Apuesta por la diversidad

Leland Yee, un inmigrante que también sintió el hierro del racismo

SAN FRANCISCO.- Aunque atento, Leland Yee tiene una frialdad ejecutiva en el trato. Tras 23 años en el servicio público, parece que lo sujeta permanentemente el tensor de la cautela.

El senador estatal californiano es uno de los candidatos punteros en la contienda por la alcaldía de San Francisco. Camisa blanca cortada a la medida, con iniciales bordadas en el puño izquierdo, corbata gris, pantalón negro, su pulcritud acerada lo distancia incluso de su equipo de trabajo.

Pero el tono medio de su voz al fin cambia, al pedírsele que refiera si alguna vez se ha sentido discriminado.

Traído a los 3 años de edad a los Estados Unidos, Yee nació en China; es ciudadano naturalizado. Recuerda: “Mi tío y yo fuimos a la calle Misión; él quería comprar una lavadora. No podía hablar bien inglés. Le preguntó al vendedor, un hombre blanco, cuánto costaba. Quizá mi tío dijo que estaba caro. El vendedor se enojó y nos gritó, mientras caminábamos a la salida, que nos fuéramos, aprendiéramos inglés o volviéramos al lugar de donde venimos”.

Yee fue el primer norteamericano de origen chino en ser electo para el Senado de California -su distrito abarca parte de San Francisco y de San Mateo-, ocurrió eso en 2006. Pero aquella ocasión que siendo niño sintió el hierro del desprecio, dice, se quedó en él para siempre, “cada día”.

“Hoy soy un convencido que quiero una fuerza laboral diversa en la alcaldía de San Francisco. No quiero traductores. Quiero gente que hable tu lengua, quiero gente que te comprenda realmente”.

Afirma que entendió la importancia de preservar la lengua materna desde que comenzó a colaborar con los distritos escolares, primero en Oakland, luego en San Francisco. Se describe como un defensor de la educación bilingüe.

Sus primeros años, relata, no fueron fáciles. En el barrio chino, vivía junto con su madre y hermana en un departamento de una sola recámara. El padre, tras servir en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, continuó ausente, por ser marino mercante.

A mediados de los sesenta, establecido ya el padre en San Francisco, tornado ya en comerciante, la familia se mudó a la Misión; Leland Yee tenía 18 años.Lee este artículo completo en:

El Mensajero

“Vengo de una familia trabajadora. Mi padre nunca tomó una vacación. Yo pude meterme en muchos problemas, pero por fortuna, tuve una mamá muy fuerte. Para ellos, proveernos de lo necesario fue muy importante, tanto como que tuviéramos una buena educación y mantenernos unidos”.

Prosigue: “Yo sé que para las familias latinas es igual. Ellos mandan dinero a casa. Viven frugalmente, porque apoyan a sus parientes en sus países de origen. Por eso también me opongo a políticas de deportación, me opongo a que familias sean separadas. He apoyado a las familias latinas en contra de políticas antimigratorias”.

En la Misión, asegura, empezó a descubrir y comprender el multiculturalismo de San Francisco.

Pero dice que al volver estos días al barrio -vive al sur del distrito de la Misión, aunque dentro de Noe Valley- ya no aprecia aquella diversidad. Agrega: “Eso es algo que me preocupa sobre el futuro”.

Educación

De los 16 candidatos en contienda, se presenta como “el único que conoce todas las áreas de la ciudad”, y es capaz, afirma, de ayudar a los barrios a revitalizarse.

“Creo que también comprendo lo que hay que hacer para transformar la ciudad; cómo crearemos trabajos; cómo ayudaremos a los pequeños negocios; cómo tendremos mejor educación”.

La educación pública es una de sus medallas. Graduado como psicólogo en Berkeley, con posteriores maestrías y doctorado en psicología infantil, presume por igual que sus hijos han asistido a escuelas públicas.

Su primer cargo de elección lo colocó en la mesa directiva del Distrito Escolar Unificado de San Francisco, en 1988. Desde entonces, refiere, se opone a que los alumnos sean expulsados de las escuelas.

De ser alcalde, dice que crearía espacios para ayudar a los chicos a mantenerse en la escuela. Habla de incrementar el número de mentores que asistan a los jóvenes cuyos padres trabajan todo el día.

“Pero aun cuando se metan en problemas, tenemos que seguir trabajando con ellos”, dice de quienes abandonan la escuela.

Y aclara: “Algo que no apoyaré son los mandatos judiciales contra pandillas” -en inglés conocidos como gang injunctions–. “Los mandatos judiciales son un síntoma de la frustración de los adultos de no poder resolver el problema de las pandillas”. Su visión, dice, es otra. “Tenemos que entender por qué estos chicos abandonan la escuela”.

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