No perdieron una maleta en 30 años: la increíble historia de este aeropuerto japonés
Tres décadas sin perder una maleta: así opera Kansai, el aeropuerto japonés que convirtió la precisión en su marca registrada

El equipo gestiona unas 3,000 maletas al día con un protocolo milimétrico: se revisan al ingresar, durante el vuelo y al bajar del avión. Crédito: Cowardlion | Shutterstock
En un mundo donde perder el equipaje es parte del viaje, el Aeropuerto Internacional de Kansai, en Japón, rompe el molde. Desde su inauguración en 1994, no ha extraviado ni una sola maleta, ni un carrito de bebé, ni un par de esquís. Nada. En treinta años y con más de 30 millones de pasajeros internacionales al año, su récord se mantiene intacto.
Sirviendo a las regiones de Osaka y Kioto, Kansai no es un aeropuerto pequeño ni lento. Su secreto no está en tecnologías futuristas ni en trucos escondidos, sino en algo más sencillo: la atención extrema al detalle y una ética de trabajo basada en respeto, constancia y precisión.
¿Cómo opera el Aeropuerto Internacional de Kansai para no perder maletas?
Cada paso del proceso de manipulación de equipaje en Kansai está diseñado para evitar errores. Desde alinear manualmente las asas de las maletas para facilitar su recogida, hasta entregar objetos frágiles directamente en manos del pasajero. Todo cuenta.
Según Tsuyoshi Habuta, supervisor de una empresa de handling del aeropuerto, no se trata de magia ni de un entrenamiento especial. Se trata de hacer bien lo que hay que hacer y que cada maleta es tratada con cuidado, como una extensión emocional del pasajero.
El equipo gestiona unas 3,000 piezas al día con un protocolo milimétrico: las maletas se revisan al ingresar, durante el vuelo y al bajar del avión. Si hay una discrepancia, la búsqueda comienza de inmediato.
Una norma no escrita guía a los trabajadores: todo el equipaje debe estar disponible para los pasajeros en menos de quince minutos tras el aterrizaje. Esta rapidez constante ha sido reconocida con ocho premios internacionales, consolidando a Kansai como referente global en la entrega de equipajes.

El valor del ‘omotenashi’
Pero detrás de estos logros hay algo más profundo: la filosofía japonesa del ‘omotenashi’. Es decir, la hospitalidad llevada al nivel del arte. Para los trabajadores de Kansai, hacer bien su trabajo no es solo una obligación, es un acto de orgullo.
No se trata de evitar errores por miedo al castigo, sino de representar la excelencia japonesa ante los ojos del mundo.
La perfección aquí no es una meta, sino una práctica diaria. La mejora constante es parte del ADN organizacional, alimentada por la humildad y la voluntad colectiva.
El mar, una amenaza silenciosa
Kansai es también un prodigio de la ingeniería. Construido sobre una isla artificial en la bahía de Osaka, su edificación costó unos $14,000 millones de dólares, y con el tiempo su valor superó los $20,000 millones. Posee pistas diseñadas para resistir terremotos y una terminal ajustable con gatos hidráulicos para enfrentar el asentamiento del suelo. Incluso resistió sin cerrar el terremoto de Kobe en 1995.
Pero hay un problema más profundo, literalmente. El terreno sobre el que fue construido sigue hundiéndose. Desde su apertura, el aeropuerto ha descendido 11.5 metros y podría hundirse otros cuatro antes de 2056. La base, compuesta por arcilla blanda, continúa compactándose bajo el peso de la isla artificial.

El tifón Jebi, en 2018, dejó una pista completamente anegada, lo que encendió las alarmas. Desde entonces se elevó el dique de contención en 2.7 metros, pero expertos advierten que esas medidas solo compran tiempo. El problema geológico de fondo no ha sido resuelto.
Aunque el aeropuerto puede ajustarse para compensar ciertos movimientos, cada centímetro adicional de hundimiento acerca su infraestructura al nivel del mar, y con ello, a un futuro incierto.
