Mis 25 en EEUU

Yo fui una inmigrante accidental, pero no me arrepiento. Ayer pensaba en qué fue lo que me motivó a dejar mi familia, mi país y todo lo que me formó, a una edad muy temprana, para venir a vivir a la nación que sin yo planearlo, sería mi hogar durante los próximos 25 años. Ese cuarto de siglo se cumplió ayer -sí, llegué el día de Halloween- y aún estoy tratando de entender lo que eso ha significado en mi vida o por qué lo hice. Las razones son varias, y complicadas.

Yo no fui una inmigrante económica, en el estricto sentido de la palabra. Con ello quiero decir que no dejé ninguna situación precaria para arriesgarme a cruzar una frontera peligrosa. Yo vine en avión, con visa de estudiante, recién graduada de la universidad y con una Licenciatura en Comunicaciones y especialización en periodismo.

Igual que vine aquí, podía haberme quedado en Venezuela y haber hecho una carrera exitosa, pero una combinación de situaciones familiares, mi relación con una persona en los Estados Unidos y una sensación de que para ver mundo tenía que lanzarme a él lo antes posible, me impulsaron a crear mi versión particular del Sueño Americano.

Todos los inmigrantes tienen cosas que los empujan y otras que los atraen. Mi familia fue inmigrante en Venezuela, refugiados de la Guerra Civil española y tuvieron que dejar su país para no volver durante décadas hasta la muerte del dictador Franco en 1974. Para ese entonces, ya mis padres no se sentían españoles, sino venezolanos y sus hijos no teníamos mucho contacto con la Madre Patria, aunque mantenemos un lazo de afecto, y algunos familiares lejanos.

Al irme de Venezuela y venir a Los Ángeles, yo busqué mi libertad personal, mi independencia económica, que pensé sería más difícil de encontrar en la complicada situación económica y política de mi país, que sólo se ha vuelto más difícil con el tiempo. Hasta cierto punto encontré lo que buscaba, pero no todo ha sido un lecho de rosas.

En Estados Unidos encontré una nación mucho más rica en experiencias de lo que esperaba y también, una sociedad en crecimiento, en pleno proceso de cambio y que me ayudó a formarme profesional y políticamente en la persona que soy. Claro que no ha sido fácil, ha llevado mucho trabajo y esfuerzo. Al mismo tiempo, veo con cierta alarma que en este país hay sectores que están en conflicto con sus propios orígenes inmigrantes y donde a veces, se dan dos pasos para adelante y tres hacia atrás.

En todo caso, de nada me arrepiento. Uno no escoge donde nace, pero sí puede escoger donde se establece y qué hace con su vida y sus capacidades. He hecho lo que he querido y creo que aún me falta mucho por aportar. Como decía Antonio Machado, se hace camino al andar.

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