Hija de inmigrantes mexicanos cumple su sueño y se gradúa como médico
En julio comienza su residencia para especializarse como pediatra en el Hospital de Niños Mattel de UCLA
Desde su hogar en San Pedro, un comunidad dentro de la ciudad de Los Ángeles, Gabriela López se graduó de manera virtual como médico general de la Escuela de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y tuvo el honor de ser seleccionada por los compañeros de su generación para dar el discurso en la ceremonia de graduación.
Para esta joven de 31 años, ser médico es un gran orgullo porque sus padres son inmigrantes mexicanos. Su satisfacción es mayor porque su padre Jorge López se gana la vida como conserje y nada menos que trabaja en la limpieza del Centro Médico Harbor-UCLA, donde ella hizo sus prácticas clínicas.
“Mis maestros lo conocieron como ‘el Papá de Gaby’, lo buscaban y lo saludaban”, dice Gabriela, quien dedicó una parte de su discurso en la ceremonia de graduación a hablar en español.
“Nunca he escuchado que alguien hable español en una graduación. Mi papá no habla inglés y yo quería que entendiera el mensaje. Así que para mí, era muy importante decir el discurso en el idioma de mis padres”.
La doctora López fue seleccionada como oradora de la ceremonia de culminación de estudios por sus 210 compañeros.
“Me siento muy orgullosa. Ha sido un honor y un privilegio”.
Cumplir su sueño de ser médico, le tomó 12 años, después de graduarse de la Secundaria San Pedro. Asistió a un colegio comunitario antes de transferirse a Loyola Marymount University.
De niña, dice que ella quería ser todo. “Maestra, doctora, abogada”. Pero cuando a los 12 años fue sometida a una cirugía de corazón y vio a su madre batallar para entender el inglés por la escasez de médicos hispanos, le nació la curiosidad por la medicina.
“Durante un tiempo trabajé de maestra sustituta de secundaria y enseñé como dos años”. Pero al final su vocación se impuso y entró a la escuela de medicina de UCLA.
“Fueron años de batallar, llorar y frustrarme, pero también tuve mis logros porque hice investigaciones y descubrimientos”.
Gabriela logró que uno de sus proyectos para integrar intérpretes en persona para las familias que no hablan inglés, se pusiera en marcha en el Hospital para Niños Mattel de UCLA.
“Ahorita es solo en español, pero la idea es integrar otros idiomas; y además otros hospitales están considerando aplicar mi proyecto”.
Y platica que su recompensa a los sacrificios hechos durante sus estudios, la recibe cuando los pacientes se ponen felices al hablarles en español y entender su cultura.
“Cuando somos estudiantes, trabajamos como médicos supervisados”, aclara.
Esperanza, su madre quien vio llorar a su hija muchas veces mientras estudiaba para ser doctora, está muy orgullosa de que haya logrado terminar su carrera de medicina.
“Yo soy muy católica y se lo pedí mucho a Dios porque ese era su sueño. Y esta fue la segunda vez que da un discurso de graduación. En la secundaria también lo dio”.
Pero además reconoce el esfuerzo y lo responsable que ha sido su hija desde niña.
“Cuando tuvo su cirugía a los 12 años, nunca faltó a clases. Escogió el verano para que la operaran para no dejar de ir a la escuela. A los 6 años le sacaron una muela. El maestro la mandó a la casa a recuperarse, pero no pudo hacer que regresara. Así de grande es su responsabilidad”.
Además Gabriela baila folclórico desde niña y enseña a niños y jóvenes de 6 a 20 años. “A pesar de todo el estrés de la carrera de medicina, nunca ha dejado de dar clases de baile folclórico ni ha abandonado a sus niños que la buscan mucho y la ven como una hermana. Los lleva a participar en competencias y nunca ha cobrado por las presentaciones”, observa su madre.
“Yo siempre le dije a mis hijos que su padre y yo habíamos venido a este país porque queríamos que fueran más que nosotros, pero que tenían que ganárselo por ellos mismos”.
Esperanza trabaja en la cafetería del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) y cose el vestuario del grupo Folklórico Nadino en el que su hija enseña.
No menos orgulloso de tener una hija doctora en su casa, está Jorge López, padre de Gabriela. “Ella me preguntaba cuando era niña, que me gustaría que ella fuera de grande. Yo le decía, ‘ya de pérdida doctora y me salió doctora’. Y nadie me cree que siendo yo un barrendero, tenga una hija doctora”.
Israel López, su hermano, dice en broma que está muy celoso de que Gabriela sea una doctora mientras que él se dedica a vender vinos ya que trabaja para la San Antonio Winery de Los Ángeles.
“Ella es muy buena. Si vamos a la tienda, mi hermana siempre mete su cuchara y trata de ayudar a alguien que no se puede comunicar en inglés porque tiene el beneficio de hablar inglés y español. Mi mamá siempre nos dijo, en la casa se habla español y afuera solo inglés”.
Gabriela comenzará en julio su preparación para convertirse en pediatra como médico residente en el Hospital para Niños Mattel de UCLA. “Me tomará tres años graduarme como pediatra. Quiero especializarme en emergencias médicas y abuso infantil”.
En cuanto a la necesidad de tener más médicos de habla hispana, dice que su alma mater, la escuela de medicina de UCLA se enfoca mucho en la diversidad. Sin embargo, reconoce que aún falta mucho por hacer.