de cerámica, visita ambar.ceramica en Instagram.

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Boyle Heights
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