Programa de ayuda lo lleva de las calles a la universidad

El plan de transición de Inland Empire ofrece servicios de salud mental para que los jóvenes puedan alcanzar el éxito

Roland, de 24 años de edad, está a días de empezar sus clases para obtener su licenciatura en enfermería. / foto: suministrada por DBH.

Roland, de 24 años de edad, está a días de empezar sus clases para obtener su licenciatura en enfermería. / foto: suministrada por DBH.  Crédito: foto: suministrada por DBH.

Sumergido en un mundo de adicción, Roland —quien pidió mantener su apellido en el anonimato— vivió en las calles de varias ciudades en la región del alto desierto en el condado de San Bernardino, particularmente en Victorville.

Desempleado, con una dependencia a las metanfetaminas —que inició en su adolescencia— y una enfermedad mental no tratada, el joven deambulaba sin rumbo fijo ni futuro en el cual soñar.

Cuenta que muchas veces durmió a la intemperie con temperaturas congelantes y el estómago vacío.

Así, sobrevivió por varios años —según indicó— en medio de la violencia, el rechazo, la marginación y el repudio por la sociedad. Una realidad de la cual se ausentaba con la dosis adecuada.

“Eso no era vivir. Decidí cambiar cuando mi hermano, el único que siempre me apoyaba, sufrió un infarto al corazón… Ahí fue cuando me dije: ‘Tengo que cambiar, tengo que hacer algo con mi vida” comentó Roland a La Opinión. “No fue fácil pero gracias a la motivación recibida se logró”.

El cambio comenzó en 2016, el día en que visitó por primera vez uno de los Centros para Jóvenes en Edad de Transición (TAY), ubicado en Inland Empire y supervisado por el Departamento de Salud del Comportamiento (DBH) del condado de San Bernardino.

Una vez ahí, Roland fue evaluado y guiado hacia un tratamiento. Fue albergado, y apoyado para encontrar un trabajo. Hoy, a sus 24 años de edad, se prepara para continuar navegando en el sistema educativo, prometiendo no ahogarse y nadar fuerte hasta obtener una licenciatura en enfermería.

Por ello, a mediados de septiembre, comenzará sus estudios de enfermero en la Universidad Estatal de California San Bernardino (CSUSB), tras graduarse del Colegio Comunitario Valley de San Bernardino en mayo pasado.

“Los programas de transición son financiados por la Ley de Servicios de Salud Mental e involucran a los jóvenes en el tratamiento adecuado, reducen hospitalizaciones y/o la participación en el sistema de justicia penal”, dijo Verónica Kelley, directora de DBH.

“Además reducen la falta de vivienda y apoyan a la próxima generación a través de conexiones personales que crean y fortalecen la capacidad de recuperación necesaria para tener éxito en la vida”, agregó.

El ‘rescate’ en cifras

Motivado y con la mirada fija en su objetivo, Roland vive ahora tranquilo sabiendo que con esfuerzo y dedicación pronto realizará sus sueños. Sabe y entiende que desconcentrarse podría resultar en un retroceso para su desarrollo personal.

“Sin el apoyo recibido nada de esto estuviera pasando. Estoy y estaré infinitamente agradecido con todos los empleados que con paciencia me han ayudado,” añadió el joven, quien se graduó del colegio con un promedio de calificaciones de 4.0 —la puntuación más alta.

Roland es tan solo uno de muchos jóvenes que han sido literalmente ‘rescatados’ de las calles y del abismo.

Según datos de DBH, 333 jóvenes fueron asistidos durante el año fiscal 2017-2018 por el programa TAY y más de 5,300 fueron amparados por el sistema de desarrollo general, divulgación y participación.

Entre estos los casos de éxito figura Amir, un joven de 25 años de edad que en la actualidad asiste a CSUSB, y Wolfie, de 21 años, que acude a la Universidad de California Riverside (UCR).

¿En qué radica la fuerza del programa?

El éxito de estos programas se debe en parte a la capacidad de proporcionar servicios intensivos de salud mental, s de administración de casos y en muchas instancias apoyo de vivienda permanente, señaló André Bossieux, gerente del programa TAY a La Opinión.

Datos provistos por DBH señalan que el presupuesto estimado para estos programas es de 8.1 millones de dólares para asistir a cerca de 6,000 personas.

También indicó que la comunidad latina y afroamericana son las más vulnerables.

Entre las enfermedades mentales más frecuentes están la depresión y la bipolaridad, seguida por la ansiedad.

Roland cuenta que ahora lo que tiene es una ansiedad positiva, esa que lo motiva a ser un hombre mejor día tras día y que lo impulsa a derrumbar cualquier obstáculo en el camino.
Indica estar ansioso por regresar a las aulas y demostrarse a sí mismo que su empeño no será en vano.

Además, agradece no solo a quienes algún día le dieron pan, agua y unos cuántos dólares para comer; si no también a su hermano, quien se recuperó del infarto, y al programa que le dio la mano.

Atrás quedaron los días de soledad, de dolor, hambre y frío, días de sufrimiento, angustia y vacío espiritual. Hoy, Roland sonríe, mira hacia adelante con la frente en alto y camina hacia un próspero porvenir.

“Por ahora mi meta es graduarme, después ya veremos. Pero que quede claro, yo soy un hombre nuevo,” concluyó.

Para más información en español

sobre el Centro para Jóvenes en Edad de Transición (TAY) de Inland Empire visita bit.ly/2LpiBDg y para saber acerca de la ayuda que provee el Departamento de Salud del Comportamiento (DBH) del condado de San Bernardino ve al portal: wp.sbcounty.gov/dbh/

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