Crítica ‘The Girl with the Dragon Tattoo’: Una ‘Girl’ fascinante
'The Girl with the Dragon Tattoo' atrapa por su puesta en escena y excelente reparto

Daniel Craig investiga la muerte de una joven 40 años atrás en 'The Girl with the Dragon Tattoo'. Crédito: Columbia Pictures
Debo reconocerlo: no he leído la primera entrega de la trilogía Millenium firmada por el fallecido Stieg Larsson, titulada Los hombres que no amaban a las mujeres.
De ahí que mi solo conocimiento de esta exitosa obra -dicen que se han vendido más de 65 millones de ejemplares- proviene de la primera película que se llevó a cabo hace casi tres años, The Girl with the Dragon Tattoo, dirigida por el danés Niels Arden Oplev y protagonizada por Michael Nyqvist y Noomi Rapace.
Como el cine son subtítulos nunca ha gozado de gran fervor popular en Estados Unidos, no es de extrañar que hoy llegue a las pantallas la versión hecha en Hollywood.
Pero, en ocasiones, tal rapidez da como resultado una producción innecesaria, mediocre y falta de garra, cuyo único propósito es recaudar millones y olvidarse del resto.
No voy a decir que los productores de The Girl with the Dragon Tattoo, versión 2011, no tengan interés alguno en ganar dinero.
Pero sí hay que agradecerles que al orquestar esta nueva adaptación del libro original -o pseudo remake de la cinta europea- no apostaran por la vía fácil y le cedieran las riendas del proyecto al cineasta David Fincher.
Este, a sus 49 años, es probablemente el mejor director de su generación.
La prueba está en maravillas del séptimo arte como Seven, Fight Club, The Curious Case of Benjamin Button y sus dos obras maestras (indiscutibles), Zodiac y la reciente The Social Network.
Incluso cuando los proyectos parecen ser meros encargos -es decir, no surgen de un interés específico en él como artista-, el resultado es, o extraordinario (The Game) o simplemente ejemplar (Panic Room).
The Girl with the Dragon Tattoo entra de lleno en este último grupo: es lo que muchos podrían definir como un “filme menor” en su filmografía.
Pero vaya “filme menor”…
Tras una derrota judicial, la carrera del periodista Mikael Blomkvist (Daniel Craig) entra en una etapa dudosa, a pesar del apoyo explícito de su editora (Robin Wright), con quien también mantiene una relación sentimental.
Pero una propuesta lo cambia todo: el magnate industrial Henrik Vanger (extraordinario Christopher Plummer) quiere contratarlo para que investigue la desaparición de su prima Harriet (Moa Garpendal)… cuarenta años atrás.
Blomkvist acepta el reto. Durante sus pesquisas se da cuenta que los Vanger son una familia que, a pesar de residir, la mayoría de ellos, en un área cercana, a las afueras de Estocolmo, su distancia emocional es insalvable.
Justo cuando parece que el periodista se encuentra bloqueado en su investigación, aparece Lisbeth Salander (Rooney Mara) una joven inteligente… y diferente, que lo ayudará a ir mucho más allá de donde aquel creía que podía llegar. Tanto a nivel profesional como personal.
Dejando de lado el estilo literario de Stieg Larsson, que no puedo juzgar, la base argumental de The Girl of the Dragon Tattoo es lo más endeble de la película de Fincher.
Sí, los elementos encajan con precisión milimétrica y, a pesar de la previsibilidad del conjunto, existe un notable suspenso narrativo.
Pero no hay nada especial en todo ello… salvo por sus personajes, especialmente los dos principales.
Todos ellos -a través de las actuaciones de todo su plantel, impecables del primero al último- son los que definen el filme y lo hacen una experiencia ciertamente fascinante.
A través de un guión construido con notable pericia por Steven Zaillian (Schindler’s List) y, especialmente, gracias a la elegante y arrebatadora puesta en escena del realizador de Alien 3, The Girl with the Dragon Tattoo navega con eficacia por todo tipo de escenas y situaciones, desde las más elementales (la investigación: citar la excelente secuencia en la que Salander visita los archivos de la factoría de los Vanger) hasta las más extremas (la violación de la joven por parte de su tutor legal, un diabólicamente repugnante Yorick van Wageningen, o su posterior venganza contra este, de una violencia considerable).
Si no fuera porque The Girl with the Dragon Tattoo bebe de una fuente tan convencional (por mucho sexo, tortura, tatuajes y piercings que hayan, al final el conjunto es mucho más tradicional de lo que aparenta), el filme bien podría entrar a formar parte del trío de obras maestras de Fincher en el género del thriller sobre asesinos en serie, junto a Seven y la muy infravalorada Zodiac.
A pesar de que no alcanza ese nivel, el largometraje -clasificado R-, es una verdadera lección de buen cine que parece solo David Fincher es capaz de elevar con su estilo, inteligencia y dedicación.