Muestran el centro de inteligencia de la Policía mexicana
En un recorrido de dos horas y media, sin cámaras, funcionarios enseñaron a media docena de periodistas esta unidad de inteligencia
MÉXICO.- En el segundo sótano de un búnker de la Policía Federal mexicana hay una sala de mando dotada con la última tecnología, rodeada con pantallas que suministran continuamente información y que todavía no se ha utilizado para su función.
Se encuentra en el centro de inteligencia de la Secretaría de Seguridad, en el poniente de la capital, un lugar de acceso muy restringido que, excepcionalmente, fue abierto hoy para que un grupo de periodistas conociera las entrañas de la inteligencia policial.
La sala es el corazón de este centro. Se trata de una gran mesa con forma ovalada, rodeada de pantallas que entregan imágenes de cámaras fijas y aéreas, fichas policiales, capas cartográficas, diagramas y el registro de voces sospechosas.
Allí se sienta el presidente de México con su gabinete de seguridad en caso de gran emergencia nacional, ya sea por razones de seguridad o por catástrofes naturales.
“Nunca se ha usado para sus fines”, sostiene el subsecretario de Tecnología de la Información de la Secretaría de Seguridad Pública, Francisco Niembro, con cierta satisfacción por el hecho de que todavía no se ha dado la emergencia que justifique su uso.
En un recorrido de dos horas y media, sin cámaras, Niembro y otros asistentes enseñaron a media docena de periodistas los pasillos de esta unidad de inteligencia, donde 1,800 especialistas trabajan a diario, 24 horas al día, para prevenir el crimen.
El complejo incluye laboratorios de la policía científica, talleres de desarrollo de tecnología, distintos salones con investigadores dotados de computadoras personales y una gran sala con una veintena de filas de equipos informáticos.
Hay archivados cerca de 500 millones de documentos, desde licencias de conducir hasta diagramas de vínculos de presuntos delincuentes, pasando por fichas policiales, demandas judiciales y voces registradas de decenas de miles de personas.
La Policía Federal de México representa el 8 por ciento de todos los cuerpos de seguridad del país y se encarga de entre el 8 y el 9 por ciento de los delitos. El resto corresponde a las fuerzas policiales de los estados o de los municipios.
Pero sí le toca investigar el 70 por ciento de los secuestros en todo el país, ya sea porque los familiares de las víctimas se ponen en contacto directamente con la Policía Federal o porque el trámite de la denuncia deriva en ese cuerpo de seguridad.
Una de las unidades claves dentro de este complejo es la sala de reconocimiento de voz. Dotada de un sistema de origen ruso, es capaz de reconocer una voz en minuto y medio, aunque se utilicen sistemas de distorsión. Reconoce hasta la cadencia de la respiración.
A diario se analizan cerca de cien voces y se comparan con la base de 76.000 registros que hay hasta ahora, incluidos los de los presos, presuntos delincuentes y hasta agentes policiales.
En esa sala, su encargada reprodujo tres voces, las tres de la misma persona, pero de apariencia distinta, con las tenebrosas amenazas que se suelen usar en las conversaciones telefónicas con los parientes de las víctimas.
“No tenemos una gran cantidad de secuestros, pero sí de extorsión”, agregó Niembro, refiriéndose a uno de los sistemas más habituales del crimen organizado para amenazar a empresas y particulares.
Según los datos oficiales, desde que el presidente Felipe Calderón asumió el poder, el 1 de diciembre de 2006, la Policía Federal ha liberado a 1,819 secuestrados, ha detenido a 2,078 responsables de estos delitos y ha desarticulado 255 bandas.
Esos datos no incluyen las operaciones de otros cuerpos policiales, de la Marina o del Ejército, que también actúan como fuerza de seguridad pública en determinadas zonas del país.
La unidad de inteligencia de la Policía Federal tiene unas 536,000 fichas policiales, entre ellas la de Joaquín “El Chapo” Guzmán, de 55 años, el narcotraficante más buscado en México.
La ficha dice que es el líder del cártel de Sinaloa, tiene una foto de “El Chapo” cuando tenía unos treinta años y fija su último domicilio registrado una zona residencial de la ciudad occidental de Guadalajara.
“‘El Chapo’ tiene anillos de seguridad muy importantes”, sostiene Niembro en otra sala, en la unidad de investigación, donde los jefes policiales se reúnen para analizar los datos disponibles, coordinar acciones y lanzar operaciones.
Las autoridades también permitieron el acceso a la sede de la División Científica, inaugurada en marzo pasado y donde trabajan especialistas con un promedio de edad de 28 años, que se encargan del análisis balístico, de las huellas y del ADN, y donde también hay un laboratorio para analizar los distintos tipos de drogas.
Cerca de allí, una unidad de delitos electrónicos se encarga de revisar actos como el pirateo de redes informáticas, la subversión o la pornografía, en mesas atendidas por ingenieros, psicólogos o abogados.
Las imágenes que llegan a este centro de inteligencia proceden de muchas fuentes, que incluyen pasos fronterizos, zonas urbanas o tomas hechas desde aviones no tripulados o globos.
También se pueden ver las imágenes de las cámaras instaladas en la Basílica de la Virgen de Guadalupe, la patrona de México, en esta capital.
Niembro reconoce que México tiene un “índice de delincuencia importante”, pero confía en que con herramientas como este centro, y la posibilidad de que se pueda repetir en otras zonas del país, se puedan reducir estos niveles.