Crónica de una desgracia anunciada: Prichard Colón dio múltiples señales que fueron ignoradas
La inatención a las quejas del púgil y la reacción tardía de los oficiales pudieron haber empeorado la situación
Las irregularidades comenzaron antes que sonara la primera campana. Prichard Colón y Terrel Williams estaban frente a frente en el centro del ring en el EagleBank Arena de Fairfax, Virginia. Joe Cooper, réferi de este choque de invictos, se preparaba para dar las instrucciones finales.
Era el 17 de octubre de 2015.
“Protéjanse en todo momento. Si hay una caída, diríjanse a una esquina neutral, lejos de la acción. Yo señalaré en cuál dirección. Velen a los agarres. Pendientes a no empujar. Dénse la mano”.
Cooper no dijo nada sobre golpes ilegales, sean estos puños a la nuca, bajo la cintura, ni otros envíos prohibidos. Luego que chocaron los guantes, el árbitro gritó su última instrucción: “Let’s throw some thunder! (¡A tirar truenos!, en español)”.
“Parece que pudo asustar a ambos peleadores con esa última instrucción”, dijo el veterano comentarista deportivo Marv Albert, tras escuchar la sonora orden final de Cooper.
Menos de una hora después, Prichard estaba en coma en el Inova Fairfax Hospital de Virginia. Hoy día continúa en estado vegetativo y residiendo en Florida, con su madre Nieves Meléndez. Esta semana, la representación legal de Prichard demandó al médico trabajando la pelea, el doctor Richard Ashby, y a los promotores de la pelea Lou DiBella y Barry Hunter, por negligencia. Reclaman al menos $50 millones de compensación por daños.
Cooper no fue incluido en la demanda. Una investigación administrativa llevada a cabo por el Departamento Regulador Ocupacional y Profesional (DROP) de Virginia encontró que el réferi no señaló muchos de los ‘fouls’ que recibió Colón, y que el doctor Ashby permitió que el orocoveño siguiera combatiendo a pesar de que en el séptimo round el púgil que se quejó ante el galeno de mareos y dolor luego de recibir uno de los golpes en la nuca más severos de toda la pelea.
Sin embargo, la investigación absolvió de culpa a todos, incluyendo al rival de Colón. El informe fue hecho público el 16 de marzo de 2016, a casi cinco meses de la pelea.
Días después, un portavoz de la oficina que llevó a cabo la investigación, explicó que debido a que Virginia no tiene comisión de boxeo como tal, el médico y el réferi eran considerados contratistas privados del estado y -como no necesitan licencia estatal para trabajar en Virginia- el estado no tenía potestad para sancionarlos.
Sin control desde el inicio
Es práctica obligada que el réferi le explique las instrucciones a ambas esquinas en sus respectivos camerinos previo a subir al cuadrilátero.
“La clave para mí lo es las instrucciones del camerino”, dijo recientemente Luis Pabón, uno de los árbitros puertorriqueños más experimentados actualmente. “Ahí tú se las explicas claramente. Así saben de antemano qué es una falta y a que yo voy a estar bien pendiente”.
Durante la transmisión televisiva del combate no se presentó el momento en el que Cooper le dio las instrucciones en el camerino.
Pabón agregó que las instrucciones sobre el ring antes del duelo son un importante último recuerdo de lo que es permitido y lo que no durante el combate.
“Hay que dejarle claro a los boxeadores que uno como árbitro tiene el control de la pelea. Y si se salen de la línea durante la pelea, hay que ser estricto y tomar control de la situación”, opinó Pabón.
El informe del DROP, redactado por el subdirector de la agencia, Nick Christner, también concluyó que Cooper en ocasiones perdió el control del combate. Las reglas pactadas para el duelo estipulaban que solo el réferi Joe Cooper podía detener el combate, sin importar la opinión del médico de turno.
El primer golpe claramente ilegal que llegó a la nuca de Prichard vino a 46 segundos del asalto inicial. El boricua estaba doblando cintura cuando Williams le llegó con una derecha detrás de la cabeza. Prichard se sobó la nuca con el guante derecho mientras disentía con la cabeza mirando a su rival.
Poco antes, durante un enredo entre los protagonistas quedando 1:16 en el primer episodio, Willams se protegió la nuca consciente de que Colón estaba en una posición donde podría golpearlo fácilmente allí.
Prichard se abstuvo de lanzar el golpe prohibido. Apenas 30 segundos más adelante, Williams no le extendió la misma cortesía. Cooper no dijo nada tras la falta de Williams, el primer golpe que conectó claramente en la nuca durante la pelea.
No fue el último. Faltando menos de 30 segundos y con Prichard quebrando cintura de nuevo, Williams le tiró a la nuca y falló. Colón pareció darse cuenta y sonreir, como consciente de las malas intenciones de su rival.
La intervención correctiva del réferi en ese momento, cuando los golpes a la nuca amenazaban con convertirse en un patrón, pudo haber hecho la diferencia el resto del camino.
Cooper tampoco dijo nada esta vez.
“Yo siento que a mí como árbitro me respetan en un ring y esa autoridad tienes que dejarla clara desde el camerino y hacerla valer en todo momento, especialmente esa primera ocasión en la que hay una falta o un golpe ilegal. No puedes dejar que se te vaya de las manos la pelea”, agregó Pabón.
Dudoso Historial
Williams, quien tenía historial previo conectando golpes a la nuca en combates anteriores, continuó con la táctica, incluso abriendo el quinto round lanzando un golpe a esa área.
Cooper tampoco amonestó a Williams esa vez. Lo que sí hizo fue descontarle dos puntos a Colón en el sexto, debido a que conectó un golpe bajo el cual fue determinado como intencional por el árbitro.
Quizás el momento que deja más claro la falta de competencia y control de parte del réferi, así como del médico de turno vino faltando 35 segundos en el séptimo asalto. Williams pegó otro golpe claramente ilegal a la nuca y Prichard quedó de rodillas en tarima, sobándose el área con el guante derecho.
“Los golpes recibidos ahí puede afectar el área de atrás del cerebro, la occipital. También pueden crear daño en el tallo cerebral”, explicó el reconocido neurólogo Oscar J. Benítez. “El estado vegetativo se da a menudo por daño cerebral en el tallo cerebral que está un poco más arriba de lo que llamamos la nuca”.
“Vamos, levántate”, le dijo Cooper, como dudando la legitimidad de la queja del orocoveño.
“Voy a llamar al doctor para que te examine”, agregó poco después.
Ashby subió a la falda del ring y habló con Prichard. En la transmisión televisiva comentaron que Colón se quejaba de mareos y dolor en la nuca por los golpes, pero que estaba dispuesto a seguir peleando. El doctor Ashby, un médico generalista sin aparente entrenamiento en identificar o atender lesiones cerebrales, estuvo de acuerdo con que siguiera el combate.
Una decisión contraria probablemente hubiera prevenido o al menos minimizado el daño cerebral que sufrió el boricua durante los próximos dos asaltos que combatió.
Pero Ashby y Cooper decidieron dejar que Prichard continuara peleando. Y el muchacho hizo lo que sabía hacer: pelear.